Estrategia de sometimiento por Jorge Bruce (*)
En Rusia ha entrado en vigencia, desde el 2006, una ley para la fiscalización de las organizaciones no gubernamentales. Dicha medida, editorializa el diario Le Monde, amenaza las libertades, obligando a cerrar o favoreciendo el control de numerosas organizaciones de la sociedad civil. Vladimir Putin está empeñado en que solo subsistan las que apoyan a su régimen o dependen de su poder. En el Perú estamos a tiempo de impedir que ocurra algo similar. La ley para fiscalizar las ONG locales tiene que ser declarada inconstitucional precisamente porque nadie tiene corona en esta república, tal como ha afirmado Ántero Flores-Araoz, entusiasmado con la estrategia de sometimiento. Lo que nadie tiene es corona para sojuzgar a organizaciones incómodas para el poder político o económico.
Las sorprendentes declaraciones del presidente y del ministro Rafael Rey en la zona del terremoto, en donde atacaron a las ONG de la manera más gratuita y arbitraria, evidenciaron su obsesiva ojeriza contra quienes critican y denuncian la corrupción o la indiferencia del Gobierno, o algunas grandes empresas, en materia de ética, DD.HH. o contaminación del territorio. Con o sin razón, ese no es el punto. Acabo de hacer una visita al yacimiento de Yanacocha y, hasta donde pude ver, se trata de minería moderna y respetuosa de la ecología, con un plan elaborado para el cierre de mina. ¿Significa eso que se deben clausurar las instituciones que se oponen a la explotación? Por el contrario, esa oposición obliga a la gran minería a ser extremadamente cuidadosa. Por lo demás, está de por medio la libertad de opinión.
El modelo ruso debería alertarnos acerca del juego autodestructivo de asfixiar la democracia. El autoritarismo es transversal a las ideologías gubernamentales, de derecha, como la peruana, la rusa o la norteamericana, o de izquierda, como Cuba o Venezuela. Solo que Chávez atacó el "mal" de raíz y saltó a la yugular de los medios de comunicación, sin andarse con medias tintas ni escarceos. El que puede, puede.
Las ONG son ampliamente fiscalizadas, tanto por los organismos que las financian como por los entes oficiales en el Perú, en términos de contabilidad, licencias, etc. Pero este, evidentemente, no es el problema. El encono que traslucen las acusaciones inopinadas de García y de Rey en plena tragedia (si eso dicen ellos, ¿qué grado de independencia tendrá la APCI?), así como la energía con que apoya esa ley 'putinesca' el embajador ante la OEA, recompensado con ese cargo por no distinguir entre los ciudadanos que no piensan como él y los camélidos, proscribe cualquier equívoco. El blanco lo constituyen quienes cuestionan el accionar de algunas corporaciones, o denuncian actividades gubernamentales tales como la extraña subasta de patrulleros chinos con talleres imaginarios, compras de municiones grotescamente sobrevaluadas o reuniones siniestras como la del restaurante Fiesta. Si alguna duda cabría, los exabruptos en Ica las despejan. Ciertas organizaciones de la sociedad civil son consideradas enemigas del régimen y esta ley permitirá enmudecerlas, tal como en la Rusia corrupta y mafiosa -recuérdese el asesinato de la periodista Anna Politkovskaia- de Putin. Aquí estamos lejos del Kremlin y así debemos permanecer. El fantasma del autoritarismo ronda Palacio y hay muchos interesados en que se aposente. El riesgo no es solo para las ONG. Amenaza a todos. Incluso a los autoritarios, aunque hoy no lo sepan.
(*) De su columna aparecida hoy en el diario Perú21.
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