¿Un agente de la CNI a la cabeza del Ejército de Chile?
Pamela Jiles (*)
¿Por qué Michelle Bachelet usa una norma pinochetista para favorecer a quien –según antecedentes entregados a esta periodista– fue agente de la CNI ?
¿Cuál sería la razón de que el gobierno y el ejército oculten que el general Ewing formó parte del organismo represivo que torturó e hizo desaparecer a miles de chilenos? Vamos viendo.
Mientras la prensa y los analistas se mantenían ocupados con la crisis económica y las elecciones comunales, Bachelet usó la emblemática “ley Canessa” para extender la carrera del general Alfredo Ewing Pinochet.La norma proviene de 1983, cuando Pinochet reformó el artículo 247 del Estatuto del Personal de las fuerzas armadas para mantener en el mando a su más leal colaborador, Julio Canessa, entonces vicecomandante en jefe del ejército. Dicha norma dictatorial permite que el presidente de la república en ejercicio prorrogue el rol activo de un general después de cumplidos treinta y ocho años de servicio. Pero llama la atención que ya desde hace más de una década, la Concertación descartó usar esta legislación especial con el objeto de que funcionen los procedimientos regulares en las fuerzas armadas. No parece prudente ni correcto que Bachelet use una normativa pinochetista y excepcional cuando se intenta aún devolver a las ramas armadas a su cauce normal. La Junta del Alto Mando formuló su propuesta de ascensos al generalato, que el actual comandante en jefe, Oscar Izurieta, entregó el lunes 20 de octubre al gobierno a través del ministro de Defensa, José Goñi. Los pases a retiro y promociones de generales tienen, en este caso, la mayor importancia, por cuanto definen en los hechos la quina de la que se elegirá al próximo Comandante en Jefe.
A pesar de que se trata de información pública, esta gestión se hizo con extremo bajo perfil, tanto así que el ejecutivo aprobó la propuesta el mismo día que la conoció, evitando dar tiempo a cualquier especulación, de forma tal que la promoción de Ewing no fue analizada en profundidad por los medios. Nadie interrogó a la presidenta sobre la razón de aplicar esa ley excepcional a un oficial que formó parte de la dotación de la CNI durante la dictadura, dato que se omite en todas las informaciones oficiales. A mi juicio, este extraordinario sigilo y evidente desprolijidad se debe a que Bachelet tiene un grave problema en la sucesión del ejército a partir de los antecedentes que han afectado a otros oficiales, como el general Juan Miguel Fuente-Alba, que figuraba de favorito para las cinco estrellas hasta que The Clinic hizo pública su vinculación a violaciones a los derechos humanos. Sin mucho más de donde elegir, ahora Bachelet intenta arropar al general Ewing para que encabece el ejército en el próximo período.¿Quién es Ewing, el delfín? ¿Cuál es el historial del preferido de la presidenta?
Alfredo Archivaldo Ewing Pinochet fue el encargado de comunicaciones del general Ricardo Izurieta, su mentor; luego asumió la dirección de Inteligencia durante la gestión del general Cheyre; actualmente es el hombre más cercano a Oscar Izurieta Ferrer, de quien es su mano derecha, su consejero, su confidente y “su cerebro”, según los maldicientes que nunca faltan.
Es un general formado para aspirar a las posiciones más altas de la institución, perteneciente a la generación que entró al ejército en la década de los setentas, protegido por la familia Izurieta durante toda su carrera. Un militar de buen trato, caballeroso, liviano de sangre. Comparado con el carácter rígido de sus pares, hace esfuerzos por mostrarse más amplio de criterio, abierto y dialogante. Compra regularmente The Clinic, por ejemplo, y en este momento está leyendo esta columna.
Ewing pertenece al arma de Artillería, es casado, tiene cuatro hijos. Se ha especializado en gestión, contabilidad y recursos humanos, habilidades deseables en la administración interna de una empresa llamada Ejército, que intenta ser eficiente.
Sin embargo, es un oficial con poca experiencia en el mando de tropas y en el manejo de crisis, aunque el aspecto más grave que ensucia su historial es que fuera parte de la Central Nacional de Inteligencia (CNI), el aparato represivo de la dictadura que torturó, asesinó e hizo desaparecer a chilenos que el ejército debía proteger. Peor aún es que esa información relevante se intente ocultar a la opinión pública.
A lo que hay que agregar que Ewing firmó el documento con que el ejército negó a la justicia datos claves sobre violaciones a los derechos humanos aduciendo supuestas razones de “seguridad nacional".
El plan de Bachelet es convertir a Ewing Pinochet en el primer jefe de Estado Mayor Conjunto, nuevo cargo que creó la reciente ley del Ministerio de Defensa que aún está en trámite parlamentario. Esta autoridad militar es definida como un “conductor estratégico”, tiene jurisdicción sobre el conjunto de las fuerzas armadas con el objeto de coordinarlas y definir sus políticas.
Aunque se supone que el Jefe de Estado Mayor Conjunto tiene menor rango que cada comandante en jefe, es obvio el extraordinario peso de ese puesto, que en el caso de Ewing sería la antesala a su nombramiento como máximo líder del Ejército en el 2010.
Si es así, la Presidenta debe comenzar a explicar lo inexplicable: qué la anima a nombrar en la cabeza de la institución armada más importante del país, a un ex agente de la CNI , hecho inédito desde que se recuperó la democracia, inmoral desde todo punto de vista y que, sin duda, causaría un escándalo internacional altamente lesivo para la soberanía nacional.
¿Cuál sería la razón de que el gobierno y el ejército oculten que el general Ewing formó parte del organismo represivo que torturó e hizo desaparecer a miles de chilenos? Vamos viendo.
Mientras la prensa y los analistas se mantenían ocupados con la crisis económica y las elecciones comunales, Bachelet usó la emblemática “ley Canessa” para extender la carrera del general Alfredo Ewing Pinochet.La norma proviene de 1983, cuando Pinochet reformó el artículo 247 del Estatuto del Personal de las fuerzas armadas para mantener en el mando a su más leal colaborador, Julio Canessa, entonces vicecomandante en jefe del ejército. Dicha norma dictatorial permite que el presidente de la república en ejercicio prorrogue el rol activo de un general después de cumplidos treinta y ocho años de servicio. Pero llama la atención que ya desde hace más de una década, la Concertación descartó usar esta legislación especial con el objeto de que funcionen los procedimientos regulares en las fuerzas armadas. No parece prudente ni correcto que Bachelet use una normativa pinochetista y excepcional cuando se intenta aún devolver a las ramas armadas a su cauce normal. La Junta del Alto Mando formuló su propuesta de ascensos al generalato, que el actual comandante en jefe, Oscar Izurieta, entregó el lunes 20 de octubre al gobierno a través del ministro de Defensa, José Goñi. Los pases a retiro y promociones de generales tienen, en este caso, la mayor importancia, por cuanto definen en los hechos la quina de la que se elegirá al próximo Comandante en Jefe.
A pesar de que se trata de información pública, esta gestión se hizo con extremo bajo perfil, tanto así que el ejecutivo aprobó la propuesta el mismo día que la conoció, evitando dar tiempo a cualquier especulación, de forma tal que la promoción de Ewing no fue analizada en profundidad por los medios. Nadie interrogó a la presidenta sobre la razón de aplicar esa ley excepcional a un oficial que formó parte de la dotación de la CNI durante la dictadura, dato que se omite en todas las informaciones oficiales. A mi juicio, este extraordinario sigilo y evidente desprolijidad se debe a que Bachelet tiene un grave problema en la sucesión del ejército a partir de los antecedentes que han afectado a otros oficiales, como el general Juan Miguel Fuente-Alba, que figuraba de favorito para las cinco estrellas hasta que The Clinic hizo pública su vinculación a violaciones a los derechos humanos. Sin mucho más de donde elegir, ahora Bachelet intenta arropar al general Ewing para que encabece el ejército en el próximo período.¿Quién es Ewing, el delfín? ¿Cuál es el historial del preferido de la presidenta?
Alfredo Archivaldo Ewing Pinochet fue el encargado de comunicaciones del general Ricardo Izurieta, su mentor; luego asumió la dirección de Inteligencia durante la gestión del general Cheyre; actualmente es el hombre más cercano a Oscar Izurieta Ferrer, de quien es su mano derecha, su consejero, su confidente y “su cerebro”, según los maldicientes que nunca faltan.
Es un general formado para aspirar a las posiciones más altas de la institución, perteneciente a la generación que entró al ejército en la década de los setentas, protegido por la familia Izurieta durante toda su carrera. Un militar de buen trato, caballeroso, liviano de sangre. Comparado con el carácter rígido de sus pares, hace esfuerzos por mostrarse más amplio de criterio, abierto y dialogante. Compra regularmente The Clinic, por ejemplo, y en este momento está leyendo esta columna.
Ewing pertenece al arma de Artillería, es casado, tiene cuatro hijos. Se ha especializado en gestión, contabilidad y recursos humanos, habilidades deseables en la administración interna de una empresa llamada Ejército, que intenta ser eficiente.
Sin embargo, es un oficial con poca experiencia en el mando de tropas y en el manejo de crisis, aunque el aspecto más grave que ensucia su historial es que fuera parte de la Central Nacional de Inteligencia (CNI), el aparato represivo de la dictadura que torturó, asesinó e hizo desaparecer a chilenos que el ejército debía proteger. Peor aún es que esa información relevante se intente ocultar a la opinión pública.
A lo que hay que agregar que Ewing firmó el documento con que el ejército negó a la justicia datos claves sobre violaciones a los derechos humanos aduciendo supuestas razones de “seguridad nacional".
El plan de Bachelet es convertir a Ewing Pinochet en el primer jefe de Estado Mayor Conjunto, nuevo cargo que creó la reciente ley del Ministerio de Defensa que aún está en trámite parlamentario. Esta autoridad militar es definida como un “conductor estratégico”, tiene jurisdicción sobre el conjunto de las fuerzas armadas con el objeto de coordinarlas y definir sus políticas.
Aunque se supone que el Jefe de Estado Mayor Conjunto tiene menor rango que cada comandante en jefe, es obvio el extraordinario peso de ese puesto, que en el caso de Ewing sería la antesala a su nombramiento como máximo líder del Ejército en el 2010.
Si es así, la Presidenta debe comenzar a explicar lo inexplicable: qué la anima a nombrar en la cabeza de la institución armada más importante del país, a un ex agente de la CNI , hecho inédito desde que se recuperó la democracia, inmoral desde todo punto de vista y que, sin duda, causaría un escándalo internacional altamente lesivo para la soberanía nacional.
(*) Pamela Jiles: Periodista y Columnista de The Clinic
¿Doble juego o escopeta de dos cañones de quien se autoproclama defensora de los derechos humanos? ¿Algún comentario de la prensa nacional (cándidos blog incluídos) adicta al modelo de desarrollo chileno (bastante carcochón) que tanto beneficio personal les procuró?. Definitivamente hay una cola larga de mamertos mermeleros -en todo este pésimo show- que nos quieren vender las eternas anteojeras de la desgracia desinformativa con fines poco santos.
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