Mina de abusos por Cesar Levano (*)
Los trabajadores de la minería han decidido declararse en huelga indefinida a partir del 5 de noviembre. Es una medida extrema, extrema y justa, porque responde a abusos desmedidos de los patrones, que cuentan con la complicidad del Ministerio de Trabajo.Los reclamos de la Federación de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Siderúrgicos son legítimos. En su centro están el respeto a la libertad sindical, la supresión de contratos tercerizados y los services, la eliminación de las jornadas atípicas, la reposición de despedidos y el derecho a la negociación colectiva.Los trabajadores denuncian que hay 85 mil mineros sometidos a jornadas de 12 horas. Un escándalo.Denuncian asimismo, citándolas con su nombre, a tres compañías que sólo después de 40 a 60 días permiten a los obreros salir de las minas para verse con su familia. Los mineros muestran casos de abuso incalificables. Por ejemplo, la minera Yanacocha, que actúa en Cajamarca, que el año pasado obtuvo más de 567 millones de dólares de utilidad neta, tiene a siete mil trabajadores sometidos a services y contratas y a salarios de 28 soles por jornada de 12 horas. La Federación rechaza la acusación de la ministra de Trabajo, Susana Pinilla, de que la huelga es política.El punto no es ése. Cuando la ministra ampara los abusos de la gran minería, ¿acaso pregunta por la filiación política de los empresarios?¿Ignora la ministra que en un tiempo el sindicalismo minero estuvo dominado por el aprismo? Lo sé porque en 1948 trabajé en La Oroya editando el periódico El Metalúrgico, órgano del sindicato, y estuve vinculado a todo el movimiento minero del Centro, que tenía su foco neurálgico en esa urbe proletaria. Las dictaduras tomaron el predominio aprista como pretexto para reprimir, a la vez, al APRA y al sindicalismo.La ministra, graduada en Ciencias Sociales en San Marcos, sabe que una reclamación que abarca a un sector productivo entero es política. Si los trabajadores exigen aumento de salario a un solo patrón, ésa es una huelga puramente económica. Pero si el pliego reivindicativo demanda jornada de ocho horas para toda una rama gremial, o libertad sindical, la paralización tiene carácter político.También las empresas, cuando piden –y obtienen– ventajas (por ejemplo, que no se les imponga un impuesto a las sobreutilidades) hacen política, política impura, sesgada por la injusticia, aceitada a veces por las coimas.La huelga minera arroja una luz cruda sobre estas palabras del presidente Alan García: “rechazamos la demagogia que dice que la minería no puede convivir con la naturaleza o con el ser humano”. Las denuncias de los trabajadores revelan quiénes ejercen la demagogia y quiénes no saben convivir con el ser humano y la naturaleza.
(*) Aparecido hoy en la columna del Director del diario La Primera
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