MODUS OPERANDI
por Chachi Prado
Cuando uno, por suerte o por desgracia, es homónimo de un conocido estafador, debería pensar dos veces antes de hacer cualquier mataperrada por ahí.
Y lo dice alguien que no es ningún santo y que está curado del espanto en estas lides.
Y es que Carlos Manrique Negrón desde que llegó a la televisora del estado no hizo mas que reivindicar el principio que dice a la letra que: a los que no son mis amigos del partido, afuera, programa cancelado y chau, y a los amigos compañeros, todo, lo que quieran, misma pensión Soto.
Como sus actos apestaban, hasta las colonias personales se las compraba el canal de todos los peruanos. Por caja chica, de seguro. El Gordo paso de su clásico y nacional Mennen (after shave) al Diavolo de Banderas (paralelamente empezó a contratar a los muchachos de la sectorial del barrio y a los recomendados de los congresistas, con sueldazos de pata pero pata pataza) y de ahí, ya estaba en el uso dispendioso del Carolina Herrera aunque el seguía oliendo a bufalo incivilizado que desayunaba, almorzaba, cenaba, morfaba, tragaba y chupaba con puro villegas estatal. Ya por entonces le decían Carlos Pontú.
Cuentan las malas lenguas que con nuestros impuestos también se bajaba la caña por lo menos un par de veces por semana ya que como somos un pueblo generoso le pagamos a nuestra adorada burocracía sus consecuentes mojadas de higo (y también teníamos muy bien puesta a una querida sacrona que fileteaba al godo bastardo).
Pero bien se ha dicho que un banquero puede dirigir tranquilamente el tráfico de armas pero que Dios lo libre de pasarse una luz roja. Lo escribió Ribeyro en una de sus Prosas Apátridas: lo que nos pierde son nuestros pequeños descuidos, nuestros errores minímos, en pocas palabras, nuestras cojudeces.
Carlos Manrique Negrón acaba de ser expectorado de la dirección de canal 7 por manejar (y chocar) ebrio, (guasca, libadito o Boris Yeltzin) en un auto oficial.
Osea la tenía completa y de seguro, chupaba de contento pero alguien debió decirle que no abusara tanto, que parara la mano, que se moderara aunque sea por verguenza.
Sólo en este páis no libra la cana que merece por su gestión de verdadero maleante y sólo este pueblo resignado y bonachón le permite tamaño coñazo.
Y todavía el Tobi se extraña de lo mal que anda en las encuestas.
Imaginate si aquí en Lima tus compañeros se portan como piratas al abordaje
¿Qué no harán en provincias, donde no los controla nadie?
Fijate, ya encontre los cincuenta mil agitadores. Tienen carnet de un anacrónico y viejo partido y están en la administración publica. Cantan la Marsellesa en los exorcismos y aquelarres del astral. Antes muchos muertos, ahora muchos vivos.
A mí con conjuras extranjeras, con enemigos externos. ¡Que buenaaa!
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