por Joaquín Páez
Aunque la semana pasada -debido a la auspiciosa (y festiva) visita del mandatario colombiano Alvaro Uribe- se especuló muchísimo sobre la posible inasistencia del hombre de los ciento cuarenta kilos a la reunión de Unasur y al doblete juramentativo del Presidente Correa, de pronto y sorpresivamente se informó que de todas maneras iba (y que llevaba como souvenir de una fenecida izquierda al inefable humanista de las derechas, Cristo Pobre Simon).
Con un clima frío y en un ambiente que tenía como música de fondo al grupo Cinco, el avión presidencial enrumbó hacia tierras ecuatorianas con la esperanza de pasar piola luego de hacer tanto aspaviento alharacoso, autoaislacionista y odiosamente desunido en favor de sus amos favoritos, los del país de los Usanos.
Con el armatoste en pleno cielo norteño, el Capitán de la nave (la versión que señala que la nave era piloteada por el Dr García es falsa) comunicó aburrido a los pasajeros: "muchachos, se ha rajado el parabrisas, haremos un aterrizaje preventivo, medio de emergencia, precisamente en el aeropuerto de Chiclayo, tierra de nuestro ilustre compañero de aventura, el buen amigo Yehude".
Lo que hicieron o lo que hablaron en esas horas en la cálida Lambayeque no tenía nada que ver con la acalorada discusión que se suscitaba en el Ecuador, en donde el trío tempestad liderado por Chávez pedía sanciones y latigazos para sus vecinos mas cercanos por permitir bases yanquis cerca de la aparente libertad venezolana.
Lo que hicieron o lo que hablaron en esas horas en la cálida Lambayeque no tenía nada que ver con la acalorada discusión que se suscitaba en el Ecuador, en donde el trío tempestad liderado por Chávez pedía sanciones y latigazos para sus vecinos mas cercanos por permitir bases yanquis cerca de la aparente libertad venezolana.
¡¿ Y el Dr Tobi Catrasca, por dónde andaba ?!
Dicen las malas lenguas que se despachaba sendos platos de arroz con pato a la chiclayana regados con vino californiano Mondavi mientras el judio errante le hablaba de sus experiencioas místicas en la matriz de sus desvaríos del premierato.
Un rato bastante mas tarde retomaron el viaje a Quito en un vuelo comercial llegando exactamente para la hora del almuerzo cuando ya Rafael Correa había juramentado hasta como Presidente del Club de Billar de su barrio y los platos y los tragos aseguraban negocios para los que se pusieran mas moscas. Así la Kichsner se llevó el bvillete de la compra que los venecos le hacían a los colochos y Lula consiguió unos curritos sabrosos para el empresariado carioca.
En Telesur vimos al desgarbado Joselo García Belaunde lucir su normal puerilidad.
Después de todo esto nos ha quedado un aroma a cuento con el asunto de la rajadura del parabrisas y la demora huerequeque muy conveniente para un grupo de tagarotes y gobernantes definitivamente echados a los pies del zambo Obama y sus Jefes (los mafiosos de siempre) preparando una ofensiva cuasi bélica en pro de sus propios intereses contra las debiles democracias del continente. Una debilidad que se explica en tantos gobiernos ladrones bien controlados y manejados por el Departamento de Estado Norteamericano en manos de unos halcones DISPUESTOS A TODO PARA ASEGURAR LA FUTURA Y BOYANTE SUPERVIVENCIA DE SU IMPERIO.
Y en nuestra cancha también se lucha para lograr que se hagan mucho mas grandes las fortunas que estan amasando en el evidente saqueo y remate del país.
En el cuento de Ribeyro, Los cautivos, Julio Ramón nos recuerda, a travez del personaje alemán, Mr Hartman, que el Perú fue el primer país latinoamericano que le declaró la guerra a Alemania en la Segunda Guerra Mundial.
Naturalmente que el gobierno nazi usó como papel de baño esta singular declaratoria que nos pintaba como los mas grandes ayayeros y metecos que tenían los gringos en ese entonces. Sesenta y ocho años después, nada ha cambiado, seguimos siendo los mismos Felipillos que heredamos la odiosa condición masoquista por la que gozamos hasta el orgasmo con nuestra condición de sirvientes felices del poderoso que nos observa con el más absoluto desprecio.
Nuestro Perú es ahora un apéndice doméstico del poder económico mundial. Lo que resulta tan obvio que la verguenza ajena nos duele.
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