miércoles, 11 de mayo de 2011

SOY UN ANIMAL





QUIEN SIEMBRA VIENTOS COSECHA ESCRACHES
Por Hugo Del Portal

Escrache es el nombre dado en el Río de la Plata, principalmente Buenos Aires y Montevideo, a un tipo de manifestación en la que un grupo de activistas se dirige al domicilio o lugar de trabajo de alguien a quien se quiere denunciar. Tiene como fin que los reclamos se hagan conocidos a la opinión pública, pero en ocasiones también es utilizado como una forma de intimidación y acoso público, para lo cual se realizan diversas actividades generalmente violentas. En Chile estas acciones son conocidas como funa.

He visto varias veces el video del supuesto escrache que un pequeño grupo de muchachos le aplicaron a Jimmy Blue Eyes. Quien ahora llora tan amargamente en  nombre de la democracia, en la que se pirró hace veinte años atrás, cuando apañó desde sus tristes columnas de plumífero menestreado, el autogolpe Yakuza de la familia Fujimori, no hace más que hacernos sentir que vivimos en una época de desesperación fenicia francamente patética.
Y es que tenemos en el recuerdo cuando escracharon al torpe de Raúl Romero, quien había justificado las matanzas de la dictadura de una manera fatua. Un grupo de estudiantes lo interceptó en la cochera de la televisora en donde laboraba y llenó de huevazos su auto mientras el tipo permanecía mudo y cabizbajo. Un tiempo después pidió perdón por sus excesos verbales.
Un huevo bien puesto en alguna cabeza. Un escupitajo certero en el rostro. Un gesto de reclamo que parece exacerbado no ha matado a nadie jamás y muchas veces el poder de la turba vestida de murga logra despertar de su sueño a quienes creen que pueden hacer uso y abuso de su opinión mientras los demás no cuentan con los mismas armas para responder. Porque en este partido hay un candidato que no tiene la misma capacidad de respuesta ante el cerro de plata que ha su puesto su contrincante para tener en sus manos, como en tiempos pretéritos hacían su Big Daddy Alberto Kenya y su Tío el Doctor Vladimiro Montesinos, con la casi totalidad de las líneas editoriales de la mayoría de los medios de comunicación. 
¿Qué hace entonces la gente para protestar por este desequilibrio? 
La muchachada se sirve de las redes sociales y organiza marchas y caminatas de protesta y plantones a los que tiene total derecho, tanto como el de los medios de tener su propia línea editorial a su gusto, según su nula conciencia.
Con una gran diferencia: que yo como contribuyente le puedo exigir al estado que no ponga un mango del mis impuestos para financiar estos pasquines que nadie lee y cuyo tiraje solo sirve para cubrir la demanda de envoltorio de pescado. Y que estos medios paguen sus impuestos (que deben al estado hace años) y que identifiquen que paralelismos hay en la mesa con otros negocios en donde sus accionistas tienen jugosos tratos con el estado.
No leo El Comercio, ni veo sus canales, ni me interesa nada que tenga que ver con lo que corresponde a ese Grupo. Pero habría que ser menos sinvergüenza cuando Graña y Montero firma obras con el estado, o cuando el Sr. Miro Quesada Ferreyros –cuñado del prófugo Eduardo Calmell Del Solar- revela en el juego del audio con el Sr. Quimper algunos temas colaterales de dinero que no tienen nada que ver con libertades amenazadas.
Jimmy Blue Eyes ha demostrado que lo varonil y masculino le es algo lejano, que necesita pañales para la incontinencia y que para hacerse la víctima tiene la misma habilidad que para aplaudir nipones golpistas.
Lo que buscan con este canto lastimero y amariconado es detener la gran cantidad de marchas de repudio que genera la candidatura de la Sra. Fujimori, a todas luces, socia, cómplice y ave rapaz del latrocinio que organizó y manejo su padre en los noventa.
Porque no les basta con manejar esta prensa de quiosco de afiches y profundidad de plato de sopa, amén de sus esbirros de pantalla plana cada vez más desatados y cobardes como la María-Tegui y la rabona de palacio de los años ochenta,o el sacavueltero de ascensor, mayordomo de los Crousillat, o la rata descastada que gruñe sibilinamente los domingos por la noche sin llegar a convencer a nadie, porque si la envidia fuese tiña, la Jaime estaría completamente infectada cuando mira al Premio Nobel desde la cloaca, la alcantarilla, el silo, el desagüe en donde habita con sus amigos del Decano, recordando un pasado común de heces y teresos.
Me llegan invitaciones al Facebook para marchar o caminar en alguna protesta. Rara vez tengo tiempo para asistir. Pero he de prometer a estas lacras y escorias teatreras y criminosas que me acaban de convencer para -a partir de este momento- no faltar a ninguna a la que se me convoque.
Y llevo huevos y tomates. Me encanta el escrache. 
No me levanten la perdiz porque tengo una puntería que da miedo. Y no hay nada mas divertido que entomatar choros.

Mi solidaridad con Jareth Solís a quien los medios –ahora, again, de nuevo, fujimontesinistas- pretenden intimidar por provocarle una ensuciada de interiores de campeonato a Jimmy Blue Eyes, lo que nos ha hecho muchísima gracia.