lunes, 26 de septiembre de 2011

VIVIR EN ESTADO PLAY




Por Jorge Bruce

La revista Somos, en su página Fuimos & Seremos, destaca el comentario machista del futbolista Ulloa: “Las mujeres están para cocinar y servir al hombre”, llamándolo, no sin razón, cavernícola y medieval. No obstante, al lado, a toda página, hay un anuncio de la consola Play Station 3, de Sony, que dice en grandes caracteres: “De cada 10 mujeres, solo 1 está buena”. Y a renglón seguido comenta: “Somos todos jugadores”. La diferencia entre el primer jugador, a saber del arquero del Aurich, y los jugadores a los que alude Sony es que el primero no tiene otro control de calidad que su cerebro y su lengua. Su frase infeliz, respecto de una jueza, no tiene otro responsable que él mismo y su ideología machista primaria.
En cambio los eslogan comerciales de Sony han circulado por una serie de instancias, desde los creativos de la agencia, pasando por sus directivos y, por supuesto, los ejecutivos de la firma que contrató la pieza publicitaria. Hoy saltó la liebre en el Twitter, pero su difusión infecciosa en los medios masivos ya tiene varios días.
No es ocioso detenerse a explicar por qué es nociva esa pieza, dado que aparentemente mucha gente la acepta como un chiste publicitario sin consecuencias. Al reducir a las mujeres a un objeto lúdico, como una pelota o un vehículo en un videojuego, se les retira su condición de seres humanos con derechos que es obligatorio respetar. Así, el energúmeno que les mete la mano, las ofende de palabra o ruido, las agarra a golpes en la intimidad del hogar o de plano las viola, no es un delincuente sino un jugador. Al rebajar la dignidad femenina a un catálogo de preferencias masculinas, implícitamente se autoriza y fomenta tratarlas como cosas controladas por un mando de Play, tal como se aprecia en la foto, en donde un brazo musculoso domina a los otros dos, frágiles y delicados. En el imaginario: femeninos.
En circunstancias en que no se aprueba la ley contra el feminicidio, que tantas víctimas causa en nuestro país, la publicación de anuncios como este, sin que nadie diga nada durante varios días, retrata mejor que muchas encuestas el estado de evolución de nuestra sociedad.
Si eso “piensan” los “creativos” de la agencia que produjo esa pieza para Sony, ¿por qué pedirle más al arquero del club norteño, quien después de todo puede haber crecido en ese entorno ideológico en el que las mujeres son accesorios utilitarios de los hombres? La violencia de estos discursos, respaldados por el prestigio de una marca internacional, se traduce en personas maltratadas, vejadas y menospreciadas. Por eso este anuncio no puede ser tomado a la broma. Sony tendría que retirarlo de inmediato, tal como en su momento hicieron Honda, LAN y el propio diario El Comercio, cuando se les hizo notar que habían publicado mensajes tan retrógrados y denigrantes como éste. Pero sobre todo deberían cambiar de marketeros o, por lo menos, pensar antes de publicar. Las repercusiones de este humor chabacano y sexista no tienen un ápice de gracia. Si no lo entienden, imaginen a sus madres, hermanas o hijas, manipuladas por un grueso brazo que, entre gritos guturales y risotadas, empuña un control de Play.