sábado, 9 de agosto de 2008

DESENCUENTROS



Topless en el límite de una tragedia cultural
por Guillermo Giacosa (*)

¿Qué los pechos de nuestras bailarinas qué? “Cubiertos. Dice el ministro que los pechos deben estar cubiertos”.- Pero eso es imposible. ¿Dónde se ha visto? Nuestro ballet ha bailado siempre con los pechos descubiertos.- El ministro búlgaro no quiere transigir e insiste en que, por respeto a las tradiciones culturales de su país, las bailarinas ghanesas deben actuar con los pechos cubiertos.- Permítame consultarlo con los asesores y con nuestro ministro de Cultura, mañana le devuelvo la llamada.Una hora de deliberaciones fue suficiente para que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Ghana diera una respuesta que hizo historia y que fue una de las primeras y más jocosas anécdotas que escuché en el interior de la Unesco sobre el relativismo cultural y la estupidez humana. La respuesta, palabras más o menos, fue la siguiente: - Dice el ministro que acepta encantado que nuestras bailarinas, respetando las tradiciones culturales de Bulgaria, bailen con los pechos cubiertos siempre y cuando las bailarinas búlgaras, cuando vengan a Ghana y respetando las tradiciones culturales de nuestro país, bailen con los pechos descubiertos.Una joya, una verdadera joya que marida sentido común, fineza diplomática e ironía humana en dosis tan equilibradas como exactas.Esta respuesta de los africanos, de quienes los colonialistas menospreciaron, hasta mediados del siglo XX, sus logros culturales, conmocionó los cimientos estalinistas de la burocracia búlgara de la década de los cincuenta, y el convenio cultural, que preveía el intercambio de los respectivos cuerpos de ballet, estuvo a punto de naufragar. Primó, finalmente, el interés político y, supongo, el temor al ridículo ya que, al realizarse el convenio con la cobertura de la Unesco, el mismo alcanzaría una universalidad imposible de disimular. Luego de finiquitar otros detalles, insignificantes ante los espléndidos pechos de las bailarinas ghanesas, cada cuerpo de ballet se presentó, para sorpresa y deleite de búlgaros y tal vez desilusión de ghaneses, como habitualmente lo hacían. Cada uno mostró lo que acostumbraba mostrar y, como es lógico, no pasó nada que conmoviera los cimientos del régimen comunista existente en Bulgaria en ese tiempo. Hubo más. Luego de este inicio de entuerto, se afianzaron las especulaciones de que la comunicación, al achicar el mundo, haría a los seres humanos más tolerantes y participativos.La realidad, sin embargo, nos ha llevado hacia otras reflexiones pues, si bien la proximidad virtual acerca, pareciera que la proximidad física aleja cuando existen diferencias culturales, étnicas, religiosas o económicas. Los ejemplos de una Yugoslavia atomizada por diferencias más aparentes que reales, un Medio Oriente contaminado de creencias mágicas que hacen ver a quien no es igual a uno como un infiel a menospreciar o como un insecto a matar, una Ruanda con récords de asesinatos, un continente africano en general plagado de conflictos tribales, etc., parecen ser un triste testimonio de esta afirmación.

(*) Aparecido en su columna del diario Perú21

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