viernes, 7 de enero de 2011

¿CÓMO DICE?




Hoguera de torpes ansiedades
Por Hugo Del Portal

A mí, en lo particular, el Tio George me parece un insoportable plomo.
En cambio su hijo, Miguel, me causa una paradójica simpatía, quizás, porque es una de las pocas personas que ha sabido jugarle de igual a igual al Gordo García y ganarle, usando unicamente una inapelable pendejada perucha: lo agarró de lleno y en primera, por las boloñas, porque le conoce una tremenda hilacha del pasado (*)
Más alla del chisme y el raje (tomándonos un café en el Haití) debemos coincidir con los reclamos (tal vez destemplados y hasta con pataleta) de Jorgito porque nos resulta medio arbitrario que el APRA decida tirar su historia como el Partido del pueblo por haberse convertido en una agencia de empleos de cuarta y en una secretaría menor de los tagarotes que detentan el poder real.
Situaciones que se deben a sus dirigentes, convencidos del poder del clientelismo político y a Alan Damián, que se metamorfoseó de incendiario a bombero y de contestario a reaccionario radical como consecuencia de su desmedida ambición y de eso ego colosal (del que ahora se jacta patéticamente) delirios que lo ciegan como hacen las jerarquías del balance universal cuando quieren echar a perder a un ser humano parea darle una lección final. Espera y verás.
¿Quién ha impuesto la candidatura de la Sra Araoz? ¿Qué vínculos entremezclados de lobismo y pasión han determinado semejante despropósito? ¿Cúal caverna, la del interés o la del ardor?
Así va el mundo, loco de codicia, los gobernantes están en manos del poderoso cártel del dinero, Obama acaba de nombrar como su Jefe de Gabinete a uno de los principales ejecutivos de JP Morgan, entidad que tomó parte y se benefició de la crísis financiera mundial, que ellos mismos provocaron, quebrando la economía del ciudadano de a pie y de todo el planeta mientras el Partido Demócrata calla, haciéndose cómplice de tamaña burla. ¿Y qué fue del peso de la partidocracia?
Lo cierto es que un partido que se precie de serlo, con una militancia meridianamente disciplinada, debería tener el derecho supremo de determinar por el voto directo de cada uno de sus afiliados a quienes creen sus mejores representantes para manejar las cosas, al menos de manera adecuada.
Mal que bien y a búfalazo limpio, la consigna que señala que sea un acuerdo del congreso de la organización la que finalmente decide, podría funcionar -con sus inevitables heridos y sus obvias manipulaciones- para llegar a un sano término medio. Un acuerdo con visos de civilización. Al menos un gesto de corrección.
Pero la pugna y las internas enfrentan conveniencias y posiciones en las que se juega algo más que la ubicación en una lista de aspirantes permanentes.
Recordemos que Coco Del Castillo se sintió siempre el candidato natural del Apra hasta que lo sepultó el escándalo Canáan. Y que su monitoreo habitual en beneficio de ciertos grupos ecónomicos lo convirtió en un cabildero peligroso para ciertas paranoias partidarias que buscan proteger y mantener sus cuotas de poder.
Lo penoso de este incidente es que tras la polvareda no vemos mas que una candidata presidencial perdida, sin ninguna opción de outsider u otra entelequía similar, y cuya performance quedará registrada con una votación que no llegará a los dos dígitos.
Tampoco es que le importe mucho ya que con los relaciones desarrolladas la señora tiene el futuro fácil. Chamba, con sus amigos y como operadora de alguna trasnacional, no le va a faltar a la amiga de Bagua.
Es una lástima que la lectura nos ofrezca esta lista de pequeñeces y nimiedades.
Definitivamente en el Perú la política no sabe ni puede convocar los espíritus para cosas mejores.
Somos un reflejo del caos de la conciencia extraviada. Del absoluto de la banalidad material.
Araoz, Del Castillo y García (y algún viejo líder histórico metido en el zafarrancho) son parte de aquella exposición ferial, convertida para su desgracia, en una hoguera de torpes ansiedades.

(*) Para mayor información revisen el deslenguado y sabroso blog de César Vásquez Bazán.
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