Tula siempre fue una chola power. Ricotona, deseable, chapable, manducable y todos los ables que quieran.
La maternidad le ha caído como un piano desde un octavo piso y encima tiene la silicona asustada. Y el mongo (padre de la creatura) se hace el mongo para regularizar el amancebamiento. Llamen a Chiquito.
Encima de la mala fama de cabeceador impenitente que la han hecho a Don Genaro (Yenaro se pronuncia) le clavan este titular como si nuestra Bridget Jones local le hubiera hecho la misma faena que le hizo a ella el Capitán Martinez con Vivi la quitagiles. Se trata de negocios y en eso la rubia y el broadcaster son igual de golosos y prácticos: nada personal cuestión de negocios decía Don Corleone.
Igual, otro reallity show como el del año pasado y aseguramos al nieto hasta viejo y encima nos hacemos los buenotes que hacemos obras de caridad. Anda a cantarle tangos a Gardel, rica abuelita demagoga.
Este candidato a contralor no tiene título, DNI, mujer o enamorada conocida, y encima es medio chileno.
Soltero y maduro, aprista seguro y sobrinisímo de la Manty, buse chola.
Ahora sólo nos faltan los turistas A-1 para llenar los nuevos hoteles cinco estrellas. Ya saben entonces, Mochileros go home.
Y con la Julita al lado, yo tampoco me dormiría, asi que Juan Diego, sigue de nictálope insomne hasta donde te de el físico.
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