¿QUIZ SHOW O PEQUEÑEZ ESPIRITUAL? Por Hugo Del Portal
Antes que nada, debo confesar que veo muy poca televisión nacional. Hay cierto estilo de trabajo en los medios nativos que busca generar una mayor sintonía a cualquier precio para poder vender el programa entre los posibles compradores y/o anunciantes, que me aleja inexorablemente de espectar la farándula local.
Por ejemplo, la Sra. Gisela Valcárcel –a quien no conozco personalmente- no es que me parezca en si misma, mala o buena, pero el personaje que compone ante cámaras suele ser excesivamente zalamero, demasiado latoso hasta llegar a ser cantinflesco (por el atolondrado discurso) y cargante en el extremo de sus alterados estados de emotividad y que hacen que siempre pareciera querer suplir con una enredada verborrea y con sollozos algunas obvias carencias.
Estoy seguro que es posible conversar placidamente con ella sin la presencia de los monitores y que como cualquier ser humano tendrá virtudes y defectos, luz y oscuridad, risas y lágrimas. Es una mujer madura, innegablemente atractiva (una abuela muy deseable) y que ha sabido matar sus pulgas con destreza para mejorar el nivel económico de su vida. Eso no es asunto que invite a la crítica de nadie y es mas, creo que a nadie le importa como cada quien maneja su destino y el karma que inexorablemente pagará por ello. Porque de esa nadie se salva.
Me parece que en su reciente éxito ha sabido componer y retomar un fenómeno que nos sonaba a desaparecido de la pequeña pantalla peruana: la televisión blanca, sana, familiar y motivadora para quienes crean que es posible lograr algún propósito en base a sacrificio, voluntad y entrega (y que todos intuimos es uno de esos infinitos tangos con los que nos preparan para aguantar desdichas) También apela al argumento de la solidaridad y en este tema si nos parece que hay un terrible exceso de pésimo gusto en mostrarnos el sufrimiento de las personas enfermas y abandonadas por un estado indiferente. Dolor que no existiría si la sociedad fuese ligeramente justa, si se tornara en un ente algo equitativo. Si aprendiéramos a hacer respetar la ley.
El gran tridente de la televisión peruana (y mundial) lo componen las lágrimas, la lástima y la pena y da la impresión que mas importante que el talento es estar recontrajodido para ser reconocido como un buen bailarín.
También se puede ayudar a los demás anónimamente o con tan solo mencionar el nombre del necesitado y de la empresa que se vistió de humanidad con un gesto que es deducible de impuestos y que para el mercantilismo es una inversión publicitaria bastante rentable.
Es mas, si hubiese solo una mención a la empresa que brinda una colaboración, estoy ciento por ciento seguro que en el momento de hacer mis compras y necesitara escoger entre varias opciones, optaría por la compañía que supo ayudar sin ponerme en cámaras a su gerente de imagen entregando un paquete de abarrotes a un ser sufriente y postrado que recibe una donación en su desesperante situación.
Esto lo digo porque así lo siento. Seguramente hay gente que piensa diferente y sus razones –válidas o no- tendrán. Además tengo la impresión que al momento de elegir a los participantes se busca el elemento extra de la posesión de un problema entre manos para convertirlo en un soñador. A veces hay tantas contradicciones entre los datos de presentación del concursante y la realidad que uno pudiera sospechar que por este lado alguien quiere meternos la mano manipuladora en la conciencia (inveterada práctica de la humanidad en su mas baja genética) y agitarla para que de una u otra manera nos hagamos responsables indirectos de la resolución del problema, al cual eufemísticamente han optado por llamarlo “la realización de un sueño” cuando la salud, la educación y la justicia son derechos inalienables del hombre.
Un sueño que también podría tener aderezos de una producción entre cuyas filas se cuentan personajillos que han trabajo en este indeseable juego de inventarle tragedias al personaje para hacerlo mas apetecible al hambre de miserias.
Pero en este ocio, he seguido con interés los dimes y diretes de los integrantes del programa Enemigos Íntimos y la cantidad de periodistas, artistas, productores y la misma conductora de Bailando por un sueño, unidos por el bando opuesto, en respuesta a las preguntas –algunas tan idiotamente malintencionadas- que pusieron en evidencia que frente a la lucha por el avisaje publicitario, hay quienes están dispuestos a hacer y decir de todo.
Pareciera que el Sr. Ortiz y el Sr. Miyashiro fueron incentivados por los ejecutivos de Frecuencia Latina. La otra opción es suponer que tienen problemas realmente psiquiátricos para insistir con el tema en cuatro emisiones seguidas como si en el país no pasaran cosas mas importantes y que merecen, sino una investigación, al menos una pequeña nota informativa. Si su producción carece de estos datos se los podemos alcanzar cuando así lo crean conveniente.
Cabe acotar que las denuncias son tan tiradas de los pelos que temo que les van a tener que embargar los muebles y los equipos del set para que puedan pagar el juicio (que inexorablemente van a perder) ya que van a tener que probar esta serie de especulaciones tontas en las que hasta ahora nadie entiende que desean demostrar. Porque hasta para eso parecieran carecer de las glándulas necesarias: hagan constar cuál es su denuncia y cuáles son las pruebas sustentatorias y repórtenlas al Ministerio Público porque a mi esto me sigue pareciendo esas demostraciones patéticas de envidia contagiada con las que se desgañitan quienes están realmente ardidos por una verdadera pateadura en el rating (que ha sido de tres meses consecutivos). Porque si al Sr. Carlos Alcántara(*), siendo persona interesada, y al que supuestamente defendían, se presenta en el programa de la competencia a la misma hora, y dice enfáticamente que el asunto le parece bastante claro -y el estuvo ahí y ganó- no veo porque se preocupan de los porcentajes o de los costos de las llamadas cuando en su canal –y en muchos otros- ni siquiera tienen la digna responsabilidad de cumplir con el pago de sus impuestos bajo inaceptables excusas.
La verdadera diferencia es que el programa Bailando por un sueño le ha ganado por un porcentaje doloroso a El especial del humor, que ya debería empezar a entender que sus chistes chatos, chabacanos, racistas, y carentes de gracia terminaron por aburrir al poco público que los seguía.
Hay que entender que la torta publicitaria se les ha reducido en base al inobjetable triunfo de la Sra. Valcárcel y que ser los tontos útiles de quienes no tuvieron la visión de comprar la franquicia que rompía record en diferentes países (caso Show Match de Marcelo Tinelli en Argentina) es ser en definitiva un pelmazo de esos de campeonato, al cual usan para el trabajito sucio.
Guardo simpatía por lo que escribe Beto Ortiz en sus columnas y recién esta semana he comprendido porque su novela fue un fracaso tan estrepitoso (amén de ser una mala copia de la narrativa de Oscar Malca y de los chistes sobre la gente del espectáculo de Los chistosos de la noticia).
He entendido con una claridad poco usual que los seres humanos somos convocados a tareas superiores para las que se requiere aceptar con el entendimiento lúcido y claro que solo da el amor, al espíritu pequeño que nos habita, demonio mínimo que nos hace actuar con torpeza y de manera ruin ante la mas gaseosa insinuación que nos incomode. Sólo entendiendo esta necesidad esencial de aceptación podemos liberar –y liberarnos- de una enfermedad que se alimenta de si misma y que sabe mantenernos sometidos a peleas menores y no a las grandes obras para las que podríamos ser convocados.
Para ciertas tareas se necesita una especial elevación de nuestro ser, sino olvídense de ellas y denle su tiempo a otras cosas porque todo no pasará de ser una tentativa condenada al fracaso.
El informe sobre los calatarios (almanaques de desnudos nacionales) dejando ver al final el que hizo la Srta. Mónica Cabrejos como ejemplo -subliminal y bastante cobardón- de mal gusto y en respuesta al comentario matutino que señalaba que el Sr. Ortiz no encontraba quien le publicara su libro (innecesariamente expuesto por la encargada del segmento de espectáculos del noticiero Buenos Días Perú) es una clara muestra del nivel real de alguien que pretendió ser un buen novelista, o un gran escritor y que pareciera siempre auto flagelarse con ser un plumífero del reportajete maletero y rajón. Ponerse a discutir sobre asuntos personales con una dama del coeficiente intelectual de la Srta. Cabrejos nos puede convertir en un hombrecito pateticón.
Además creo que Beto no debería declarar en ciertos temas por razones obvias que el mismo confiesa y porque el no es precisamente el representante del buen gusto y porque no le va a gustar la evidente replica que tendrá que sufrir (**)
El Sr. Miyashiro no merece más líneas que su indiscutible intrascendencia en el tema. Su ámbito de acción y su trabajo siempre fueron otros, tenía una perfomance bastante regular y mas allá de querer asesinar a la poesía o a la dramaturgia no me parece una mala semilla y cumple con los suyo acertadamente. Además no hay crema malo.
Claro a veces encontramos el eco a nuestro darkly side en algunos nuevos compañeros de chamba y creemos voltear el cabo de la realización personal pero si tus amigos mas cercanos, -los que en verdad te estiman-, te dicen que nunca fuiste así, que estas siendo influenciado, es hora que te preguntes cuanto hay de auténtico en tu supuesto acto de creatividad porque ya no convences ni a tu propio espejo.
Al final chino, todo este escándalo barato era tu cuento, ¿si o no?
Tengo mis razones para desconfiar de la honestidad de los programas de concurso nacionales y hasta extranjeros (es bueno volver a ver la excelente película Quiz Show que dirigió Robert Redford sobre una investigación de los programas de concursos de preguntas y respuestas, arreglados en el afán de favorecer a los anunciantes con personas que representaban una imagen ideal) pero creo que por sobre todas las cosas hay un bien común -que podría ser no totalmente bueno pero si lo menos malo- y entiendo que el programa Bailando por un sueño le lava la cara a la producción nacional de tan mal gusto y eso es bueno. Se necesita cierto relax sano y zanahoria en estos tiempos difíciles en donde todo es tan vulgar y agresivo que genera una automática separatividad.
Creo sinceramente que Beto Ortiz podría escribir una gran novela pero al parecer el sufrimiento experimentado en el extranjero no ha sido tan aleccionador como para que derrote la pequeñez de su actual conciencia. Si no es capaz de sobreponerse a esos demonios del mediodía que lo inundaron cuando le iba muy bien y que lo llevaron a un descalabro en el que acabó de auto-exilado y si no puede alcanzar la grandeza de decirle basta a esas poses ridículas (***) con las cuales pretendió –con poca categoría- tumbarse un simple programa de concursos (en base a darle oídos a un par de chismes suspicaces o ¿alguien cree que las cosas no se saben?) entonces no me haré mas ilusiones y volveré a la rutina de convencimiento que me repite que otra vez se extinguió un buen prospecto al que se termino tragando el sistema. Porque sinceramente nadie le perdonará esta vez otra ternura tan maldita.
Acabo el tema señalando que aquí se marcó una distancia con el programa de la Sra. Valcárcel desde su primera emisión. Pueden encontrarlo en el archivo bajo el título de Bailando por mis problemas.
(*) Carlos Alcántara ganador en conjunto con la Sra. Carolina Guerra de Bailando por un sueño Primera Edición es una magnífica persona al que se le reconoce por su hombría de bien y por ser un tipo con credibilidad.
(**) La inevitable contestación tuvo que ver con los juicios que tuvo el Sr. Ortiz a los que no haremos mención porque es una canallada más en este mutuo lanzamiento de bosta.
(***) Poses ridículas como llamar a los concursantes de manera despectiva por su físico o por sus enfermedades y no por su nombre. “El gordito este que bailaba con Adriana Zubiate”, “la chica que tenía mal el ojo y que era pareja de Carlos Alcántara”. (Alan Ascuña y Carolina Guerra.)
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