sábado, 26 de septiembre de 2009

LENGUA VIPERINA








UNA MISTURA SIN ESTRUCTURA
por Joaquín Páez


Gastón ha equivocado por segunda vez su verdadera vocación. Quienes crean que este cocinero regularón es tan peruanista y tan patriotero como se pinta, de seguro no han reparado en que el hombre es un mago del auto-marketing y un negociante certero que vende como loco.
Porque a mi no me van a hacer creer que la indigesta comida criolla es muy buena o que los restaurantes de este país son modelo de algo.
El que los conozca bien, sabe, a ciencia cierta, cuan indisciplinado es el obrero calificado de la cocina, cuan descuidado es con el tema de la limpieza y como se desquita con el pituquito practicante que llega a sus dominios poniéndolo normalmente a pelar costales de papas.
Eso, para no hablar de los contaminados y sucios terminales pesqueros, donde la cochinada es ley o de la mugre de la infecta Parada en donde las ratas conviven con su futura ensalada César.
No hablemos de lo poco serios que son los dueños de los restaurantes para cumplir con el pago de sus trabajadores (a los que tienen en negro) y a los que pesetean sin asco. Y pensar que hay gente que paga 500 dolares mensuales en un Intituto como Le Cordon Blue para ganar 800 soles mensuales.
No les cuento lo que sufren los proveedores para cobrar facturas cuando baja el negocio o cuando el dueño decide largarse a piratear estilos ajenos al extranjero o porque simplemente decide ampliar unilateralmente las líneas de crédito, dejando a su suministrador de mercadería con el sencillo para la combi.
Ayer nomás observaba por la televisión un concurso de causa rellena en donde se reconocía en el jurado a unos verdaderos tigres del cabezazo. Arturito y Alfredito. Par de goleadores. Pero para jurado son puntuales.
En las películas de mafiosos siempre los muchachos de la gansterocracia son dueños de restaurantes. Esperemos que tanto negocio elitistón que se abre con mobiliario y equipo costoso cuente con un dinero de origen limpio y claro y no con plata que venga de algunos actos delictivos de la política o el narcotráfico.
Esperamos que tampoco sea parte de la penetración chilena asociada con el cheff de moda, el gordito con cara de buenagente (que cobra bien carito por unos platillos minúsculos que podrian servir para jugar a la comidita) y de paso revisar si la vajilla del Tanta de San Isidro -por ejemplo- tienen componetes del mortal y cancerígeno plomo.
Mucha feria, con el pago de una entrada lejos del alcance de un pueblo que no tiene ni para las visceras del pollo que come a diario y que no conoce mas que el refinamiento de la sobrevivencia diaria a puro pulmón.
Mientras tango que siga el marketing, viva el Perú carajo, el pisco, la papa a la huancaína y el suspiro son peruanos, el paraíso fantasma del Dr García ha encontrado un habilidoso jugadorzuelo de la rapíña culinaria en donde los egos encontrados de estos profesionales de la sobrevalorada poesía nacional de las cacerolas y sus plumíferos ayayeros, francamente me aburren.
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