miércoles, 23 de enero de 2013

JUGADA FATAL (INSOLITA TRAFA DE UN PAIS POR NATURALEZA TRAFERO)


Tenía casi todo: el cuerpo con exceso, los rulos de cabecita negra, algunos gestos, la zurda y la habilidad natural. Le faltaba una cámara, nada más. Claro, había nacido en Huacho y no en Fiorito y jugaba en La Palma, un equipo con presencia regional que estuvo apenas unos años en Primera. Le faltaba algo para hacerse notar, para ser famoso. Es posible que, viéndose al espejo, se le haya ocurrido.
Así apareció Ángel Barrios en el fútbol profesional. Ahí se ganó el apelativo de ‘Maradona’. Si entonces la cámara hacía una toma panorámica hubiese sido muy difícil reconocer si en verdad el que salía a la cancha del viejo Nacional era Ángel o el mismísimo Diego. Si, en cambio, la toma era con zoom, la diferencia saltaba al toque. Era un falso Maradona, su clon peruano, su imitador. Pero en eso consistía su historia personal, su futuro. En parecerse a Diego.
Jugó en La Palma, ya se dijo, también en ADT (Asociación Deportiva de Tarma), donde se le recuerda por algunos goles nacidos de su zurda y por su súbita reaparición en la cancha, una tarde de mediados de los ochenta, con los crespos mejor trabajados, tipo african look, y una barba negra que lo emparentaba aún más con el argentino.
Verlo en la cancha era asistir a un show de imitadores: ‘Maradona’ Barrios ya no solo se parecía a Diego, sino que corría como él, daba saltitos como él y cuando lo obligaba el cambio, salía con el puño en alto, gesto clásico del astro argentino. “Yo soy el Diego del Perú”, diría después en un diario local, veinte años más tarde. Era una prueba de su fanatismo.
El mejor contrato de ‘Maradona’ Barrios lo hizo tras ese paso por ADT. Era 1983 y lo fichó Cristal, que esa temporada saldría campeón. ‘Maradona’ se quedó en La Florida hasta 1986. Su carrera se diluyó como la permanente que se hizo: terminó su carrera en provincia, en Alianza Atlético, donde compartió vestuario con un joven ‘Checho’, que venía de su natal Córdoba a probar suerte.
Ese era Ángel ‘Maradona’ Barrios, el papá de Max. O de Juan Carlos Espinoza Mercado, como denuncian en Ecuador. Un hombre acostumbrado a disfrazarse de otro.