El equipo de García por César Hildebrandt (*)
La selección peruana de fútbol es como una promesa del doctor García: se incumple estrictamente. El tiempo en un gobierno de Alan García tiene cara de víspera y aspecto de promesa crónica. El primer tiempo de la selección peruana fue como la segunda vuelta del 2006: puro cuento alanista.García dijo que si lo elegían cambiarían las cosas. Pizarro dijo que si lo ponían le callaría la boca a sus detractores. Sospecho que García juega en el Chelsea y que Pizarro nos sigue gobernando.“Le taparé la boca a los que me insultan”, dijo Pizarro. Por supuesto, terminó tapándose a sí mismo. Y es que Pizarro juega de espaldas al arco pero no sabe girar. Ni compartir. Ni vaticinar. No es un delantero que resuelva sino un aprovechador de algún pase de la muerte que le pueda caer.Antes del partido, Chemo del Solar dijo rotundamente: “Un empate ante Brasil no nos serviría de mucho”. Después del empate, parecía feliz y triunfador. Igual casi que el Dr. García, quien en plena campaña electoral firmó los siguientes compromisos:-El jefe del gabinete no será aprista.-No se llenará el Estado de militantes apristas.-Las horas extras se pagarán religiosamente.-Se dará facultades constituyentes al nuevo Congreso para restablecer la Constitución de 1979.-Comenzarán grandes proyectos para darles empleo productivo a la mayor cantidad de jóvenes.-Se continuará el exitoso programa Techo Propio.-Se implementará los programas Volver a leer y El libro de a Sol.-Los sueldos de la Policía se homologarán con los de las Fuerzas Armadas.-Habrá clases los días sábados en la escuela pública.-Se creará el programa Mi Empresa, un impulso decisivo para las Pymes.-Se revisará cada línea del TLC y se negará la firma del Perú si se comprueba que hace daño a intereses nacionales como los de la agricultura.-Los créditos industriales del Banco de la Nación serán más baratos, por los intereses, que los de la banca comercial.-Se lanzará el programa Mi Pensión, que le permitirá a los choferes jubilados cobrar, con veinte años de aportaciones, una pensión mensual de 500 soles. El monto de las papeletas será proporcional al ingreso de cada transportista.-Se renegociará el contrato de Camisea para bajar “el exagerado” precio del gas.-Todo el concepto del service tiene que ser revisado para lograr su reducción progresiva y, al final, su eliminación.-Etcétera, etcétera, etcétera.Es decir, lo mismo que en el fútbol. Porque en la teoría de los patriotas de la pelota Farfán debiera ser un goleador, Jayo Legario un Matusalén prodigioso, Lobatón una estrella del reparto. Y el equipo, un ballet que evocara a Puskas y a Sívori.No hay nada de eso. Lo que hay es un equipo con algunos pundonorosos y muchas lagunas. Un equipo donde sorprenden, precisamente, aquellos que la prensa de siempre quiso poner en duda: Penny, Salas, Mendoza. Y donde se salvan, como casi siempre, Solano, Rodríguez, Vargas, Acasiete y Guerrero.Lo que quiere decir que Perú juega con un delantero (Guerrero) y una corte de fantasmas que pretende acompañarlo pero que yerra con ganas y sin ninguna vergüenza. Mientras eso suceda los goles de este equipo los hará Vargas de carambola. Y seguiremos empatando como locales con una pelota en la cruceta del arco propio en el último minuto. Y diciendo, ahora sí, que el empate es heroico y la renta magnífica.Porque hasta en el fútbol el Perú es, por ahora, una sarta de promesas. Y Chemo es el Dr. García con veinte años menos y vestido en Él. Tanto en la política como en el fútbol los peruanos aceptamos, con facilidad inexplicable para extraños, la mentira premeditada y hasta el vil engaño. Quizás sea porque la mentira nos es familiar desde los orígenes mismos del Perú independiente: fuimos más realistas que republicanos y nuestro país, desintegrado, ha sido más un espejismo terapéutico que una realidad. ¿Sería muy ligero decir que prometer en vano es fácil en un país de mentira?“Todo partido es ganable” decía ayer “El Comercio”. Perogrullo lo habría dicho con ironía: “Todo partido es empatable”. Y su editor deportivo añadió: “Háganle marca personal a Kaká”. Tampoco le hicieron caso en este rubro.Por la tarde-noche algunas radios expresaban su estoico contento. Como toda la vida.Y para Quito ya somos favoritos, bolo puesto, arriba Perú. Porque en este reino pasmado, el fútbol y la política parten de la misma superstición multitudinaria: Dios es peruano. Cuando la verdad es que si Dios fuera peruano todos los días amanecería a deshora.
(*) Aparecido en su columna del diario La Primera
No hay comentarios:
Publicar un comentario