miércoles, 9 de julio de 2008

ENTENDER LA CAUSA




La utilidad del síntoma

por Fernando Maestre (*)

Ya lo dijo S. Freud: de una manera u otra todos tenemos algo de neuróticos. Al decir eso, quedó sentado que todos tenemos algún síntoma que nos acompaña por períodos de nuestra existencia. Los síntomas que más se conocen son producto de una enfermedad del cuerpo: fiebre, vómitos, tos, diarreas, que, de una manera u otra, informan que algo mal está sucediendo con nuestro cuerpo. Igualmente, la mente humana produce síntomas que son propios del aparato psíquico que pueden ser de cierta utilidad para el hombre cuando entendemos su mensaje.
Los síntomas psíquicos no están ahí para molestarnos, son resultado de una transacción mental complicada. Cuando nos encontramos con la angustia, ella está presente no para mortificar a quien la padece sino para advertirnos de la presencia de algo extraño que nos amenaza. Por otro lado, la depresión la podemos entender como la pérdida de alguien o algo que para el sujeto era de suma importancia y que ahora está ausente. A veces, el camuflaje del síntoma es tan perfecto que no sabemos qué es lo que hemos perdido, y menos por qué era tan importante para nosotros.
En la práctica, los síntomas suelen ser tomados por muchos como si se tratara de un enemigo al que hay que eliminar a cualquier precio. Muchas veces tomamos pastillas al primer signo de estar mortificados, cuando en realidad hay que entender esto como un mensaje cifrado que trae una valiosa información. El tratamiento no es para quitar los síntomas sino para descubrir lo que subyace y comprender cuáles son las causas. Un buen ejemplo de esto lo constituyen los síntomas fóbicos, los cuales demuestran cómo trabaja la mente para formar una miniorganización perfecta que tiene un fin excepcional.
Muchas veces el pánico a los aviones, la claustrofobia a ciertos espacios muy cerrados o a la presencia del aleteo de un ave es el resultado de un trabajo inconsciente para que la mente del paciente esté ocupada pensando en las aves y así evite pensar en el verdadero problema, como podría ser (frente a la fobia del ruido que produce el aleteo) procurar no recordar el ruido que producía la cama de los padres, cuando él era niño, y estos se encontraban en una amorosa relación sexual que el niño oía y entendía con terror que, ahí adentro de la alcoba, algo estaba pasando con su querida madre.
Por eso, al síntoma hay que entenderlo. No es recomendable que las personas se automediquen con el fin de eliminar la más mínima molestia. Dormir con pastillas, abusar de los ansiolíticos, encerrarse en su cuarto por miedo a la calle, y evitar los ascensores no resuelve las cosas.
La actitud frente al síntoma debe ser siempre la de investigar su causa, de entender qué es lo que lo provocó. Solamente con esa mentalidad el síntoma desaparece.


(*) Aparecido en su columna del diario Perú21.


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