miércoles, 5 de enero de 2011

LENGUA VIPERINA




Medias blancas con smoking
Por Hugo Del Portal

Negando a Juanito el caminante
Amigo fiel de la negación -camino por demás tortuoso- nos sorprende ésta mañana, cuando al revisar los diarios, el cholo sano y sagrado nos revela que Montesinos había creado una leyenda urbana más: Toledo es borracho. La verdad es que no le gusta el Whisky.
Y si antes, no querer firmar un gol casi le cuesta una elección, pareciera que ahora, el cambio de imagen sugerido por los asesores de campaña podría significar un retroceso fácil en las encuestas porque el sol no se puede tapar con un dedo, asi se alucine un Pachacutec redivivo.
Estas mentiras son las que no calzan con la mentalidad del imaginario popular que prefiere ser gobernado por un hombre que no haya ganado un premio a la virtud (*) y que interpreta el vicio del poderoso como un catalizador que suele nivelar el piso for alls.
Si no hubiera sido visto en infinitas ocasiones. Si no se hubiera presentado a ceremonias oficiales con una cara de resaca terrible. Si fuera un delito. Si no fuera tan común.
¿Por qué negar algo tan tonto? . ¿Queremos captar el voto abstemio? .
Entiéndanse que a veces la fuerza nace de la debilidad (sacar ventaja de la flaqueza) y que decir tan suelto de huesos una mentira tan idiota revela una oculta falsedad natural y además, un pésimo gusto, porque si el enemigo tiene algo realmente rico es el Whisky. Ya sea de cuatro, doce, quince o veinte años.
Como onomatopeyiza Gastón, hummmm.

David en busca de Goliat.
Pelear es cosa de locos. Pelear nos hace daño. Pelear no es bueno. Pelear agota. Pelearse con un amigo cercano que conoce de nuestras hilachas, peor.
Este distanciamiento entre Waissman y Toledo que ha generado el acercamiento del ex-chakano hacia Solidaridad Nacional (con la consabida vizcosa interpretación de los voceros del toledismo) nos presenta a un Don David decidido a prender el ventilador y con una honda imaginaria hecha de denuncias, contarnos algunas cosas que no nos contó a su debido tiempo. Aunque tarde, en época de elecciones, éstas remniscencias dolorosas pueden ser útiles a la hora de medir quien la tiene más larga (me refiero a la lista de pecados a exhibir para delicia de la chuzmería local)
Como sea, también de pésimo gusto para nuestro refinado entender, que pensamos que es mejor no decir lo que no se dijo a su debido momento.
Simple. Suena a piconería bien chivatona. A poco varonil.
Los caballeros tenemos el derecho divino de un final distinguido y los caminos de la contienda política no nos pueden rebajar a pasar de amigo a enemigo.
De confidente a chismosón es un paso del que no se regresa o se regresa mal.
No lo vale. Y menos con comparaciones tan bobas como la que usa el Sr Waisman (de los dirigentes del Club Grau) para justificar este repentino ataque de verborrea echadora (que bien parece una soterrada amenaza) con la que se ha lucido en el Diario La Primera.
Culpables e incomprendidos al final somos todos, porque se asumen los activos y los pasivos de aquello de lo que fuimos parte, ya sea como ministro, congresista o ser humano.

(*) Dichos de Luder, Julio Ramón Ribeyro.
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