viernes, 1 de junio de 2007

CASOS DEL CORAZON (INCLUYE CONSEJO)


Mis hijas son como el agua y el aceite

ZENAIDA (52, Independencia).- Sé que es odioso comparar a las hijas y por eso nunca lo he hecho delante de ellas, pues a las dos las quiero igual, pero debo reconocer que son muy diferentes y eso me tiene preocupada, pues mientras una me ha salido responsable la otra tiene pajaritos en la cabeza. A mis dos hijas las he criado igual, les he dado el mismo amor y jamás he hecho diferencias, sin embargo la mayor me salió estudiosa, responsable y trabajadora, mientras que la menor tiene problemas para aprender las cosas y es un poco lenta en los estudios. Con mi esposo trabajamos duro para darles una educación a las dos. Ambas terminaron su carrera, la mayor en la universidad e incluso estuvo en el tercio superior, ahora tiene un buen trabajo y sé que el día que falte se podrá mantener sola y valerse por sí misma. Sin embargo, mi hija menor estudió en un instituto, pero creo que acabó la carrera pasada “por agua caliente” porque no dura en los trabajos y siempre me dice que la sacan porque cometió tal o cual error. Y de eso no me queda duda porque hasta para las tareas simples de la casa es un poco torpe. Es por esa razón que me tiene preocupada, pues mi marido murió hace un par de años y yo sé que no seré eterna y tengo miedo de dejarla desamparada. Hasta quisiera que se encontrara un novio y se case, así tendría quien la mantenga, pero ni enamorado tiene.

Siempre me he preguntado a que redactor ocioso le endilgan esta columna trivial realmente estrambótica y me imagino uno de esos periodistas sinverguenzones y mermeleros lastrándose un pan con pavo gigante y su respectiva cerveza. Pero esto es lo que le gusta a la gente, imitaciones burdas como las de Alvarez y Benavides, chisme y destripamiento como el de la Medina o supuesto entuerto familiar como el de la Bosso. La cojudez como dóctrina. O la falta de decisión para tomar observaciones más edificantes. Sin embargo, siendo la hora en que se me escapa el cachoso, lanzó púes -yo también- mi consejito.

Consejo: Zenaida, por tus palabras logré darme cuenta que desde que enterraste a tu mariachi, andás de sapa en la vida de tus hijas, las cuales ya comen con su manito, y tienen el derecho divino de hacer de su vida un carrusel y un carnaval en su derriere (poto, si no entiendes). Efectivamente la menor parece que heredo sus talentos directamente de tus genes, mientras que la mayor debe ser consecuencia de un cambiazo por errores burocráticos de la maternidad. Tu marido -según mis dateros espiritistas- dice que esa torpe, media boba y taradona no es su hija y que sospecha de su compadre Cirilo que siempre fue medio tornero, y que recién entiende porque en el purgatorio le dicen Menem. Desde esta columna cursamos oficio al municipio y la comisería del pujante y medio misio distrito de Independencia para que tomen cartas en este asunto, porque de lo contrario te expones a que a) tus hijas te desalojen como si fueras verdulera de Santa Anita; b) tu hija menor sume a la estupidez una crisis del "síndrome de Giuliana Llamojas" y te haga la lipo sin anestesia con el cuchillo de filetear el pescado o; c)simplemente te manden a la mismísima por ser tan meteca. En otras palabras Zenaida, cincuentona de Independence Distric, haz algo útil por la vida librándonos de tus preocupaciones tetudas. Y no te hagas, que te han visto con el cholón de la Bodega.

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