jueves, 1 de noviembre de 2007

EL HOMBRE DEL FUEGO








Murió Paul Tibbets, piloto del avión que descargó la primera bomba atómica
El 6 de agosto de 1945, llevó hasta la ciudad japonesa de Hiroshima la primera bomba atómica usada en guerra. La explosión mató a unas 70.000 personas.
El general de brigada retirado Paul Tibbets, piloto y comandante del avión B-29 "Enola Gay" que en 1945 descargó sobre Japón la primera bomba atómica usada en guerra, falleció hoy en Ohio, según se informa en su página en Internet.
La información no da detalles de la causa de la muerte de Tibbets, que tenía 92 años de edad.
El diario Columbos Dispatch, de Ohio, informó que a Tibbets le sobreviven su esposa Andrea y tres hijos, y que el cuerpo será cremado.
El 6 de agosto de 1945, Tibbets, al mando del avión bautizado con el nombre de su madre y con otros nueve tripulantes a bordo, llevó hasta la ciudad japonesa de Hiroshima la primera bomba atómica usada en guerra.
"La bomba se descargó a la hora 08.16 de la mañana", según el relato oficial en la página de internet de Tibbet.
"Se produjo una explosión terrible, muy fuerte, inimaginable, cerca del centro de la ciudad. La tripulación del 'Enola Gay' vio una columna de humo que se elevaba rápidamente y fuegos intensos que brotaban", añadió.
La explosión, que destruyó completamente el 65 por ciento de los edificios en la ciudad, mató a unas 70.000 personas. En los cuatro meses siguientes, las heridas causadas por el estallido y la radiación resultante elevaron la cifra de muertos a más de 100.000.
Tres días después, Tibbet, otra vez al mando del B-29 Superfortaleza, sobrevoló la ciudad japonesa de Nagasaki para observar las condiciones meteorológicas antes de que otro avión estadounidense descargara la segunda bomba atómica.
Los bombardeos atómicos forzaron la rendición de Japón, y, desde entonces, han sido causa de controversia entre quienes los consideran crímenes de guerra y quienes afirman que evitaron una cifra mayor de víctimas y bajas si hubiese continuado el conflicto.
Tibbet, nacido en Illinois en 1915, voló por primera vez en un avión a los 12 años, cuando desde un biplano participó en una distribución de caramelos sobre una multitud en el hipódromo de Hialeah, cerca de Miami (Florida).
Como adolescente, Tibbet estudió en la Academia Militar del Oeste y en 1937 ingresó como cadete en el Cuerpo Aéreo del Ejército en Kentucky. Un año más tarde ganó sus alas como piloto.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Tibbet comandó misiones de bombardeo sobre Europa ocupada por los nazis, y en 1943 retornó a EE.UU. para sumarse a las pruebas de los nuevos aviones Boeing B-29, conocidos como Superfortaleza.
En septiembre de 1944, Tibbet fue elegido en un grupo muy reducido de militares a quienes se les informó sobre el "Proyecto Manhattan", el desarrollo secreto de armas atómicas por Estados Unidos, y se le encargó que determinara y supervisara las modificaciones necesarias para que el B-29 pudiese transportar y descargar una de esas bombas.
El 5 de agosto de 1945, el presidente Harry Truman aprobó el uso de la bomba -bautizada como "Little Boy", en comparación con "Fat Boy", la bomba más grande descargada sobre Nagasaki- y la tripulación comandada por Tibbets emprendió su misión.
Cuando Tibbets se retiró de la Fuerza Aérea en 1966 había completado más de 29 años y medio de servicio, pero siguió volando como piloto de aviones privados, y ejecutivo de una empresa aeronáutica.



Hay quienes sentencian que en la Guerra todo vale y que ésta saca lo peor del homo sapiens. A mi me parece que nunca se podrá entender cabalmente el genocidio cometido en Hiroshima y menos aún el posterior ataque a Nagasaki. Sin embargo la muerte de Paul Tibbet, el hombre que vivió 62 años con la muerte de casi 100,000 personas en su conciencia, nos lleva a pensar sobre la inmensa capacidad de adaptación para la supervivencia mental que guardamos los seres humanos. Tibbet se impuso a su criminal experiencia, le encontró la justificación adecuada y precisa y quizás hasta el tratamiento farmacológico necesario y vivió con el recuerdo del infierno que desató al lanzar la primera bomba sobre la ciudad de Hiroshima. Su nombre siempre se asociará a este crimen de guerra descomunal pero el pudo seguir adelante -excusas habrá siempre- y al final llegar a esto, a desencarnar al lugar en donde quizás la verdad se le revele por fin y pueda confrontarse con su terrible karma. Entonces -tal vez- Paul Tibbet entienda su atormentada existencia.

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