martes, 28 de junio de 2022

EL DIARIO OBSCURO DE MI CORAZONCITO (SIN PIEDAD)

El lado obscuro de mi corazoncito (*)

Hugo Del Portal 

Diario por entregas (primer deschave)

Caridad? ¡de acaaaa!

Me detiene por la calle un muchacho, de esos que tienen cara de buena gente. Viste una casaca azulina y de un lancher en su pecho pende un carnet de la UNICEF. 

Me explica algo que todos sabemos: El mundo es y será una porquería, ya lo se. De alguna manera el iluso quiere comprometerme con una colaboración mensual para que los niños pobres tengan agua potable. tablets de ultima gteneración, y claro como con la tecnologia arribará la felicidad, este ha de ser un mundo mejor, si yo le dejo unos diez dólares mensuales. 

Le explico: Si la sociedad fuera minimamente justa. no existirian las caridades. o las iglesias y todos aquellos que creen que la gente necesita de lo material con envoltura de obsequio  para trascender la ineficiencia y corrupción de los gobiernos y sus grupos de poder. 

La caridad es un invento del diablo. Dios no usa celular ni tiene facebook y menos messenger (y es que conoce a su creador. ese tal Zuckerberg) y a  toda la promo de tecnologistas gananciosos  Dios los ha dejado por imposibles (lo mismo hizo mi viejo con mi hermano mayor que es un pata recontra zanahoria) y es que cuando llegue el juicio final me imagino a Bill Gates condenado a ver como disminuye su fortuna en la bolsa o a los jerarcas negros de las sectas evangelicas americanas, sin poder contar con el diezmo de su feligresía.  

Cuando le digo al muchacho que no tengo, ni uso, instrumentos bancarizados como tarjetas de débito o de crédito o el sofistificado yape, el chico renuncia a insistir, me agradece la conversación y va a buscar a otrro punto que pasa presuroso como si se dirigiese a cambiar el mundo. He sobrevivido a otro ataque boludo en mi historia. Y eso que el dia del boludo fue ayer en Argentina. 

No soy ateo y menos agnostico (que me parece una huachaferia del  dinosaurio vargallosiano) pero no creo que los problemas del mundo se puedan solucionar sin una conciencia plena y con una revolución de donadores del vil metal.  Uno ayuda en silencio y en el mas luminoso anonimato, y todo eso, sin mirar a quien. 

Creer que con la plata del otro se puede hacer algo realmente importante es too much. Y menos con la mia que anda reñida con la realidad. En mis bolsillos viven agazapadas todas las ausencias.  

Say no more.  


(*) En homenaje a Eliseo Subiela y su gran obra.