domingo, 3 de febrero de 2008

NARCISISMOS PELIGROSOS





Sugerencias subversivas por Jorge Bruce (*)
Ante la pregunta: "¿Qué debe hacer el Estado para incrementar la confianza en el sistema?" Remito al lector a un conjunto de respuestas, cuya fuente citaré después:
1) Operar eficientemente programas de apoyo social. Evitar clientelismo y corrupción. 2) Ampliar cobertura y calidad de educación, salud y justicia. 3) Desarrollar proyectos menores de infraestructura (caminos rurales, agua y alcantarillado). 4) Ampliar la población con acceso a beneficios sociales básicos (seguridad social, pensiones, horas extras, vacaciones). 5) Capacitar a la población de NSE D y E para que mejore su productividad (agricultura de mayor valor agregado, piscicultura, artesanía de exportación, etc.). 6) Compromiso personal del Presidente en la promoción y supervisión de la reducción de la pobreza.
¿De dónde proceden estas respuestas? ¿Acaso de alguna ONG de la telaraña marxista? ¿De algún 'think tank' manejado por los caviar? Ninguna de las anteriores. La encuesta fue realizada por Apoyo y entregada a las 150 empresas suscriptoras en el último SAE (Servicio de Asistencia Empresarial). Fue parcialmente citada por Patricia Teullet, gerente general de Comexperú y colaboradora de este diario, quien comenta en su editorial institucional: "Hay pues, más desencuentros que coincidencias, tanto entre el Estado y los ciudadanos, como entre las empresas y estos. El Estado está abocado al buen manejo macroeconómico, mientras la población le demanda salud, justicia, educación y seguridad. Las empresas están concentradas en eficiencia, y la población espera empleo y buen trato".
La encuesta concluye, entre otras cosas, que la insatisfacción con el funcionamiento de la economía, la democracia y la gestión pública es mayoritaria. Además, que a pesar del crecimiento económico, la perspectiva más probable hasta el momento para el año 2011 es que se repita un escenario electoral similar al 2006. Asimismo, que el sector privado puede contribuir a la defensa de la democracia si desarrolla acciones específicas orientadas a los NSE D y E.
El más elemental sentido común señala que si en los tres años y medio restantes de este gobierno no se priorizan medidas como las citadas, en 2011 estaremos nuevamente viviendo una campaña electoral angustiosa, en donde se discutirán menos propuestas y programas, que escenarios catastróficos como el mal menor o si somos un país viable.
Cuando las cifras que compiten por ser los indicadores más certeros acerca de la situación de una sociedad son el crecimiento económico y la exclusión, algo anda terriblemente desfasado. Y esto es lo que el Presidente no quiere saber: ahí donde hay sugerencias constructivas, él escucha proclamas subversivas. Ya no es un problema ideológico -por derechista que sea el régimen, pues lo anterior sugiere un amplio consenso entre opciones políticas diversas acerca de la urgencia de un gasto social bien orientado y administrado, además de la evidente necesidad de continuar generando riqueza para solventarlo- sino de otra índole.
Uno de los problemas del poder es que suele intensificar las fragilidades narcisistas. No solo ocurre en la política: es muy frecuente en personajes mediáticos, sobre todo de la televisión, fascinados por su imagen en las pantallas como Narciso en el estanque. Pero cuando esto le ocurre a quien detenta las riendas de nuestros destinos, el peligro ya no es solo el ridículo, pues se añade un desastre potencial digno de incluirse en la variable riesgo país.

(*) Aparecido en su columna del diario Perú21

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