ESA COSITA LOCA LLAMADA CORRUPCIÓN
por Obiwan Kenobi
El Presidente le ha dado una entrevista a los dóciles (y casi iletrados) adictos al colateral del Decano. Vislumbro un futuro con una lluvia de dinero y harta propaganda estatal.
Cuatro páginas con harto bururú en la que bien podían habernos contado algo de sus turbulentas y contra producentes decisiones de estadísta. En cualquiera de sus manifestaciones.
Las de este quinquenio pro-tagarotes, pro-concesionar al país, pro-caverna, pro-facho y pro-empresa. Y también las del otro periodo, en aquellas epocas en una vereda opuesta en donde nos tropezabamos con los dolares MUC.
Y todo se resume a la mala memoria del gordito, que es incapaz de ensayar una suave reminiscencia para darse cuenta que la gran coincidencia en sus dos gobiernos es la corrupción que estuvo (y está) en el pico mas alto de su popularidaaad...
como diría su ahora socio (vía fujimorismo) Saravá.
Que ahora venga a citar el tema como para un titular recomendado por uno de esos redactores oficiosos del diario mas antiguo del Perú, nos resulta una broma muy fea y de mal gusto decorada en tono de humor negro.
Viniendo de quien ha escapado de las necesarias indagaciones de los procesos judiciales por una prescripción que bien pareció el mejor arreglo político de los años 2000 y el 2001 y secundado por la peor dirección de todos sus tiempos del diario de "la honestidad y la veracidad" (al menos parece la directiva mas inculta y mas barata) pone cachetes de circunstancias para arrimarnos semejante pianola con una melodía que bien lo podría definir como un tipo realmente cool.
Sólo le faltaba levantar su dedito y gritar: ¡ Fuera los corruptos! y ahí nomás una de esas fotos de instante Kodak.
No gordito la cosa no es así. No es tan fácil. No te la creas.
No somos un país de desmemoriados mononeuronales pese a que tu pretendas lo contrario.
La justicia tarda pero llega y en algún momento iras a rendir cuentas por tus sospechosos excesos, tus amigos y sus redes de faenones y tu obvia, inolvidable e ilimitada ambición.
La historia ya te sentenció hace rato.
Las auditorías y los jueces decentes y probos harán lo suyo en el momento adecuado.
Y no habrá mudos, ponjas, cholos sagrados o amarres electorales que te salven.
Ahí tienes a Alberto Kenya como trágico ejemplo.
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