País Generoso
por Hugh Player
Se nos ha vendido la idea, desde niños, que Estados Unidos es el país de las oportunidades. Craso error que construye una descomunal injusticia que deja muy mal parado al Perú.
Porque sólo en este hermosa tierra del sol, donde el indómito Inca prefiriendo morir (graciosa mentira: se echó al toque poniéndole oro y plata a los conquistadores) un sujeto como Eduardo Farah con ese pesado pasado fujimorista puede salir –así como luce, con ese cacharro maleteado y esa pelada deprimente- con la audacia atrevida que su ignorancia le brinda, a largar propuestas que apuntan a que el gobierno les baje el impuesto a la renta a los pobrecitos empresarios que no invierten en el futuro del país pero que aumentaron la cuenta personal de Bernie Madoff. Menuda ostra la del beduino.
Y vemos, anunciando a los cuatros vientos, el regreso de Tuto Álvarez Rodrich, esta vez en los predios de la casa del jabonero (donde los que no caen, resbalan) y que hacen que el fantasma del papi de Chicho haya decidido mudar sus recuerdos a recintos menos transitados porque si alguien quiere batir un record Guiness en la contratación de columnistas ese pareciera ser el departamento de personal del diario la República que tiene tantos escribidores en su planilla que bien podría dedicarse a la exportación de talentos bambas del cuarto poder.
Lo más gracioso es que lo venden bacán, como si se tratará del Gabo del gremio, cuando –para ser sinceros- el hombre escribe con las patas y piensa con el bolsillo (porque sus deseos lo asaltan, lo violan y lo traicionan con bastante frecuencia). Tanto así que es uno de esos plumíferos con enorme responsabilidad en haber taponeado y silenciado la actual crisis mundial permitiendo, desde las páginas del diario que dirigía, que se influenciaría a la gente para invertir en una bolsa de valores a todas luces inflada, con el correspondiente perjuicio para miles de ilusos peruanos que allí jugaron sus últimos billetes.
En otros tiempos, quizás no pecaríamos de ser tan democráticos y rápido los mandaríamos –como sugiere el Dr. Peter Garca cuando le hierve la sangre- a sembrar papas y camotes en Puno como mínimo castigo para su estúpida manipulación.
Mañana tendrán (digo tendrán porque conmigo no van a contar como público objetivo ni de vainas) que soplarse al cínico presidencial y a la manga de crotos, mal llamados artistas, en una payasada que el gobierno ya tiene armada para que el final sea del tipo feliz y suene a que todos estamos con el chanchirafa. Lo mismo hacía Pinochet en Chile y terminó como todos ya sabemos: alcanzado por el pertinente brazo de la justicia que perdonó la vida porque ya estaba medio mortadela.
Y todo esto pasa y puede pasar, porque el Perú es un país generoso, una democracia que sólo practican los ciudadanos de a pie, una nación que sobrevive gracias a la credulidad de sus laburantes reales.
Un estado en el que el delincuente que evita a la justicia y se escapa amparándose en la prescripción de sus fechorías puede ser nuevamente elegido como gobernante y aprovechar de su valiosa experiencia para jugarse el mejor el partido de su vida para su propio beneficio de final parisino.
Este territorio cuenta con la impunidad universal para los canallas, para aquellos que se saben reciclarse en los sueños de las libres elecciones o reinventarse en el atinado puntapié de las dictaduras.
Una patria que sólo exige -como requisito fundamental para los éxitos materiales- el tener pocos escrúpulos y gozar de una buena cultura de estilo combi para pasar por encima del derecho ajeno sin importar las consecuencias al lograr el objetivo.
Así como el pisco, la lúcuma y el suspiro que son bien peruanos, (así les arda a los hijos de Pellotuhue) acostumbrémonos a la idea que el Perú es el paraíso de las oportunidades reales: tiene un pueblo monse y fatalista que se deja hacer de todo con una sonrisa en los labios y la mejor selección de truhanes y traidores en plan de poderosos mandones, llevándosela en paila.
Perú: país generoso, cosa seria (*) y burdel (**).
(*) Perú, cosa seria, frase que se atribuye a Luis Felipe Nue.
(**) El Perú es un burdel es una frase del historiador Pablo Macera. Cuando el mismo se hizo congresista del periodo más ladrón del fujimontesinismo se convirtió en la estrella del mismo lenocinio.
por Hugh Player
Se nos ha vendido la idea, desde niños, que Estados Unidos es el país de las oportunidades. Craso error que construye una descomunal injusticia que deja muy mal parado al Perú.
Porque sólo en este hermosa tierra del sol, donde el indómito Inca prefiriendo morir (graciosa mentira: se echó al toque poniéndole oro y plata a los conquistadores) un sujeto como Eduardo Farah con ese pesado pasado fujimorista puede salir –así como luce, con ese cacharro maleteado y esa pelada deprimente- con la audacia atrevida que su ignorancia le brinda, a largar propuestas que apuntan a que el gobierno les baje el impuesto a la renta a los pobrecitos empresarios que no invierten en el futuro del país pero que aumentaron la cuenta personal de Bernie Madoff. Menuda ostra la del beduino.
Y vemos, anunciando a los cuatros vientos, el regreso de Tuto Álvarez Rodrich, esta vez en los predios de la casa del jabonero (donde los que no caen, resbalan) y que hacen que el fantasma del papi de Chicho haya decidido mudar sus recuerdos a recintos menos transitados porque si alguien quiere batir un record Guiness en la contratación de columnistas ese pareciera ser el departamento de personal del diario la República que tiene tantos escribidores en su planilla que bien podría dedicarse a la exportación de talentos bambas del cuarto poder.
Lo más gracioso es que lo venden bacán, como si se tratará del Gabo del gremio, cuando –para ser sinceros- el hombre escribe con las patas y piensa con el bolsillo (porque sus deseos lo asaltan, lo violan y lo traicionan con bastante frecuencia). Tanto así que es uno de esos plumíferos con enorme responsabilidad en haber taponeado y silenciado la actual crisis mundial permitiendo, desde las páginas del diario que dirigía, que se influenciaría a la gente para invertir en una bolsa de valores a todas luces inflada, con el correspondiente perjuicio para miles de ilusos peruanos que allí jugaron sus últimos billetes.
En otros tiempos, quizás no pecaríamos de ser tan democráticos y rápido los mandaríamos –como sugiere el Dr. Peter Garca cuando le hierve la sangre- a sembrar papas y camotes en Puno como mínimo castigo para su estúpida manipulación.
Mañana tendrán (digo tendrán porque conmigo no van a contar como público objetivo ni de vainas) que soplarse al cínico presidencial y a la manga de crotos, mal llamados artistas, en una payasada que el gobierno ya tiene armada para que el final sea del tipo feliz y suene a que todos estamos con el chanchirafa. Lo mismo hacía Pinochet en Chile y terminó como todos ya sabemos: alcanzado por el pertinente brazo de la justicia que perdonó la vida porque ya estaba medio mortadela.
Y todo esto pasa y puede pasar, porque el Perú es un país generoso, una democracia que sólo practican los ciudadanos de a pie, una nación que sobrevive gracias a la credulidad de sus laburantes reales.
Un estado en el que el delincuente que evita a la justicia y se escapa amparándose en la prescripción de sus fechorías puede ser nuevamente elegido como gobernante y aprovechar de su valiosa experiencia para jugarse el mejor el partido de su vida para su propio beneficio de final parisino.
Este territorio cuenta con la impunidad universal para los canallas, para aquellos que se saben reciclarse en los sueños de las libres elecciones o reinventarse en el atinado puntapié de las dictaduras.
Una patria que sólo exige -como requisito fundamental para los éxitos materiales- el tener pocos escrúpulos y gozar de una buena cultura de estilo combi para pasar por encima del derecho ajeno sin importar las consecuencias al lograr el objetivo.
Así como el pisco, la lúcuma y el suspiro que son bien peruanos, (así les arda a los hijos de Pellotuhue) acostumbrémonos a la idea que el Perú es el paraíso de las oportunidades reales: tiene un pueblo monse y fatalista que se deja hacer de todo con una sonrisa en los labios y la mejor selección de truhanes y traidores en plan de poderosos mandones, llevándosela en paila.
Perú: país generoso, cosa seria (*) y burdel (**).
(*) Perú, cosa seria, frase que se atribuye a Luis Felipe Nue.
(**) El Perú es un burdel es una frase del historiador Pablo Macera. Cuando el mismo se hizo congresista del periodo más ladrón del fujimontesinismo se convirtió en la estrella del mismo lenocinio.
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