Héroes facebukeanos (echándole sueño al sueño) Por Hugo Del Portal
Hace unos meses leí en el blog de la poeta Yamily Yunis (*) una interesante teoría sobre el Facebook. El Facebook le hacía recordar al mercurio. Bolitas desparramadas que se unen y desunen al menor trajín y de acuerdo a las opiniones y secuacidades más eclécticas del mundo. El etnocentrismo del apego culturoso que provoca la necesidad de reafirmarse como parte de algo.
A mi ésta red social normalmente me recuerda la definición de Segismundo, en la novela Los geniecillos dominicales (*) cuando llega con Ludo a la antigua casona de la Universidad de San Marcos y quiere ver a los geniecillos.
Esto debe estar lleno de geniecillos, un verdadero hervidero dice excitado, uno infringe la mínima regla de cortesía y ya se sienten transportados
No hay día en el que trate de evitar alguna colisión mental porque me sorprende leer los orgasmos coprolálicos de quienes tras la pantalla de su laptop sueltan ajos y cebollas como la comadre mas achorada del callejón (para apoyar alguna pelotuda idea sobre política) mientras afuera los espera -con legítima ansiedad- la tarea de despertar de una vez por todas de la pesadilla cotidiana que los mantiene en piloto automático, invadidos de miedos, temores y fantasmas.
Porque la verdad también suele venir con su dosis de dolor intramuscular cuando se hace difícil la tarea de discernir y se nos hace imposible entender que toda esta virtualidad -valorizada en miles de millones de dólares- es ahora parte importante de una Matriz más perversa y refinada que desarrolla para sus fines esta especie de héroes de la virtualidad como máscara veneciana de una irremediable e inexorable soledad.
Amén de prestarse para satisfacer mis demonios más tristones sigo jugando en el facebook cuando me presto tiempo ajeno. Webin en la oficina.
Confieso que no conozco bien al 90% de mis amigos en la vida diaria (y que no tengo muchas ganas de saber de su paseo en este juego) y que reniego cuando por meter mi cuchara en un mini foro (que huele a cabildo abierto municipal) se me satura el correo con comentarios de todo pelaje de personas a las que sólo reconozco como estímulos externos y/o velados llamados de auxilio.
Hoy me haré la promesa -otra vez- de mirar más hacia adentro (donde me esperan las respuestas definitivas) y de contemplar con una exquisita lejanía a estas hermosas criaturas venidas de la mano del Viejo que vive en el barrio más allá de las estrellas (*) y dejarlos, en su búsqueda, gozar de la inconciencia en la que se sumergen con una vehemencia digna de mejores causas. Libre Albedrío para todos.
(*) Recomendable blog Palabrasuicida escrito a manera de diario personal.
(*) Tremendo libro de Julio Ramón Ribeyro a quien no me cansaré de recomendar.
(*) Fragmento de "Flores para su entierro" de Fito Páez en su mejor momento.
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