martes, 17 de mayo de 2011

ESQUELETOS EN EL ARMARIO


EL MAS VIL DE LOS OFICIOS
por Hugo Del Portal


Aporcelado. Un Porcel talla XXL. Que largue los postres, ya está casi desparramado. Francamente da un pésimo aspecto en un país en donde la gente se muere de hambre.
Obviamente pepeado. Y con esa gran concha con la que aparece sonriente mientras acaba de nombrar a su chupajeringas personal como Ministro para salvarlo de la justicia, obligando a un antejuicio congresal, se sirvió de sus anfitriones presentes -como lorna en pasabocas- y como si estuviesen allí para dejarlo discursear con ese forzado poder de encantador de serpientes que le otorga el litio sour. Todo un paseo ante quienes acababan de emboscar al candidato opositor.
La María Teguillo no pudo colocar ni uno de sus comentarios de intención sardónica y realidad pueril. Hasta hubo cierta embromada que sonaba a maricón solapa, a alcahuetería de cuarta, a tu ríete nomás porque estas hablando con el que administra el beneficio de los lobistas.
Y qué puedo decir de una humilde Tía Amónica que parecía sucumbir ante el remember ochentero cuando el panzón era un voluntarioso cuatrero pintado de progresista. Que sumisión.
Y es que el periodismo nacional ya no sólo tiene la profundidad de un plato de sopa, sino que además ha ganado una rara genética con la rapacidad de ciertos roedores noctámbulos.
Comer caliente después pasar tanto hambre y carecer de pequeñas lagunas de formación ética, los ayudan a echarse cuando tan sólo le han dicho que se sienten. La regalada está boba. Son como gimnastas rumanas abriendo las piernas.
Eso nos explica -desde los propietarios hasta los que venden el sanguito- porque los Jaimes, las doctorcitas, los infieles de ascensor, y todo animal de variado pelambre, que está en un, mal llamado, medio de comunicación, al final tendrá que dejar la ideología por la quincena y vendernos -por órdenes del amo que le paga- cualquier mentira, sea una calumnia refrita, una encuesta arreglada, o una asustada babosona o simplemente, una estupidez casi ancestral que sólo podría creer alguien absolutamente descerebrado por el miedo, la codicia, la poca dignidad y una innegable baja autoestima que se está haciendo un nuevo símbolo nacional.
A esta gente no se le convoca ni se le consulta nada. Cuando se captura el poder se les manda a hacer algo para lo que necesiten mucha moral (sacarse los piojos, por ejemplo) y se les permite hablar porque no hay nada mejor que dejarlos ahogarse entre sus propios miasmas.
Ollanta debería saber que no existen y si empieza a darse cuenta que ahora representan los coletazos del cocodrilo moribundo -identificado en un sistema mafioso que ha colapsado- sin vuelta de tuerca, entonces y sólo entonces entenderá que hay gente a la que no se le empelota, ni se le trata, ni se le permite que dicte agendas de trabajo o acuerdos para proteger su estatus, porque con corruptos no se llega ni a la esquina y porque cuando el pueblo y la verdad están de nuestro lado, no hay Alfredo Cobres y su mermelada de Apoyo, ni Manuel Forrado y su Maldatum de extraña ficha técnica. Los espejismos no le bajan el ánimo a nadie.
La encuesta es un encargo por plata y sirve para manipular cuando se le pretende interpretar en una mezcla de sociólogo, político y mercachifle:
¿O no es una fotografía del momento?. ¿Cuánto cuestan estos arreglados daguerrotipos?
¿Ahora se hacen diez encuestas semanales y las preguntas son casi iguales?
Más allá de sus interrogatorios (porque yo no me confieso con nadie desde los 10 años, edad en la que el primer cura pajero me preguntaba con una enfermiza insistencia de película de Fellini, cuántas veces me había tocado pensando en mi vecinita, a la que la pubertad había dotado de unas tetas hermosas) no hay más que la clara intención de tapar un fraude que se construye con este lavado cerebral medio torreja porque todos sabemos que a nivel nacional la cosa es muy distinta y que nadie quiere que el Sr Alan García Perez salte por la borda del barco en medio de una inevitable convulsión social, en la que se juega su impunidad de concesionario exitoso de las riquezas del país bajo el cuento de no ser perro del hortelano. Perro, quizás no, porque la plata llegó sola.
Voy a cansarme insistiendo en acusar otra vez a ésta prensa de cuarta haciendo tristes papelones, cuando los veo mover la cola con entusiasmo ante el obeso patroncito (que ahora se pelea con quien desde la cacerola de su criterio se prestaba a su juego. Razón tuvo Cucho La Rosa) y frente a la opción de quienes queremos ver cambios reales y compartir una necesaria armonía basada en lo justo nos armamos única y llanamente con la espada invencible de la verdad.
Es hora de que empecemos a separar tanta paja de tan excelente trigo.
Tu decides, Ollanta.
Cuidado que el tren de la historia ya no vuelve a pasar de nuevo.