sábado, 5 de noviembre de 2011

ESQUELETOS EN EL ARMARIO



El síndrome Carlito's Way
por Hugo Del Portal

Hace unos años, en mis épocas universitarias y genuinas, cuando era un "puro" de atar, ganamos las elecciones del Centro Federado de la Facultad (en ese entonces, programa académico) y las del Consejo Universitario.
Vencimos al APRA que estaba unido a un amplio espectro de matices "huachafo derechistas" (siempre el partido del pueblo ha tenido alma de cortesana) y de inmediato nos reunimos a planificar la estrategia a seguir, luego de este esforzado triunfo, en el que incluso nos creíamos como ubicados en un punto de partida para el cambio
El chino Benitez era nuestro profesor. Un perfecto ultra que lo primero que propuso fue tumbarnos a todo el cuadro de profesores de la gestión anterior (un grupo de mafiosos que hacían lo que les daba la gana) y eliminarlos en primera, calentito nomas, antes de que tuvieran la posibilidad de recuperar posiciones.
La boba Cristina (a la sazón, creadora de la izquierda sentimental de los ochenta) salió delicadamente a defender a un par de docentes que ella consideraba -pese a ser un par de insufribles reaccionarios- rescatables y buenos catedráticos.
El chino luego de escucharla, con cierta impaciencia,  dio un golpe sobre la mesa y sentenció: ¡CARAJO! ¡O LOS MATAMOS O NOS MATAN! y dando un sonoro portazo abandonó la habitación convencido de que eramos unos débiles y unos pelotudos.
La tibieza y la falta de convicción y fuerza nos ganó y a los tres meses nos desalojaron a empujones del local del Centro Federado y los aglutinados con la gestión anterior retomaron el cuadro de horas de trabajo de los profesores, los cargos de gestión académica, los manejos y el absoluto poder y todo el proceso quedo como una promesa olvidada en alguna mesa de un bar antiguo.
¿ Síndrome Carlitos' Way?
En la cinta Carlito's Way, Al Pacino, personifica a Carlos Brigante, un traficante portorriqueño, que sale de prisión, por gestión de un abogado delincuencial (bien interpretado por Sean Penn) y ante juez y jurado promete (porque así lo ha decidido seriamente) regenerarse, no volver a delinquir. Para esto, ha planeado poner en las Bahamas un negocio de alquiler de autos y no inmiscuirse en cosas ilegales.
Quiere el destino que Carlitos (casi como de rebote) vuelva al mundo del crimen y que  al final muera tonta y vanamente por no saber manejar el temperamento con que se debe enfrentar la realidad.
La decisión adoptada no es equivocada (porque en el fondo es un acto limpio) pero es ilusa,  soñadora y poco realista. Le falta la fortaleza que se requiere para superar la prueba. Esa que no se evade, ya que se confrontará inevitablemente porque ahí radica la enseñanza y el aprendizaje que necesita cualquier ser humano evolutivo.

Me tomo el tiempo de escribir al respecto y estar repetiendo el tema porque veo con cierta tristeza que la falta de reacción nos tiene francamente muertos.
Ya hace tiempo que la gestión de Susana Villarán en la Municipalidad de Lima se deja llevar al despeñadero de las encuestas que proclaman las hienas de ese mousse aguado que es la derecha peruana, simplemente porque no se termina de cortar con los remanentes de la gestión anterior de las pirañas solidarias que ha dejado el mudo.
No me cansaré de decir que esos enclaves de delincuentes, casi como de bandas organizadas, no van a dejar que se haga un trabajo adecuado porque significaría perder sus enquistados intereses, que por lo que se, no es moco de pavo, es mucho dinero y por el cual están dispuestos a todo y a tumbarse a los más pintados.
En el caso del gobierno central, el aparato estatal sigue copado por las yakuzas fujimontesinistas y las hordas apristas,  casi en un 70% de la administración del estado, mientras la camorra mediática genera desazón, desencanto, abatimiento en las huestes de izquierda, las que por desgracia, todavía no acceden a los cambios y a los cargos porque hay un ordenamiento legal que sostiene hasta fin de año a los funcionarios del gobierno pasado.
Igual, todo esto ha servido para el reciclaje de personas que bien podría estar presas. Igual, nada justifica que se mantenga en esas posiciones, personas sospechadas de malos manejos. Igual, se sigue cometiendo el error. Igual, aparecemos como los estudiantes ochenteros del ayer.

Lo que pasa -por ejemplo- en la Presidencia de Radio y Televisión Peruana es un caso de sinverguencería y dejadez atroz.
¿Quién se atreve a poner la pica en Flandes?
Hay que leer la atrevida censura y obvio recorte del discurso del Presidente Humala en UNASUR para darnos cuenta con quienes lidiamos, con que clase de alimañas nos estamos amancebando, para descubrir que sufrimos del antes mencionado síndrome.

A Mocha la conocí cuando cantaba en Barranco.
No recuerdo el nombre del lugar pero sí, que ella entonaba como nadie las canciones de Silvio Rodriguez. Tenía un estilacho propio.
Siempre fue sensible, entregada a la lucha y por sus ojos, se notaba que era de confiar y todos sabemos muy bien que le tienen bien afinada la puntería desde la caverna de siempre porque va en directa colisión contra los negocios de algunos grupos de aviesos tagarotes.
La vi, después de años, en el cumpleaños de Ricardo.
Me sigue pareciendo una diva de película de Fellini.
Justo, poco tiempo después,  le soltaron los perros de la destrucción, utilizando los mismos métodos de siempre: los de la prensa basura.
Hace poco, con ocasión del homenaje a Carlos Malpica y el aniversario del Comité Malpica, pude darle un abrazo de camarada y decirle suavemente, que la apoyábamos y que era necesario acabar con los remanentes de la administración anterior que la torpedeaban..
¡O LOS MATAMOS O NOS MATAN! 
Mocha ya sabe lo que hace años nos dijo el chino Benitez, su decisión también será su destino y es también parte de la suerte del proyecto de la gente de esta nación que reclama y merece reivindicaciones.

Me reencontré con el chino Benitez en el matrimonio de una amiga.
Uno de sus hijos era testigo del novio.
Impecablemente vestido y con una calma obvia (de años de comida caliente y camisas nuevas) me di cuenta que había transitado de la rebelión recalcitrante de los treinta al conformismo burgués de los cincuenta.
¿Los mataste? le pregunté. No me respondió nada. Su silencio fue atroz.
Vi en su mirada que lo único que  había liquidado era su conciencia y que la quincena se había impuesto sobre las mágicas ideas por las que no perdemos la pasión, por las que peleamos hasta morir.
No es para tanto, todavía no llegamos a eso.
Pero se viene el tiempo de la acción. Game over, my friends.
Que nos agarren con los zapatos puestos. Y con la mente clara. Y decididos. Y sabedores que la razón y la verdad nos asisten.
Nada personal, podridos oligarcas, hediondos grupos de poder fáctico, estamos en el negocio del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.