miércoles, 17 de febrero de 2016

CAMBIO PARA QUE NADA CAMBIE

Una de las novelas menos conocidas de Julio Ramón Ribeyro (que publicó tres) es Cambio de Guardia, que según el mismo contó, en una conferencia que rebalsaba de gente (auditorio del Banco Continental en Limatambo) la escribió por los sentimientos que le provocaron la perdida de algunos amigos en el devenir político de esos tiempos.
Señaló que al escribirla no quiso tocar una época en especial sino una forma de pensar y que al terminarla la amarró con una corbata para guardarla dentro de un placar. Años después la reencontró ahí mismo, sirviéndose el gato de la misma, al usarla como cama.
Sin embargo la ironía y la decepción se puede leer entre líneas. Hay un humor amargo y negro en sus páginas. 
En un momento unos muchachos militantes de izquierda cruzan por donde unos estudiantes y obreros hacen una supuesta huelga de hambre. 
Uno de los huelguistas les pide, oye tíreme algo, y alguien le lanza una manzana. ¿y eso? pregunta Carlos extrañado. 
He recordado que cuando Augusto Polo Campos era el compositor mediático de la dictadura militar se puso en huelga de hambre y Ferrando lo cargaba diciendo que lo había visto empujándose una pacha manca. 
Es el mismo caso de Guzmán, que a su insoportable improvisación le suma el criollismo barato de irse a sentar a la barra del Bolívar a consumir destornilladores o jugo de naranja a secas, mientras sus (interesados seguidores) se morían de calor en esas carpas plásticas. 
Esa es la forma mas común de hacer política ( ni siquiera agradecen su repentino arrastre) a quienes el poder les hace destrozos en la conciencia, y lo delata como indiferente crónico y un fenicio ofrecedor de fantasías.
EL TÍPICO PENDEJO CLASEMEDIERO que se cree muy listo.  
Mas allá de su posible defenestración lo que me queda claro es que tambien son dinosaurios los que se valen de la buena voluntad de los demás, son jurásicos especímenes que se burlan de la buena fe y aunque esto no es un hecho grave si revela que el y quienes lo defienden, son las mismas confundidas gentes que llevaron a los Garcías, a los Fujimoris y a los Humalas al poder. Sinvergüenzas. 
Cultura combi, anomia, cinismo, todo hace un cocktail como para la barra del viejo Hotel Bolivar.