viernes, 22 de agosto de 2008

LA FILOSOFÍA ENTRE EL JEFE Y EL LABURANTE XI




Empresa: Una mirada

con el ojo izquierdo (11)

por Guillermo Giacosa (*)

Ver a la empresa desde el punto de vista de su funcionamiento interno y de sus proyecciones externas es una lógica ineludible para todos quienes tienen responsabilidad en este campo. Lo dicho no solo es bueno, también lógico y justo. La supervivencia es el móvil esencial del comportamiento humano y sería absurdo pretender que alguien la posponga o la arriesgue tontamente. Esa lógica, sin embargo, en los difíciles tiempos que vivimos, debería articularse de la mejor manera posible con las problemáticas globales que de una u otra manera siempre afectarán la marcha de nuestros asuntos. Hacer negocios a cualquier precio es, a la larga, un muy mal negocio. Quizás el actual empresario no sea quien pague las consecuencias, pero sí lo harán quienes lo sucedan. Es peligroso, para el empresario y para el mundo que lo rodea, que quien produce riqueza no se tome su tiempo para observar y analizar cuidadosamente los efectos que su producción puede tener sobre el resto de la comunidad y sobre el planeta en general. Vivimos tiempos de descalabro medioambiental y no ser conscientes de ello puede hacer que nuestros hijos, cuyo futuro hemos querido asegurar, no tengan ni futuro mejor ni planeta donde pasarlo. Esta afirmación tiene más de 30 años de antigüedad, pero ni las empresas ni la prensa le prestaron nunca la debida atención. Pareciera que primara en ellas la idea de un progreso continuo sin más obstáculos que nuestra capacidad para hacerle frente. Desgraciadamente no es así y no es una postura ideológica. Se trata de una alteración incontrolable de las fuerzas de la naturaleza contra las que solo nos queda disminuir los elementos originados en nuestra producción que alimentan su furia. La competencia que, sin duda, estimula a mejorar la calidad de lo que se produce, debiera, en las actuales circunstancias, ser motivo de concertación y de acuerdos destinados a evitar que el afán por ganar el mercado termine perjudicando un medio ambiente cada día más exhausto y, como podemos apreciar en la televisión, cada día más irritable. Sería bueno que las empresas comenzaran a competir sobre quién pone mayor empeño en cuidar el medio ambiente, que la prensa destacara estos esfuerzos (como ya lo hacen algunas publicaciones) y que nosotros, los consumidores, premiemos con nuestras compras al producto que, a la vez de satisfacer nuestras necesidades, no afecte el medio ambiente.Ser empresario es adjetivo, lo sustantivo es ser humano. Para poder utilizar el adjetivo debemos tener antes el sustantivo. Y es ese ser humano-empresario el que no debe permitir, bajo ningún concepto, que el árbol (lo adjetivo en él) le oculte el bosque de su verdadera esencia, de su humanidad sustantiva. No niego que quizá ver el conjunto disminuya algunas cifras en los balances, pero otorgará, a quien actúe en consonancia con los imperativos de la época, una estatura humana superior a la que concede la acumulación irracional (pues va contra la vida) de la riqueza.

(*) Aparecido en su columna del diario Perú21

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