miércoles, 29 de abril de 2009

ESQUELETOS EN EL ARMARIO





CREMA DESPARRAMADA
por Hugo Del Portal

Una desilusión más, y otra vez a tragarse el sapo como los hinchas sufridores en que nos hemos convertido de tanto ver encuentros de fútbol en los que perdemos sin pena ni gloria y con cara de pelotudos.
Cuando los números indicaban que con un simple empate podíamos pasar a la segunda etapa de la Copa Libertadores (no pienso llamarla ni Santander ni Toyota Libertadores como indica el darkly negocio pelotero) recordamos que SOMOS PERUANOS y que mas nos convenía hincharle con ardor al Libertad de Paraguay y estar al tanto del partido que se jugaba paralelamente en Asunción, en donde el zambo Cachito nos había asegurado el triunfo o al menos el empate. Y claro, nadie le dijo al perucho que ya el asunto estaba sentenciado por la fuerza del billete (en este caso de las minas de Potosí) y después, como la vida no esta para rechazar obsequios, ni para dárselas de angosto, el hombre chapó sus diez mil cocorocos y alabó la pujanza del equipo mejicano en plena pandemia de la gripe porcina.
Es obvio que los normalmente bravos paraguas se echaron y se abrieron de piernas.
Eso, es mejor que lo crean porque es verdad. El fútbol actual es el gran bussines y la gran lavandería mundial de la plata sucia (que se caerá este año con el problema financiero mundial) y al parecer este hecho no fue tomado en cuenta ni por los dirigentes cremosos (en donde destaca por incapacidad, Gino Pinasco) ni por el comando técnico (que además del cabezón Reynoso tiene algunas personas muy poco útiles) y los jugadores (tan de cuarta que ofenden la memoria del gran Lolo Fernandez) que salieron a pelotudear en la cancha y que en lugar de asegurar el empate, terminaron regalándole el partido a un San Lorenzo armado con suplentes, de manera tan patética que el primer gol lo marcó Ronaldo Calherira (a) Cagueira, de pelota parada (este brasileño albañil que abusa de nuestra paciencia y que tiene la sinverguencería de ponerse la gloriosa camiseta) y el segundo, fue un brillante pase pero para un contrataque contrario del Zorrito Alva (ojala que llegando a Lima tu viejo te de una pateadura por mancillar el honor familiar) quien cabecea con el equipo en salida a los pies de un jugador argentino y provoca el tanto que finalmente nos eliminaría y que nos cuesta los 600,000 cocos que pagaban por pasar a octavos de final.
Como siempre los jugadores deambularon por la cancha en ese juego estéril, horroroso e improductivo que caracteriza a los equipos peruanos.
Ahora, normalmente somos expertos en empates. Basta ver el torneo local (ese diazepan que nos manda al sobre sin preámbulos las tardes del domingo) para ver como los llamados equipos chicos se cuelgan del arco para sacar su puntito o para ganar de un solo y furibundo contrataque de última hora (con diez llamas corriendo como locas) cuando los profesionales de los equipos grandes ya estan sin físico por la tranca de la noche anterior. Es legítimo preguntarnos si el Cabezón Reynoso (que tiene complejo de Felipao) no pensó si podía colgar a sus pupilos (incluído Medio Tiempo Solano) en el área y salir ganador al plantear un partido con mas oficio y prestancia que el papelón que vimos ayer en un nuevo gasodromo vacío, con muchos mas sufridos peruanos que vociferantes cuervos botones.
La joda y la cargada de los pavos y cagones no va a parar hasta cansarnos por dejar que nos quemen el pan en la puerta del horno y nos preguntamos válidamente si dejar de lado a Candelo, Hurtado y Neyra, como antes a Johan Fano, fue una buena idea de la vengativa dirigencia (que los identificaba como los peligrosos líderes del plantel ) con la reconocida carencia de gol del equipo.
Lo peor es que los que dejamos de ser masoquistas con el combinado nacional nos resistimos a dejar de serlo con el club al que amamos desde niños cuando impresionados por los talentosos jugadores de esas epocas nos hicimos hinchas y fanáticos. Ya he dicho antes, ahora son solo cuatro zambos currupantiosos sin sangre en la cara y sin mas destino que una sólida mediocridad
No merecíamos el resultado de ayer: les llenamos el estadio tres veces en este torneo, sufrimos con el empate en México y soportamos con estoicismo sus pésimas performances del campeonato local. Lo mínimo que nos tocaba era verlos en la segunda ronda después de tantos años de decepciones.
Esperaremos pues a ver que nos explica la directiva actual que cargó con Don Manuel Burga en el avión (tremendo saladazo) a jugarse algo de plata en los Buenos Aires porque si ese caballero se mueve y baila (y agarra hasta candela) es únicamente por el vil metal.
No quisiéramos pensar ni decir lo mismo de esta directiva de la U que ni siquiera tiene la contabilidad ordenada y que junto a su compadre deben mas de treinta y cinco millones (veinticinco la U y diez el Alianza) al estado por concepto de impuestos.
Agradecemos también al arbitro chileno que nos anuló un gol legítimo y que nos demostró que los mandones de las dirigencias nacionales son vivos por acá, en su tierra, metidos en su casetita de guachimanes como clásicos pendeivis de ventana, pero que a la hora de los loros se los comen suavecito (y ni cuenta se dan) porque el aire del extranjero normalmente los estupidiza.
Lo mismo podemos decir de los peloteros y quienes les dibujan (con cierta fulera e inútil vanidad) disposiciones tácticas en pizarritas de acrílico que nos llevan inexorablemente al fracaso. Vivos de barrio.
Lo peor es que pienso que nunca podré abandonarlos como hincha y tendré que seguir alentándolos en la voz vital e inamovible del canto de la barra mas grande y mas apasionada del mundo: la número doce del equipo crema.
Y dale U.
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