sábado, 20 de septiembre de 2008

ESQUELETOS EN EL ARMARIO









EL CLUB DE LA PELEA O
LA CRISIS ECONÓMICA MUNDIAL



por Hugo Del Portal

Recordarán esa cinta extraordinaria en la que Edward Norton (Jack) crea mentalmente un alter ego, Tyler Durden –magníficamente interpretado por Brad Pitt- al que le gusta pelear salvajemente por diversión y que genera todo un movimiento subversivo que termina por destruir el imperio financiero de los Estados Unidos con una atentado que se contempla al final de la película como una obra de arte mientras los edificios de Wall Street se derrumban en luminosas explosiones.
Y pese a que la semana ha tenido a la mitad de la población mundial preocupada por la insalvable caída de la economía norteamericana y hemos visto a Mr. Bush tratando desesperadamente de rescatar a las más grandes empresas de este importante sector omitimos deliberadamente el tema para no generar mas pánico y desconcierto del que actualmente se vive.
Este blog –pequeño pero terriblemente sincero- ha venido diciendo en sus entradas y en su maraña de columnas que la economía mundial estaba entrando en un proceso de descomposición. Hemos publicado notas y artículos de personas mucha más entendida que nosotros que alertaban sobre estos problemas ante la presentación de algunos síntomas. Revisen el archivo de hace dos o tres meses y verán que tuvimos una insistencia maniática por iniciativa del Dr. Peter Garca en hablar de algo que callaban todos los medios por ignorancia, complacencia o conveniencia y hemos resaltado las columnas nacionales en donde se atrevieron a tocar el tema. Sin embargo, como dijo el zambo Bolívar, aramos en el mar.
La coyuntura actual nos coloca en el umbral del acabose de un sistema que sólo se mueve por inercia y porque la ambición desmedida tarda en dejarse morir. Ninguna medida de emergencia podrá para esta bola de nieve que empezó con las hipotecas basura y que desnuda los pies de barro de las estructuras del auto denominado primer mundo. Y tenemos que entender que no hay burbujas que valgan, como cuando hace unos meses esa Sra. Marrou -que hablaba en nombre de la Bolsa de Valores de Lima (y yo entonces sentía escalofríos)- empujó a una cáfila de aspirantes a hacerse ricos con rapidez a meter su plata en acciones provocando que ahora muchos neo inversores usen pañales para la incontinencia con la incertidumbre de no saber lo que podrá pasar con su dinero y eso porque aquí no llegamos ser muy listos, sólo llegamos a vivarachos, porque suponemos que los libros muerden o son virtualidades y no agarramos uno ni de juego.
Según los apuntes que ha preparado el Dr. Peter Garca el Crac del año veintinueve tuvo como medidas iniciales la restricción del crédito y la liquidez, lo que produjo una quiebra masiva que duro más o menos siete años. Esta vez las medidas de los gobiernos en el mundo van por el lado opuesto (tanto así que las últimas recomendaciones de nuestro Ministro de Economía, el Sr. Valdivieso, resultan trágicamente contradictorias a extremos que lo descalifican) y tendrán un costo sobre los bolsillos de los laburantes de cada rincón del planeta que se podrá sentir en la obvia disminución del consumo y en la evidente rebaja de las exportaciones de cada país y que afectará en mayor grado a quien más dependa del mercado gringo actualmente en llamas.
Esperamos que todo esto pase sin causar mucho daño pero será intrascendente escondernos de esta lluvia ácida cuando todos se tengan que mojar.
Buscar culpables esta demás. Todos sabemos del tráfico de influencias en los pasillos y oficinas del Capitolio. Todos observamos con dolor tantas costosas guerras abusivas e inútiles. Todos percibimos que Obama está en la misma derecha que Mccain y que no podemos esperar de ese par ninguna consideración especial. Todos sabemos que los especuladores de la banca mundial siguen ahí prendidos de la presa a la que desangran infatigablemente. Vamos a tener que crear nosotros también –como Jack en el film- un alter ego que salga a pelear por y con nosotros e inicie una pequeña revolución en donde primero, volemos primero la base de nuestra codicia infantil (para que no sea tan fácil que nos vendan gato por liebre) y segundo, logremos entender en un estallido de sabias reflexiones que mientras mas materialistas y apegados al circulante seamos, estaremos permanentemente en manos de quienes manejan el flujo de este juego según sus -muy poco santos- intereses.
Sobre el tema queda mucho por decir, a esta hora me inclino por una buena reflexión al estilo de Tyler Durden: “somos esclavos que tenemos trabajos que odiamos para comprar cosas que no necesitamos”.
Ahora pagamos por eso. A llorar a la playa.

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