Argentina celebra a Oswaldo Reynoso
por: Guillermo Giacosa
El suplemento cultural del diario Página 12, de Buenos Aires, celebra, en un magnífico artículo, la publicación de la primera novela de Oswaldo Reynoso en Argentina. Afirma en la nota que Reynoso “es el secreto mejor guardado de la literatura peruana”. La novela En octubre no hay milagros (1965), que leí con asombrado placer hace algunos años, recibe, en otro país latinoamericano, el reconocimiento que su calidad literaria y sociológica merece. Cita Página 12 al periodista peruano Enrique Planas cuando afirma: “En octubre no hay milagros fue una de esas grandes novelas urbanas que coincidieron con el proceso de redefinición simbólica de una nueva ciudad”. Y, más adelante, hay una cita del anterior Mario Vargas Llosa, de aquel que todavía no se había prendado de los ideales del neoliberalismo, y que ignoro si el escritor suscribirá en la actualidad. Aunque supongo que sí, pues la distancia que lo separa ideológicamente de Reynoso no excluye la descripción de la sociedad que este hace, aunque se pueda discrepar en el diagnóstico. Esto es lo que dijo el autor de Conversación en La Catedral: “La novela de Reynoso no es pornografía ni es obscena” (Expreso, 1966). “Es un libro de una crudeza fría y áspera, como la realidad que la inspira, y tiene los altos méritos –raros, entre nosotros– de la insolencia y de la ambición. Él ha querido trazar un fresco verídico y múltiple de Lima, una radiografía horizontal y vertical de la ciudad, tal como lo hizo con México Carlos Fuentes en La región más transparente, y lo ha conseguido en gran parte”. Las palabras de MVLL definen, con la precisión que le es característica, lo que sentí al leer esa novela de Reynoso y no pocas de las emociones e ideas que esta ciudad me ha inspirado. Eso de “los méritos raros entre nosotros de la insolencia y de la ambición” tiene el valor de una acertada conclusión psicoanalítica. Destaca Página 12 que en Lima se ha reeditado otra obra de Reynoso (Los inocentes) y transcribe las palabras de Álvaro Lasso , su editor, quien dice de esa obra: “Es un libro muy comentado e influyente en la última generación de narradores. Lo han leído muchísimos peruanos y, en especial, gente de los estratos más bajos, gracias a que el propio Oswaldo se va de gira por los colegios de provincia todos los años. En los espacios sociales desde los cuales se dicta el canon peruano, en cambio, se le ningunea. Antes, en los 70, se criticaba al autor por ser gay y por usar groserías en sus textos, y ahora se le critica por mantener su ideología de izquierda. Pero, si hablamos de un verdadero transgresor en la literatura peruana, de un narrador que debe estar sentado en la misma fila que Vargas Llosa, Bryce Echenique y Arguedas, ese es Oswaldo Reynoso”. Finaliza Página 12 su nota contando que Oswaldo Reynoso cree, sin vanidad, ser “el best seller clandestino del Perú” y que no le importa, además, “que mis libros tengan resonancia fuera del país”.
por: Guillermo Giacosa
El suplemento cultural del diario Página 12, de Buenos Aires, celebra, en un magnífico artículo, la publicación de la primera novela de Oswaldo Reynoso en Argentina. Afirma en la nota que Reynoso “es el secreto mejor guardado de la literatura peruana”. La novela En octubre no hay milagros (1965), que leí con asombrado placer hace algunos años, recibe, en otro país latinoamericano, el reconocimiento que su calidad literaria y sociológica merece. Cita Página 12 al periodista peruano Enrique Planas cuando afirma: “En octubre no hay milagros fue una de esas grandes novelas urbanas que coincidieron con el proceso de redefinición simbólica de una nueva ciudad”. Y, más adelante, hay una cita del anterior Mario Vargas Llosa, de aquel que todavía no se había prendado de los ideales del neoliberalismo, y que ignoro si el escritor suscribirá en la actualidad. Aunque supongo que sí, pues la distancia que lo separa ideológicamente de Reynoso no excluye la descripción de la sociedad que este hace, aunque se pueda discrepar en el diagnóstico. Esto es lo que dijo el autor de Conversación en La Catedral: “La novela de Reynoso no es pornografía ni es obscena” (Expreso, 1966). “Es un libro de una crudeza fría y áspera, como la realidad que la inspira, y tiene los altos méritos –raros, entre nosotros– de la insolencia y de la ambición. Él ha querido trazar un fresco verídico y múltiple de Lima, una radiografía horizontal y vertical de la ciudad, tal como lo hizo con México Carlos Fuentes en La región más transparente, y lo ha conseguido en gran parte”. Las palabras de MVLL definen, con la precisión que le es característica, lo que sentí al leer esa novela de Reynoso y no pocas de las emociones e ideas que esta ciudad me ha inspirado. Eso de “los méritos raros entre nosotros de la insolencia y de la ambición” tiene el valor de una acertada conclusión psicoanalítica. Destaca Página 12 que en Lima se ha reeditado otra obra de Reynoso (Los inocentes) y transcribe las palabras de Álvaro Lasso , su editor, quien dice de esa obra: “Es un libro muy comentado e influyente en la última generación de narradores. Lo han leído muchísimos peruanos y, en especial, gente de los estratos más bajos, gracias a que el propio Oswaldo se va de gira por los colegios de provincia todos los años. En los espacios sociales desde los cuales se dicta el canon peruano, en cambio, se le ningunea. Antes, en los 70, se criticaba al autor por ser gay y por usar groserías en sus textos, y ahora se le critica por mantener su ideología de izquierda. Pero, si hablamos de un verdadero transgresor en la literatura peruana, de un narrador que debe estar sentado en la misma fila que Vargas Llosa, Bryce Echenique y Arguedas, ese es Oswaldo Reynoso”. Finaliza Página 12 su nota contando que Oswaldo Reynoso cree, sin vanidad, ser “el best seller clandestino del Perú” y que no le importa, además, “que mis libros tengan resonancia fuera del país”.
Nos alegramos por el maestro Oswaldo Reynoso y este merecido reconocimiento a su inquietante y audaz trabajo. Bastante tarde debido a la fecha de publicación de su novela a la que un plumífero de esos tiempos encontró un destino natural: la basura. Es que la trama del relato tocaba muy notorios y poderosos intereses.
Recomendamos Los inocentes del mismo autor.
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