lunes, 25 de febrero de 2008

APUNTE CORRECTO





Ni terrucos, ni locos, ni suicidas popr Rosa maría Palacios (*)
Las lecturas desde Lima apuntan a que los cusqueños viven en un estado de delirio colectivo frente a la Ley de Promoción de la Inversión Privada en Zonas Cercanas a Monumentos. Salvajes, locos, delincuentes, terroristas, suicidas. Harto adjetivo ha sonado, pero poco interés se ha visto por buscar si hay alguna razón detrás de la aparente sinrazón que está movilizando a una población a parar el turismo, su mayor fuente de ingreso, por dos días.
Primero, una sospecha. ¿Por qué ninguna otra región o ciudad ha protestado con la vehemencia de los cusqueños? La ley promueve la inversión en zonas cercanas o colindantes con monumentos nacionales. El patrimonio arqueológico y virreinal es abundante en todo el Perú. ¿Nadie más se opone?
Segundo, la constatación. ¿Alguien se ha tomado la molestia de identificar qué intereses económicos se perjudican con la norma? En un análisis costo-beneficio bien hecho se hubiera podido detectar que, pese a que el consumidor final va a recibir un servicio de mejor calidad y el patrimonio va a resultar mejor conservado, existen perjudicados. Estos perjudicados aparecen en la entrelínea de los comunicados gremiales cusqueños que desde Lima no se están leyendo correctamente.
Con muy buena intención (y, creo, es lo correcto), la ley levanta las barreras de acceso al negocio turístico en lugares muy apreciados en términos académicos, pero no explotados en términos comerciales. Salvo en el Cusco. De ahí la protesta exclusiva en esa región. La ley reserva para la gran inversión privada (hoteles de cinco estrellas y restaurantes de cuatro tenedores) y, probablemente, extranjera (por los capitales de los que debe disponer) zonas contiguas a monumentos que hoy se encuentran invadidas de pequeños comerciantes que venden artesanías, así como de hoteles de bajo presupuesto. Estos (que son miles) van a tener que competir con la gran inversión o, peor aún, corren el riesgo de ser desalojados en el ánimo de formalizar estas zonas, sujetos al futuro arbitrio (léase coima) del INC o del gobierno regional.
Si bien la ley es buena y las medidas violentas tomadas por los cusqueños incorrectas, y en algunos casos delincuenciales, el temor es racional. Nadie quiere quedar fuera del mercado. El bolsillo primero, aunque para afuera estos opositores se presenten como "los defensores del patrimonio". Del patrimonio personal, deberían decir los cusqueños para ser sinceros. En ese tenor, medidas más inteligentes del Ejecutivo y menos adjetivos que fomenten la victimización de quien los recibe pondrían fin más rápido a una situación encubierta pero real.


(*) Aparecido en su columna del diario Perú21

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