Experiencia Carolina por Cesar Hildebrandt (*)
Mientras escribo estas líneas me llegan, desde la radio, los ecos del caos surgido en algunos lugares de Lima y provincias después del censo secuestrador al que la taradez tuvo a bien someternos.El INEI –esa cosa, esa baba colgante de Palacio– no ha podido cumplir con pagarles ni el almuerzo ni los diez soles prometidos a miles de jóvenes empadronadores. Y los jóvenes empadronadores están rompiendo los padrones llenados, las cédulas de cientos de hogares encuestados, las notas que, en fin, al decir de los estadísticos, servirán para saber quiénes somos (como si no lo sospecháramos), cuántos somos (descontando la sangría diaria de esa diáspora que huye en busca de trabajo digno) y por qué diablos hemos hecho de la miseria de millones lo más férreo de nuestra personalidad nacional.Apago la radio cuando las llamadas no cesan dando cuenta de tomas de colegio y destrucción de documentación censal ya llenada. Es como si la gente hubiese tomado también la radio y un viento de aire fresco ventilase la cabina y borrase por un momento el tonito palaciego de los locutores, el cantito gregoriano del chicheñó por las mañanas y el detodosmodoscómono por las noches.Y ahora, ¿dónde está el malamente calumniado Matuk para que arregle todo esto? Porque ese Renán Quispe dice cosas como si tuviera un quipu atragantado y un aneurisma inminente en lo que le queda en la tutuma.Pero de eso no quería escribir esta noche de domingo. De lo que quería escribir era de la zarina anticorrupción, que a mí, como a casi todos, me parece una señora de las guapas y una magistrada de las muy decentes.Y allí viene la pregunta. Y si es de las muy decentes, ¿qué hace allí, en la redecorada Oficina Nacional Anticorrupción?Porque a mí no me van a decir que al doctor García y a los humoristas involuntarios que lo asesoran les deja insomnes el asunto de la burundanga fiscal. ¡Pero si sueñan con la burundanga! ¿No duerme García pensando en la violácea corrupción, la que va por dentro y que en 1985 se convirtió, junto con el asesinato, en una de las bellas artes de su primer reinado? Entonces que le dé al Poder Judicial el presupuesto que le ha mutilado salvajemente y que motivará que, dentro de poco, el vocal Villa Stein presente ante la OIT un reclamo por considerar la rebaja unilateral de su sueldo como causal de “despido intempestivo”. Porque García le ha quitado a los magistrados supremos el 60 por ciento de sus ingresos y ha nombrado a un auténtico búfalo como segundo de a bordo. ¿Para qué? ¿Para evitar la corrupción o, al contrario, para fomentarla?¿García camina de un lado para otro preocupadísimo por la corrupción? ¡No me digan! ¿Y entonces por qué ataca, con toda la prepotencia de la que es capaz, al contralor Genaro Matute, justo cuando la Contraloría ha hecho público un proceso en contra del robo a mano armada perpetrado en la vía expresa del Callao, asunto que compromete hasta el gaznate a Alex Kouri, aliado, amigo, confidente y asesor del doctor García? ¿Y por qué le quita presupuesto también a la Contraloría, abortando muchos proyectos de investigación?¿García tiene jaqueca porque el tema de la corrupción empieza a explicar también su inmersión en los fondos bajos de las encuestas? ¡Ajá! ¿Entonces por qué le quita presupuesto al ministerio público? Y si García es el Mio Cid de la lucha contra la corrupción, ¿por qué le ha quitado recursos y ámbitos a los procuradores que, como Omar Chehade, hicieron posible la extradición de Fujimori? Antonio Maldonado se largó, Omar Chehade quiere irse. ¿Será porque se siente muy respaldado o trabajando en el hielo? ¿Y por qué García ha nombrado como Procurador Anticorrupción a Gino Ríos Patio, aprista hasta el tuétano y fujimorista hasta donde pudo como asimilado a la FAP? ¿Y por qué tiene jaqueada a la Defensora del Pueblo, Beatriz Merino, uno de cuyos trabajos debería ser el de defendernos de las langostas? ¿Y por qué llama “perros” a los que recuerdan el pasado paramilitar de Favre? ¿Y por qué no despide al ministro de Salud? ¿Y por qué defiende hasta con las uñas a Luis Alva Castro, (a) Patrulla Barbadillo?Y entonces, ¿qué hace en todo esto Carolina Lizárraga con sus ojos mediterráneos y su hoja de vida limpia? ¿Será una decoración viva? ¿Será la coartada perfecta? Y cuando las remigiadas humedezcan las paredes del gobierno, ¿qué hará doña Carolina? ¿Se reunirá con Ríos Patio para ver qué hacer? Que Carolina se vaya a prestar a las inmundicias es impensable. Entonces la pregunta es: ¿cuánto durará? ¿Y a quién le habrá hecho el favor con su brillante (y ojalá útil en algo) presencia?
(*) Aparecido en su columna del día de hoy en el diario La Primera
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