¡GRACIAS ALAN!
por Miguel Guerrero Orbegozo
Mi madrina es una señorita peruana que por su enérgico carácter vive sola en Chorrillos y este año va a cumplir ochenta años. Ella trabajó durante su vida activa y es pensionista de la ley 19990. Recibe apenas algo más de trescientos soles mensuales (96 dólares).El lunes de la semana pasada recibió una llamada invitándola a Palacio de Gobierno que la ilusionó mucho. A quien no le va a gustar recibir aunque sea una sola vez en la vida una llamada por encargo del Presidente de su país. La reunión era el viernes y debía estar en Palacio a las 2 y 45 de la tarde. El motivo de la invitación era que el Presidente de la República le quería decir a los jubilados que les estaba entregando tres mil soles de devengados en partes, como si se tratara de dinero de Alan García. Todos sabían que iban a una reunión solo en beneficio de Alan García, pero igual ilusionaba asistir.Durante toda la semana, mi madrina coordinó con mi madre y mi hermana, los detalles de la afortunada visita. Mas aún, mi madrina sufrió un accidente automovilístico hace más de treinta años y desde entonces se moviliza con mucha dificultad y dolor. Prácticamente es una persona minusválida. En su casa se moviliza con la ayuda de quienes la visitamos, pero no puede valerse por si misma. Sólo sale a la calle cuando alguien pasa por ella y es estrictamente necesario.Por eso, se coordinó el poder contar con una silla de ruedas en el entendido que ingresarían a los salones de Palacio. Sólo podría ir con ella una persona y mi hermana se encargó de hacerlo.Al llegar a la Plaza de Armas, grande fue la sorpresa al ver que los ancianos serían atendidos en el patio de Palacio. Desde ya, este trato era una discriminación para quienes han trabajado toda su vida para que personas como Alan García cobren su sueldo. En ese momento mi madrina confirmó y así me lo dijo:1.- Que en el Perú, los ancianos son ciudadanos de segunda categoría y tal vez en Palacio no están siquiera considerados como tales, tal como los maltratos de ESSALUD le insinúan todos los días.2.- Que Alan García es un megalómano descortés, que desprecia a los peruanos y sobre todo a los ancianos.La recibieron con un estupendo regalo: una cajita de Frugos de a sol y el quequito mas chiquito de Bimbo, que los industriales seguramente le obsequian a Palacio. Entre los dos obsequios, si los hubiesen comprado, seguramente, el Presidente de la República habría gastado un sol cincuenta (48 centavos de dólar).Ni siquiera eso gastó en ancianos, que sentados esperando ser utilizados le mostraban cual será también el final de su vida. Como tenía planeado exponerlos a la intemperie, les obsequió una visera, sin tener siquiera el cuidado de no exponer el cuero cabelludo de personas tan ancianas a la inclemencia del sol.Mi madrina es brava. A los cuarenta minutos de espera se incomodó tanto que empezó a hablar en voz alta y terminó gritando por el maltrato del que estaba siendo victima. Se levantó y se dirigió a los asistentes, quienes pese a haber esperado tanto querían ilusionados seguir esperando a quien los maltrataba. Se dirigió a los jóvenes periodistas, quienes seguramente todavía no entienden cuál es la condición física real y delicada, de un anciano.Nadie le hizo caso. Mi madrina a los cuarentaicinco minutos de esperar decidió terminar con la visita que tanto había esperado durante la semana. Se retiró y no vió al anfitrión que la había invitado.Pero los viejos son sabios. En el camino hablo de Graña y Montero, Odebrecht, Confiep, Dionisio Romero, Gisela Valcárcel, Viviana Rivas Plata y dijo algo que me dejo pensando. A todos ellos si los dejan entrar a Palacio, a nosotros nos atienden en el patio como ganado que va al matadero. Me hubiese gustado que la mamá de Alan García nos hubiese acompañado, me dijo.Tal vez, mi madrina por su edad ya no tenga la oportunidad de volver a ver en persona a Alan García y parece que después de esta experiencia le interesa muy poco. Pero, siendo una mujer mayor se dio un gusto que muchos hombres no se atreven ni siquiera a pensar. Dejó sentado que ante el maltrato de un poderoso nadie debe ni tiene porque humillarse.Espero que a Alan García ni a ninguno de sus familiares le pase lo que le paso a mi madrina. Estoy pensando si este hecho constituye una infracción constitucional del Presidente de la República.
Fuente Blog César Vásquez Bazan
Desde el centro del universo
por César Hildebrandt
Como el doctor García está convencido “de que estamos en el centro del universo”, y no obstante de que somos tristes porque no venimos –entre otros- de “antropófagos primitivos” como nuestros hermanos colombianos, parece ser este un buen momento para darle recetas económicas a Barack Obama.Así que el doctor García le ha enviado al presidente de los Estados Unidos una carta dándole una específica sugerencia para afrontar la crisis económica que, simultáneamente, sigue considerando pasajera y fácilmente superable.Lo que el doctor García ha propuesto es que los Estados Unidos aporten mil quinientos millones de dólares para un aumento de capital del Banco Interamericano de Desarrollo.El despacho de la agencia oficial de noticias “Andina” cita textualmente al doctor García:“Creo, señor presidente, que un aumento de capital, que en el caso de Estados Unidos no superaría los 1,500 millones de dólares a pagar en varios años, y que el Perú está dispuesto a acompañar aumentando su participación y su aporte, sería fundamental...”Bueno, imagino que lo primero que va a hacer Obama es encargar una respuesta protocolar a tan gentil envío.En segundo lugar, si el asunto llegara a interesarle con la intensidad que el doctor García espera, quizá mande a preguntarle al embajador de los Estados Unidos en Lima qué es lo que piensa de la sugerencia de tan eminente líder hemisférico.El embajador se verá en aprietos. Porque, para ser prolijo, tendrá que contarle a su presidente que el mandatario del Perú es el que hace unas semanas sostenía que esta crisis se arreglaba rápido, que el Perú estaba blindado ante ella y que todo se resolvería en dieciocho meses a lo sumo.También tendrá que decirle que el doctor García acaba de sostener, ante un grupo de banqueros de la región, que la actual crisis está siendo sobreestimada tanto en Europa como en los Estados Unidos, que muchos se están asustando más de la cuenta y que, en el fondo, se trata “de una crisis de velocidad”.Llegado a este párrafo, el embajador estadounidense tendrá que explicar, en un pie de página de letra menuda, qué puede interpretarse de esa frase salida del intelecto siempre inusitado del doctor García. Y la verdad es que podrá hacer poco al respecto. Porque lo que el doctor García cree –y lo ha dicho explícitamente más de una vez- es que la rapidez con la que se ha extendido la crisis se debe “a la interconexión computacional de la economía y la información globalizada”, argumento que podría enloquecer a un economista, convertir en asesino serial a un historiador de la crisis de 1929 y que sólo un gramático generativo podría intentar desentrañar.En fin, que el embajador consultado tendrá que decirle a Barack Obama que la sugerencia de los 1,500 millones de dólares como aporte de capital al BID resulta extrañamente modesta para alguien que ha sostenido textualmente lo siguiente:“Dios me ha dado la capacidad de convencer a las personas...”El Perú es, según el doctor García, “uno de los centros del mundo”.Y si desde este centro del mundo, desde esta fortaleza victoriosa sale una carta con tamaña sugerencia anticrisis lo menos que podría hacer Obama es ponerse a trabajar en ello –y de inmediato-.A no ser que, frívolamente, le preocupen mucho más bagatelas como la quiebra inminente de la industria automotriz estadounidense, el zarpazo brutal que la riqueza de todas las naciones está sufriendo, o el anuncio catastrófico que ayer mismo ha formulado el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick: “el comercio mundial caerá un 6,1 por ciento en el 2009”.¿Qué pueden ser estas minucias planetarias frente a la idea de aumentar el capital del Banco Interamericano de Desarrollo? ¿O serán más importantes, para hablar de pequeñeces subregionales, los impedimentos arancelarios que Ecuador les ha puesto a nuestras exportaciones y la ola de proteccionismo importado que puede arrasar con el libre comercio en América Latina?
Como el doctor García está convencido “de que estamos en el centro del universo”, y no obstante de que somos tristes porque no venimos –entre otros- de “antropófagos primitivos” como nuestros hermanos colombianos, parece ser este un buen momento para darle recetas económicas a Barack Obama.Así que el doctor García le ha enviado al presidente de los Estados Unidos una carta dándole una específica sugerencia para afrontar la crisis económica que, simultáneamente, sigue considerando pasajera y fácilmente superable.Lo que el doctor García ha propuesto es que los Estados Unidos aporten mil quinientos millones de dólares para un aumento de capital del Banco Interamericano de Desarrollo.El despacho de la agencia oficial de noticias “Andina” cita textualmente al doctor García:“Creo, señor presidente, que un aumento de capital, que en el caso de Estados Unidos no superaría los 1,500 millones de dólares a pagar en varios años, y que el Perú está dispuesto a acompañar aumentando su participación y su aporte, sería fundamental...”Bueno, imagino que lo primero que va a hacer Obama es encargar una respuesta protocolar a tan gentil envío.En segundo lugar, si el asunto llegara a interesarle con la intensidad que el doctor García espera, quizá mande a preguntarle al embajador de los Estados Unidos en Lima qué es lo que piensa de la sugerencia de tan eminente líder hemisférico.El embajador se verá en aprietos. Porque, para ser prolijo, tendrá que contarle a su presidente que el mandatario del Perú es el que hace unas semanas sostenía que esta crisis se arreglaba rápido, que el Perú estaba blindado ante ella y que todo se resolvería en dieciocho meses a lo sumo.También tendrá que decirle que el doctor García acaba de sostener, ante un grupo de banqueros de la región, que la actual crisis está siendo sobreestimada tanto en Europa como en los Estados Unidos, que muchos se están asustando más de la cuenta y que, en el fondo, se trata “de una crisis de velocidad”.Llegado a este párrafo, el embajador estadounidense tendrá que explicar, en un pie de página de letra menuda, qué puede interpretarse de esa frase salida del intelecto siempre inusitado del doctor García. Y la verdad es que podrá hacer poco al respecto. Porque lo que el doctor García cree –y lo ha dicho explícitamente más de una vez- es que la rapidez con la que se ha extendido la crisis se debe “a la interconexión computacional de la economía y la información globalizada”, argumento que podría enloquecer a un economista, convertir en asesino serial a un historiador de la crisis de 1929 y que sólo un gramático generativo podría intentar desentrañar.En fin, que el embajador consultado tendrá que decirle a Barack Obama que la sugerencia de los 1,500 millones de dólares como aporte de capital al BID resulta extrañamente modesta para alguien que ha sostenido textualmente lo siguiente:“Dios me ha dado la capacidad de convencer a las personas...”El Perú es, según el doctor García, “uno de los centros del mundo”.Y si desde este centro del mundo, desde esta fortaleza victoriosa sale una carta con tamaña sugerencia anticrisis lo menos que podría hacer Obama es ponerse a trabajar en ello –y de inmediato-.A no ser que, frívolamente, le preocupen mucho más bagatelas como la quiebra inminente de la industria automotriz estadounidense, el zarpazo brutal que la riqueza de todas las naciones está sufriendo, o el anuncio catastrófico que ayer mismo ha formulado el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick: “el comercio mundial caerá un 6,1 por ciento en el 2009”.¿Qué pueden ser estas minucias planetarias frente a la idea de aumentar el capital del Banco Interamericano de Desarrollo? ¿O serán más importantes, para hablar de pequeñeces subregionales, los impedimentos arancelarios que Ecuador les ha puesto a nuestras exportaciones y la ola de proteccionismo importado que puede arrasar con el libre comercio en América Latina?
Los artículos nos eximen de mayores comentarios. No podemos decir nada que no se haya dicho ya. Lo que notamos, con preocupación, es que no hay la más mínima voluntad del cambio que se requiere para que dejemos de usar a las personas en beneficio propio y que recobremos la conciencia del ridículo.
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