¿La Estafa Seguirá Impune? (*)
El 22 de diciembre del 2005, el Estado peruano le pagó a Baruch Ivcher Bronstein S/. 20 millones alegando que el gobierno fujimorista violó el presunto “derecho a la nacionalidad consagrado en los artículos 20.1 y 20.3 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos”, tal y como había resuelto la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el 6 de febrero del 2001.
El problema, sin embargo, es que Ivcher engañó a las autoridades migratorias peruanas y a los jueces del tribunal supranacional. En realidad, nunca se nacionalizó peruano, como mandaban (y mandan) las leyes vigentes. Eso, por supuesto, acarrea grandes consecuencias.
EL DOMINGO 9 DE SETIEMBRE, el embajador de Israel en el Perú, Walid Mansour, invitó a miembros de la colonia judía a su departamento en El Golf para celebrar el Rosh Hashanah, el Año Nuevo Judío. Uno de lo concurrentes fue Baruch Ivcher. Cuando la fotógrafa de CARETAS, Ruth Enciso, que suele cubrir este tipo de reuniones, se acercó amablemente al dueño de Canal 2, éste montó en cólera. Tapándole la cámara gritó violentamente: “¡Déjame en paz! Estás en mi territorio. ¡Fuera!”.
Los improperios continuaron. Hasta el camarógrafo de su propio canal fue víctima de la furia de Ivcher: “¿Tú qué filmas? ¡Idiota, borra todo!”, le gritó. Enciso, sorprendida, emprendió retirada ante un sumamente apenado embajador Mansour que pedía disculpas en nombre de su compatriota.
"El Estado debe iniciar un proceso para lograr la devolución de millonaria indemnización pagada en base a una mentira".
Pero razón no le faltaba a Ivcher. No en el agravio a una periodista, claro está, sino en el hecho de que se encontraba en su territorio. Y es que, como se verá a continuación, nunca renunció a su nacionalidad israelí.
El problema, sin embargo, es que Ivcher engañó a las autoridades migratorias peruanas y a los jueces del tribunal supranacional. En realidad, nunca se nacionalizó peruano, como mandaban (y mandan) las leyes vigentes. Eso, por supuesto, acarrea grandes consecuencias.
EL DOMINGO 9 DE SETIEMBRE, el embajador de Israel en el Perú, Walid Mansour, invitó a miembros de la colonia judía a su departamento en El Golf para celebrar el Rosh Hashanah, el Año Nuevo Judío. Uno de lo concurrentes fue Baruch Ivcher. Cuando la fotógrafa de CARETAS, Ruth Enciso, que suele cubrir este tipo de reuniones, se acercó amablemente al dueño de Canal 2, éste montó en cólera. Tapándole la cámara gritó violentamente: “¡Déjame en paz! Estás en mi territorio. ¡Fuera!”.
Los improperios continuaron. Hasta el camarógrafo de su propio canal fue víctima de la furia de Ivcher: “¿Tú qué filmas? ¡Idiota, borra todo!”, le gritó. Enciso, sorprendida, emprendió retirada ante un sumamente apenado embajador Mansour que pedía disculpas en nombre de su compatriota.
"El Estado debe iniciar un proceso para lograr la devolución de millonaria indemnización pagada en base a una mentira".
Pero razón no le faltaba a Ivcher. No en el agravio a una periodista, claro está, sino en el hecho de que se encontraba en su territorio. Y es que, como se verá a continuación, nunca renunció a su nacionalidad israelí.
LUEGO DE MESES DE TRÁMITES burocráticos, y gracias a las gestiones del cónsul polaco Piotr Nawrocki, CARETAS obtuvo un documento oficial de la Agencia de Seguridad Interna del Ministerio del Interior de la República de Polonia. El reporte, hasta hoy desconocido, confirma que, el 24 de junio del 2000, Ivcher ingresó a Varsovia “como ciudadano israelí, utilizando el pasaporte israelí N° 9013330” (Ver facsímil 2).
Ya en febrero del 2006 CARETAS 1912 había alertado sobre esta novedad. Entonces, se publicó una foto en blanco y negro, en la que podía observarse a Ivcher, pasaporte en mano, en el aeropuerto de Varsovia. Según fuentes consultadas, dicho documento era azul israelí y no guinda peruano. Una de las tomas de la secuencia, captada por Jorge ‘Coqui’ Toledo, sobrino del ex presidente, así lo demostraba. Sin embargo, ese negativo a color desapareció misteriosamente.
Ahora, el documento polaco no deja lugar a dudas: Ivcher Bronstein, dueño de Frecuencia Latina, nunca dejó se ser ciudadano de Israel.
Ya en febrero del 2006 CARETAS 1912 había alertado sobre esta novedad. Entonces, se publicó una foto en blanco y negro, en la que podía observarse a Ivcher, pasaporte en mano, en el aeropuerto de Varsovia. Según fuentes consultadas, dicho documento era azul israelí y no guinda peruano. Una de las tomas de la secuencia, captada por Jorge ‘Coqui’ Toledo, sobrino del ex presidente, así lo demostraba. Sin embargo, ese negativo a color desapareció misteriosamente.
Ahora, el documento polaco no deja lugar a dudas: Ivcher Bronstein, dueño de Frecuencia Latina, nunca dejó se ser ciudadano de Israel.
Qué significa esto? Que faltó a la verdad cuando, el 6 de diciembre de 1984, declaró lo siguiente ante el notario Máximo Luis Vargas: “Renuncio a la nacionalidad israelí, pues mi deseo es adoptar la nacionalidad peruana y para lo cual desde ya, me someto a las leyes del Perú, renunciando en forma expresa al principio de doble nacionalidad en el caso de que en mi país de origen subsista la nacionalidad a la cual renuncio”. (Ver facsímil 3)
La legislación de 1984 exigía que todo extranjero que quisiera optar por la nacionalidad peruana debía renunciar a la propia. Pero Ivcher no lo hizo.
En 1997, el régimen de Alberto Fujimori, basándose en la Ley de Radio y Televisión Nº 28278, según la cual el control de un medio televisivo nacional debe estar en manos de peruanos, les entregó a los hermanos Mendel y Samuel Winter, socios de Ivcher, el canal en disputa.
De esa forma terminó una relación entre el broadcaster y el régimen al que había apoyado entusiastamente desde el autogolpe del 5 de abril de 1992.
La armonía entre la televisora de San Felipe y el oficialismo comenzó a agriarse en 1996, época en la que el gobierno dictatorial estaba por realizar la millonaria compra de los aviones bielorrusos MiG-29.
Ivcher atacó hasta al camarógrafo de su propio canal. "¡Tú qué filmas! Idiota, borra todo", le gritó.
Lo concreto es que los amigos de antes se pelearon y la consecuencia fue la revocatoria de la nacionalidad de Ivcher. Claro está que Montesinos y compañía ejecutaron la operación con el evidente propósito de castigar al empresario que había decidido cambiar la línea editorial de su canal para fustigar al gobierno. Pero lo hicieron con tanta torpeza que convirtieron el caso Ivcher en un asunto que alcanzó ribetes internacionales, y a él, en un héroe de la libertad de prensa.
Medios de comunicación, intelectuales, políticos se movilizaron por su causa. Incluso CARETAS dedicó carátulas y artículos a denunciar el atropello. Bien guardadito tenía Ivcher su pasaporte israelí. Engañó a todos, nacionales y extranjeros, entre ellos a la propia CIDH.
Diez años después, a la luz de los documentos exclusivos que CARETAS presenta en esta edición, no quedan dudas de que el régimen fujimorista tuvo razón. Es lamentable reconocerlo, pero es un hecho real.
Las pérdidas de la nacionalidad y el canal llevaron a Ivcher a demandar al Estado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Luego de varios años de litigio y tras la caída de Fujimori y Montesinos, en febrero del 2001 la CIDH reconoció que debía pagársele US$ 20,000 por daño moral y US$ 50,000 como reintegro de costas y gastos. Nada más.
La CIDH recomendó que se le pagaran US$ 70,000 pero Ivcher pidió mucho más: US$ 46 millones.
El entonces agente del Estado ante la CIDH, Francisco Eguiguren Praeli, consignó el cheque de inmediato, pero Ivcher arguyó que le correspondía US$ 46 millones. El Congreso emitió una ley con nombre propio y posibilitó la creación de un tribunal arbitral para ver el caso (CARETAS 1895).
Felipe Osterling, Jorge Avendaño y Jorge Santistevan, los árbitros, consideraron que el Estado debía pagarle a Ivcher US$ 6’300,000, al cambio S/. 20 millones con 300,000. El Ministerio de Economía fue notificado el 22 de diciembre y, ese mismo día, el cheque fue girado.
LAS CONSECUENCIAS DE esta estafa son varias y graves. En primer lugar, según opinión de diversos internacionalistas, obligatoriamente el Estado peruano debe iniciar un proceso para lograr la devolución de los S/. 20 millones que, como ya quedó demostrado, fueron pagados en base a una estafa.
Ivcher, al no haber renunciado a la nacionalidad israelí, por ley, llegaría a perder la peruana.
Está, además, la situación accionarial de Frecuencia Latina. La legislación peruana sigue sin permitir que extranjeros ostenten la propiedad de una televisora. El caso sería un déjà vu que dada la magnitud del engaño cometido por Ivcher (y delito: falsedad ideológica, según el artículo 428 del Código Penal), no contará con el apoyo que suscitó en 1997.
Esta vez, el Ministerio Público y el gobierno no podrán pasar por alto esta situación. El agente del Estado ante la Corte Interamericana, Luis Alberto Salgado, debe pronunciarse.
En 1997, ante la posibilidad de ser descubierto, Ivcher aseguró que la ley 9148 –que cancelaba la nacionalización si la persona hacía uso de su anterior nacionalidad– había sido derogada el 2 de enero de 1996. Abogados consultados por CARETAS en febrero del 2006 señalaron que esta caducidad era irrelevante. Además, es iluso pensar que el 24 de junio del 2000 fue la primera vez que Ivcher usó su pasaporte israelí.
Hace 60 años, Perú fue uno de los primeros países en apoyar la creación del Estado de Israel. E hizo bien. Luego de una racha de tragedias y conflictos, los hebreos tenían derecho a un territorio nacional. El asunto ventilado ahora por CARETAS no tiene aire antisemita. Se trata de desenmascarar a quien por tanto tiempo creyó que podía salirse con la suya, engañar a un gobierno y cobrarle un millonario botín. (Patricia Caycho).
La legislación de 1984 exigía que todo extranjero que quisiera optar por la nacionalidad peruana debía renunciar a la propia. Pero Ivcher no lo hizo.
En 1997, el régimen de Alberto Fujimori, basándose en la Ley de Radio y Televisión Nº 28278, según la cual el control de un medio televisivo nacional debe estar en manos de peruanos, les entregó a los hermanos Mendel y Samuel Winter, socios de Ivcher, el canal en disputa.
De esa forma terminó una relación entre el broadcaster y el régimen al que había apoyado entusiastamente desde el autogolpe del 5 de abril de 1992.
La armonía entre la televisora de San Felipe y el oficialismo comenzó a agriarse en 1996, época en la que el gobierno dictatorial estaba por realizar la millonaria compra de los aviones bielorrusos MiG-29.
Ivcher atacó hasta al camarógrafo de su propio canal. "¡Tú qué filmas! Idiota, borra todo", le gritó.
Lo concreto es que los amigos de antes se pelearon y la consecuencia fue la revocatoria de la nacionalidad de Ivcher. Claro está que Montesinos y compañía ejecutaron la operación con el evidente propósito de castigar al empresario que había decidido cambiar la línea editorial de su canal para fustigar al gobierno. Pero lo hicieron con tanta torpeza que convirtieron el caso Ivcher en un asunto que alcanzó ribetes internacionales, y a él, en un héroe de la libertad de prensa.
Medios de comunicación, intelectuales, políticos se movilizaron por su causa. Incluso CARETAS dedicó carátulas y artículos a denunciar el atropello. Bien guardadito tenía Ivcher su pasaporte israelí. Engañó a todos, nacionales y extranjeros, entre ellos a la propia CIDH.
Diez años después, a la luz de los documentos exclusivos que CARETAS presenta en esta edición, no quedan dudas de que el régimen fujimorista tuvo razón. Es lamentable reconocerlo, pero es un hecho real.
Las pérdidas de la nacionalidad y el canal llevaron a Ivcher a demandar al Estado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Luego de varios años de litigio y tras la caída de Fujimori y Montesinos, en febrero del 2001 la CIDH reconoció que debía pagársele US$ 20,000 por daño moral y US$ 50,000 como reintegro de costas y gastos. Nada más.
La CIDH recomendó que se le pagaran US$ 70,000 pero Ivcher pidió mucho más: US$ 46 millones.
El entonces agente del Estado ante la CIDH, Francisco Eguiguren Praeli, consignó el cheque de inmediato, pero Ivcher arguyó que le correspondía US$ 46 millones. El Congreso emitió una ley con nombre propio y posibilitó la creación de un tribunal arbitral para ver el caso (CARETAS 1895).
Felipe Osterling, Jorge Avendaño y Jorge Santistevan, los árbitros, consideraron que el Estado debía pagarle a Ivcher US$ 6’300,000, al cambio S/. 20 millones con 300,000. El Ministerio de Economía fue notificado el 22 de diciembre y, ese mismo día, el cheque fue girado.
LAS CONSECUENCIAS DE esta estafa son varias y graves. En primer lugar, según opinión de diversos internacionalistas, obligatoriamente el Estado peruano debe iniciar un proceso para lograr la devolución de los S/. 20 millones que, como ya quedó demostrado, fueron pagados en base a una estafa.
Ivcher, al no haber renunciado a la nacionalidad israelí, por ley, llegaría a perder la peruana.
Está, además, la situación accionarial de Frecuencia Latina. La legislación peruana sigue sin permitir que extranjeros ostenten la propiedad de una televisora. El caso sería un déjà vu que dada la magnitud del engaño cometido por Ivcher (y delito: falsedad ideológica, según el artículo 428 del Código Penal), no contará con el apoyo que suscitó en 1997.
Esta vez, el Ministerio Público y el gobierno no podrán pasar por alto esta situación. El agente del Estado ante la Corte Interamericana, Luis Alberto Salgado, debe pronunciarse.
En 1997, ante la posibilidad de ser descubierto, Ivcher aseguró que la ley 9148 –que cancelaba la nacionalización si la persona hacía uso de su anterior nacionalidad– había sido derogada el 2 de enero de 1996. Abogados consultados por CARETAS en febrero del 2006 señalaron que esta caducidad era irrelevante. Además, es iluso pensar que el 24 de junio del 2000 fue la primera vez que Ivcher usó su pasaporte israelí.
Hace 60 años, Perú fue uno de los primeros países en apoyar la creación del Estado de Israel. E hizo bien. Luego de una racha de tragedias y conflictos, los hebreos tenían derecho a un territorio nacional. El asunto ventilado ahora por CARETAS no tiene aire antisemita. Se trata de desenmascarar a quien por tanto tiempo creyó que podía salirse con la suya, engañar a un gobierno y cobrarle un millonario botín. (Patricia Caycho).
1-La Certificación Polaca.- Izquierda: Documento de la Agencia de Seguridad Interna del Ministerio del Interior de la República de Polonia. Acredita que, el 24 de junio del 2000, Ivcher presentó en el aeropuerto de Varsovia el pasaporte israelí N° 9013330. Arriba, carta del cónsul polaco, Piotr Nawrocki, en el que se consigna la traducción del oficio en mención. El empresario engañó al país cuando declaró ante notario que había renunciado a su nacionalidad israelí.
2- Ivcher, en diciembre de 1984, renunció a su nacionalidad israelí ante notario público para adoptar la peruana. Abajo: Corte Interamericana lo creyó peruano y condenó al Estado Peruano.
(*) DE LA REVISTA CARETAS . ULTIMO NUMERO.
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