Me saqué un peso de encima por Renato Cisneros (*)
Para un político, estilizar la silueta no es precisamente la mejor manera de cobrar cierto protagonismo mediático. Sin embargo, ocurre. Estos cuatro casos así lo corroboran.
No sabemos si ha sido en defensa de la democracia, pero no hay duda de que los señorones que aparecen aquí se han fajado.
La gordura de los políticos dejó de ser un tema periodísticamente intrascendente y baladí hace una semana, cuando el propio presidente Alan García comentó que a su ministro de Vivienda, Hernán Garrido Lecca, la tensión producida por su notable adelgazamiento lo había llevado a pronunciar el errático anuncio de su salida del Gabinete.
"La reducción de peso casi brutal le hace hablar cosas de las que luego se arrepiente", dijo García, dando una interpretación francamente singular de las declaraciones del ministro.
No contento con eso, el mandatario calificó a Garrido Lecca de hiperactivo y --en el colmo de la infidencia-- contó que había vencido el sobrepeso sometiéndose a unas "operaciones".
"Posiblemente se dejó llevar por las emociones y la conmoción", agregó el (no precisamente esbelto) jefe de Estado.
Unas horas más tarde y antes de mudar su despacho a Pisco, Garrido Lecca aclaró ante la prensa que su nueva figura era el resultado de una intervención quirúrgica en la que le extrajeron un tumor benigno.
LA PINTA ES LO DE MÁS Aunque el caso del titular de Vivienda es ciertamente el más llamativo (habría bajado cerca de 30 kilos), él no ha sido el único en afinar la silueta en los últimos meses. Su colega en la cartera de Transportes, Verónica Zavala, bajó 20 kilos en 10 meses y también luce desde hace semanas una figura más saludable.
En general, podría pensarse que, antes que a una disciplinada dieta, el adelgazamiento en un político obeso se debe a la tensión, intensidad y responsabilidad que sus funciones suscitan. El médico internista español, especialista en nutrición, Domingo Carrera Morán --quien ha visto pasar a varios políticos por su consultorio-- opina que cuando las personas con trayectoria de sobrepeso están expuestas a un trepidante ritmo laboral pueden suceder dos cosas: o el metabolismo se acelera y consume las grasas, o la ansiedad se traduce en hambre y exacerba la gordura.
"Aunque los políticos quisieran tener un estilo de vida más tranquilo, no pueden. Por eso, o adquieren el sobrepeso o lo aumentan. De otro lado, tienen mucho trajín y estrés, y no saben manejarlo, eso les crea riesgo de salud. Están en el punto de mira y, quizá por vanidad, también buscan estar bien. Muchos lo intentan y se les complica".
En el caso de Garrido Lecca, el doctor Carrera sospecha que el ministro ha echado mano de una banda gástrica: ese cordón de silicona que se coloca alrededor del estómago, frunciéndolo y haciendo más estrecho el canal por el que pasan los alimentos.
"Una bajada tan rápida suele ser por algún tipo de tratamiento dietético muy especial, aunque si la dieta es saludable, tan rápido no se baja. Con pastillas muy potentes podría ser, porque hacen que uno casi no coma, pero aquí tal vez ha habido una cirugía. Recordemos que con una banda gástrica la capacidad del estómago se reduce a la mitad y la gente come mucho menos, pues tiene que estar un mes sin masticar, con dietas líquidas".
Diferentes son las conjeturas de Carrera cuando le preguntamos por Verónica Zavala, a quién sí trató directamente.
"Antes de ser ministra, Verónica Zavala trabajó intensamente en su sobrepeso, pero la presión laboral le hacía desordenarse y comer más. Hizo varios tratamientos, y al final optó por la banda gástrica", señala.
Otra ministra que él también ha tratado es Mercedes Aráoz, titular de Comercio Exterior, quien --confesión de parte-- siempre ha sufrido con el tema de las dietas debido a su permanente tendencia a engordar. "Ella cuida su alimentación, porque quiere verse bien. Puedo dar fe de que pone toda la voluntad del mundo, pues es una mujer muy ordenada, pero a veces hay semanas en que me dice que tiene desayunos y almuerzos de trabajo que le desordenan la dieta".
ROBERTO Y BEATRIZ Otros dos casos que ningún memorioso pasaría por alto son el ex primer ministro Roberto Dañino y la actual Defensora del Pueblo, Beatriz Merino.
Como se recuerda, cuando Dañino llegó a la presidencia del primer Gabinete de Alejandro Toledo lucía una robustez peligrosamente adiposa, pero luego de algún tiempo fuera del país reapareció en los cocteles sociales hecho una figurita. El doctor Carrera sabe a qué se debió tan increíble cambio de apariencia.
"El caso de Dañino lo conozco, porque él se colocó la banda gástrica y se operó con un buen cirujano amigo mío. A él le ha ido muy bien, porque siguió las indicaciones y bajó mucho. Sé que está muy contento, pues cambió su vida por completo".
Según Carrera, la colocación de la banda debe ir acompañada de una serie de controles posteriores, sin los cuales el paciente corre el alto riesgo de recuperar los kilos perdidos. Una alternativa --más práctica, asegura él-- es la gastrectomía en manga.
"Con esta operación se quita una parte pequeña del estómago. Ahí no necesitas controles y es más natural el recorrido de los alimentos. Eso sí, el peso ya no se recupera", precisa.
En el caso de Beatriz Merino, por otro lado, podríamos decir que ha tenido dos grandes episodios en su batalla contra el peso: el primero fue hacia fines de los 90, en esa etapa llegó a bajar hasta 55 kilos. Tan radical fue el cambio que algunos dominicales televisivos le dedicaron reportajes en los que ella mostraba, orgullosísima, los abultados pantalones de talla 'extra large' a los que acababa de dar de baja.
Merino volvió a engordar, y su segundo adelgazamiento se produjo en el lapso que dejó la presidencia del Consejo de Ministros y pasó a ocupar la jefatura de la Defensoría. Se dice que jamás se operó, sino que siguió dietas estrictas que le permitieron bajar cerca de 30 kilos.
ZAVALA 'RELOADED' De todos los personajes citados, solo uno accedió a conversar con nosotros: Verónica Zavala (Dañino está fuera del país, Garrido Lecca se mostró telefónicamente indispuesto, la recargada agenda de Merino le impidió dedicarnos unos minutos).
Sin la más mínima incomodidad, la ministra de Transportes cuenta que ella se operó de la vesícula y aprovechó para colocarse la mencionada banda gástrica.
Ella dice que el suyo es el mejor ministerio para hacer dieta, porque no hay ningún local cerca del edificio central que despierte las ganas de comer algo. "Es mejor ahora que cuando trabajaba en la PCM, porque ahí tenía al restaurante Tanta a tiro de piedra".
Con 40 años recién cumplidos, ha decidido renovar sus regímenes alimenticios y controlar sus hábitos para procurar una vida menos traqueteada.
"Tengo que comer más sano. Me he propuesto tener una vida más saludable, quiero evitar la diabetes; en mi familia hay varias personas con diabetes".
Su próxima meta es dejar el cigarrillo. "No se puede hacer todo al mismo tiempo", bromea.
Desde aquí recomendamos al presidente Alan García emular el ejemplo de sus ministros y ponerse bajo las órdenes de un nutricionista. Si él es la imagen del Estado Peruano, pues reclamamos un Estado presentable o, por lo menos, no tan amondongado. Un presidente que no deja de engordar y una congresista que paró de comerHe aquí dos casos que merecen especial atención: Alan García y Keiko Fujimori. El primero --ya se ha dicho-- está camino a doblar el peso y contextura que luciera en su primera gestión, y esa sola probabilidad podría alcanzar (médica y estéticamente hablando) niveles catastróficos.
Mientras sus ministros adelgazan, él parece recoger los kilos que el resto va perdiendo.
Por otro lado está la hija de Alberto Fujimori. Todos recuerdan que el año 2000, en el tramo final del último gobierno del 'Chino', durante las marchas estudiantiles se puso de moda una arenga inolvidable: "El pueblo tiene hambre y Keiko está muy gorda".
La ciudadanía estaba, pues, en contra del régimen político del padre y en contra del régimen alimenticio de la hija.
Keiko bajó de peso asombrosamente. En un texto de "Etiqueta Negra", se cuenta que , interpelada por una curiosa esposa de un ex ministro de Fujimori, dijo: "Mi dieta se llama Montesinos".
La gordura de los políticos dejó de ser un tema periodísticamente intrascendente y baladí hace una semana, cuando el propio presidente Alan García comentó que a su ministro de Vivienda, Hernán Garrido Lecca, la tensión producida por su notable adelgazamiento lo había llevado a pronunciar el errático anuncio de su salida del Gabinete.
"La reducción de peso casi brutal le hace hablar cosas de las que luego se arrepiente", dijo García, dando una interpretación francamente singular de las declaraciones del ministro.
No contento con eso, el mandatario calificó a Garrido Lecca de hiperactivo y --en el colmo de la infidencia-- contó que había vencido el sobrepeso sometiéndose a unas "operaciones".
"Posiblemente se dejó llevar por las emociones y la conmoción", agregó el (no precisamente esbelto) jefe de Estado.
Unas horas más tarde y antes de mudar su despacho a Pisco, Garrido Lecca aclaró ante la prensa que su nueva figura era el resultado de una intervención quirúrgica en la que le extrajeron un tumor benigno.
LA PINTA ES LO DE MÁS Aunque el caso del titular de Vivienda es ciertamente el más llamativo (habría bajado cerca de 30 kilos), él no ha sido el único en afinar la silueta en los últimos meses. Su colega en la cartera de Transportes, Verónica Zavala, bajó 20 kilos en 10 meses y también luce desde hace semanas una figura más saludable.
En general, podría pensarse que, antes que a una disciplinada dieta, el adelgazamiento en un político obeso se debe a la tensión, intensidad y responsabilidad que sus funciones suscitan. El médico internista español, especialista en nutrición, Domingo Carrera Morán --quien ha visto pasar a varios políticos por su consultorio-- opina que cuando las personas con trayectoria de sobrepeso están expuestas a un trepidante ritmo laboral pueden suceder dos cosas: o el metabolismo se acelera y consume las grasas, o la ansiedad se traduce en hambre y exacerba la gordura.
"Aunque los políticos quisieran tener un estilo de vida más tranquilo, no pueden. Por eso, o adquieren el sobrepeso o lo aumentan. De otro lado, tienen mucho trajín y estrés, y no saben manejarlo, eso les crea riesgo de salud. Están en el punto de mira y, quizá por vanidad, también buscan estar bien. Muchos lo intentan y se les complica".
En el caso de Garrido Lecca, el doctor Carrera sospecha que el ministro ha echado mano de una banda gástrica: ese cordón de silicona que se coloca alrededor del estómago, frunciéndolo y haciendo más estrecho el canal por el que pasan los alimentos.
"Una bajada tan rápida suele ser por algún tipo de tratamiento dietético muy especial, aunque si la dieta es saludable, tan rápido no se baja. Con pastillas muy potentes podría ser, porque hacen que uno casi no coma, pero aquí tal vez ha habido una cirugía. Recordemos que con una banda gástrica la capacidad del estómago se reduce a la mitad y la gente come mucho menos, pues tiene que estar un mes sin masticar, con dietas líquidas".
Diferentes son las conjeturas de Carrera cuando le preguntamos por Verónica Zavala, a quién sí trató directamente.
"Antes de ser ministra, Verónica Zavala trabajó intensamente en su sobrepeso, pero la presión laboral le hacía desordenarse y comer más. Hizo varios tratamientos, y al final optó por la banda gástrica", señala.
Otra ministra que él también ha tratado es Mercedes Aráoz, titular de Comercio Exterior, quien --confesión de parte-- siempre ha sufrido con el tema de las dietas debido a su permanente tendencia a engordar. "Ella cuida su alimentación, porque quiere verse bien. Puedo dar fe de que pone toda la voluntad del mundo, pues es una mujer muy ordenada, pero a veces hay semanas en que me dice que tiene desayunos y almuerzos de trabajo que le desordenan la dieta".
ROBERTO Y BEATRIZ Otros dos casos que ningún memorioso pasaría por alto son el ex primer ministro Roberto Dañino y la actual Defensora del Pueblo, Beatriz Merino.
Como se recuerda, cuando Dañino llegó a la presidencia del primer Gabinete de Alejandro Toledo lucía una robustez peligrosamente adiposa, pero luego de algún tiempo fuera del país reapareció en los cocteles sociales hecho una figurita. El doctor Carrera sabe a qué se debió tan increíble cambio de apariencia.
"El caso de Dañino lo conozco, porque él se colocó la banda gástrica y se operó con un buen cirujano amigo mío. A él le ha ido muy bien, porque siguió las indicaciones y bajó mucho. Sé que está muy contento, pues cambió su vida por completo".
Según Carrera, la colocación de la banda debe ir acompañada de una serie de controles posteriores, sin los cuales el paciente corre el alto riesgo de recuperar los kilos perdidos. Una alternativa --más práctica, asegura él-- es la gastrectomía en manga.
"Con esta operación se quita una parte pequeña del estómago. Ahí no necesitas controles y es más natural el recorrido de los alimentos. Eso sí, el peso ya no se recupera", precisa.
En el caso de Beatriz Merino, por otro lado, podríamos decir que ha tenido dos grandes episodios en su batalla contra el peso: el primero fue hacia fines de los 90, en esa etapa llegó a bajar hasta 55 kilos. Tan radical fue el cambio que algunos dominicales televisivos le dedicaron reportajes en los que ella mostraba, orgullosísima, los abultados pantalones de talla 'extra large' a los que acababa de dar de baja.
Merino volvió a engordar, y su segundo adelgazamiento se produjo en el lapso que dejó la presidencia del Consejo de Ministros y pasó a ocupar la jefatura de la Defensoría. Se dice que jamás se operó, sino que siguió dietas estrictas que le permitieron bajar cerca de 30 kilos.
ZAVALA 'RELOADED' De todos los personajes citados, solo uno accedió a conversar con nosotros: Verónica Zavala (Dañino está fuera del país, Garrido Lecca se mostró telefónicamente indispuesto, la recargada agenda de Merino le impidió dedicarnos unos minutos).
Sin la más mínima incomodidad, la ministra de Transportes cuenta que ella se operó de la vesícula y aprovechó para colocarse la mencionada banda gástrica.
Ella dice que el suyo es el mejor ministerio para hacer dieta, porque no hay ningún local cerca del edificio central que despierte las ganas de comer algo. "Es mejor ahora que cuando trabajaba en la PCM, porque ahí tenía al restaurante Tanta a tiro de piedra".
Con 40 años recién cumplidos, ha decidido renovar sus regímenes alimenticios y controlar sus hábitos para procurar una vida menos traqueteada.
"Tengo que comer más sano. Me he propuesto tener una vida más saludable, quiero evitar la diabetes; en mi familia hay varias personas con diabetes".
Su próxima meta es dejar el cigarrillo. "No se puede hacer todo al mismo tiempo", bromea.
Desde aquí recomendamos al presidente Alan García emular el ejemplo de sus ministros y ponerse bajo las órdenes de un nutricionista. Si él es la imagen del Estado Peruano, pues reclamamos un Estado presentable o, por lo menos, no tan amondongado. Un presidente que no deja de engordar y una congresista que paró de comerHe aquí dos casos que merecen especial atención: Alan García y Keiko Fujimori. El primero --ya se ha dicho-- está camino a doblar el peso y contextura que luciera en su primera gestión, y esa sola probabilidad podría alcanzar (médica y estéticamente hablando) niveles catastróficos.
Mientras sus ministros adelgazan, él parece recoger los kilos que el resto va perdiendo.
Por otro lado está la hija de Alberto Fujimori. Todos recuerdan que el año 2000, en el tramo final del último gobierno del 'Chino', durante las marchas estudiantiles se puso de moda una arenga inolvidable: "El pueblo tiene hambre y Keiko está muy gorda".
La ciudadanía estaba, pues, en contra del régimen político del padre y en contra del régimen alimenticio de la hija.
Keiko bajó de peso asombrosamente. En un texto de "Etiqueta Negra", se cuenta que , interpelada por una curiosa esposa de un ex ministro de Fujimori, dijo: "Mi dieta se llama Montesinos".
LA FRASE "El presidente es un gran candidato para ponerse la banda gástrica"
DOMINGO CARRERA MÉDICO NUTRICIONISTA
(*) Aparecido en el diario El Comercio .
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