¿Se les chispoteó?
por Jorge Bruce (*)
La dirigencia del Partido Aprista no cesa de ensanchar nuestra capacidad de asombro. Cuando uno cree haberlo visto todo en materia de ridículo y autodestrucción -y eso que Toledo había dejado la valla muy, muy alta- los líderes del Apra, tal como la atleta rusa Yelena Isinbayeva, vuelven a batir el récord de salto con pértiga y nos dejan boquiabiertos con este nuevo desafío a las leyes de la gravedad, la ética y la gobernabilidad. Es tan aberrante y siniestro el 'spot' en el que Montesinos aparece como portavoz del régimen contra el paro del 9 de julio, que solo nos queda recurrir al psicoanálisis para intentar alumbrar aunque sea unos fragmentos de ese viaje sin escalas al corazón de las tinieblas. El cásting estremece y, es cierto, captura nuestra atención. Montesinos venía de realizar una performance alucinante en el juicio a Fujimori y su reaparición en ese contexto inopinado podría haber sido una idea de propaganda brillante. Siempre y cuando se utilizara su imagen para mostrar la infección de la corrupción y los daños inconmensurables causados por ese régimen mafioso, que hoy responde por sus crímenes ante la Justicia. Pero recurrir al personaje que encarna como nadie la mentira, la calumnia y la difamación en la historia del Perú, para proclamar una "verdad" destinada a desprestigiar una protesta variopinta a nivel nacional, es tan contraproducente que pasará a los anales de la propaganda fallida. Mario Huamán, el dirigente de la CGTP, no dudó en agradecer ese apoyo inesperado.
¿Qué nos revela ese material ideal para analizar el lado oscuro de un grupo político? No, como afirma Ollanta Humala, la asociación de Alan con Montesinos. El inconsciente no trabaja como la navaja de Occam, es decir con la solución más sencilla en igualdad de condiciones. Más bien procede en función de escenarios exhibidos a expensas del proyeccionista. Cuando el presidente justifica el malhadado 'spot' alegando que un delincuente puede decir la verdad, omite mencionar que, si lo hace, será sin querer queriendo, para mantenernos en el espíritu de Chespirito, cuyo humor solía parodiar con genial lucidez los mecanismos descubiertos por Freud. Lo que esos inolvidables instantes de televisión difunden es la voluntad del Apra de controlar los medios con la misma impunidad salvaje con que lo hacía Vladimiro. Esto incluye subterfugios propios de la ficción, como la suspensión voluntaria de incredulidad por parte de la teleaudiencia. Al margen de que lo afirmado por Montesinos sobre el Sutep no es más que otra de sus rutinarias falsedades, su aporte ha consistido en mostrarnos la fantasía secreta de manipulación corrupta que desvela a ciertos dirigentes del partido en el poder. Esta es una tentación recurrente entre los gobernantes: saltarse la democracia a lo Isinbayeva.
Pero como sucede con las pesadillas, el resultado ha escenificado el deseo transgresor inconsciente disfrazado, cuya salida a la luz aterra y confunde al soñante, que procura taparlo a como dé lugar. No solo no disuadieron a nadie de participar en el paro, ni menos desvirtuaron la protesta con semejante vocero; lo que sí lograron fue alertar a la opinión pública acerca de los designios ocultos de un sector del Apra, que siente al país escapándosele de las manos. Con esa estrategia de comunicación perversa -lo de canal 7 está en la misma frecuencia de uso indebido de recursos públicos-, es precisamente lo que van a conseguir. Lo más irónico y triste es que las condiciones nunca fueron tan propicias: acaso sea tiempo de preguntarnos para qué.
La dirigencia del Partido Aprista no cesa de ensanchar nuestra capacidad de asombro. Cuando uno cree haberlo visto todo en materia de ridículo y autodestrucción -y eso que Toledo había dejado la valla muy, muy alta- los líderes del Apra, tal como la atleta rusa Yelena Isinbayeva, vuelven a batir el récord de salto con pértiga y nos dejan boquiabiertos con este nuevo desafío a las leyes de la gravedad, la ética y la gobernabilidad. Es tan aberrante y siniestro el 'spot' en el que Montesinos aparece como portavoz del régimen contra el paro del 9 de julio, que solo nos queda recurrir al psicoanálisis para intentar alumbrar aunque sea unos fragmentos de ese viaje sin escalas al corazón de las tinieblas. El cásting estremece y, es cierto, captura nuestra atención. Montesinos venía de realizar una performance alucinante en el juicio a Fujimori y su reaparición en ese contexto inopinado podría haber sido una idea de propaganda brillante. Siempre y cuando se utilizara su imagen para mostrar la infección de la corrupción y los daños inconmensurables causados por ese régimen mafioso, que hoy responde por sus crímenes ante la Justicia. Pero recurrir al personaje que encarna como nadie la mentira, la calumnia y la difamación en la historia del Perú, para proclamar una "verdad" destinada a desprestigiar una protesta variopinta a nivel nacional, es tan contraproducente que pasará a los anales de la propaganda fallida. Mario Huamán, el dirigente de la CGTP, no dudó en agradecer ese apoyo inesperado.
¿Qué nos revela ese material ideal para analizar el lado oscuro de un grupo político? No, como afirma Ollanta Humala, la asociación de Alan con Montesinos. El inconsciente no trabaja como la navaja de Occam, es decir con la solución más sencilla en igualdad de condiciones. Más bien procede en función de escenarios exhibidos a expensas del proyeccionista. Cuando el presidente justifica el malhadado 'spot' alegando que un delincuente puede decir la verdad, omite mencionar que, si lo hace, será sin querer queriendo, para mantenernos en el espíritu de Chespirito, cuyo humor solía parodiar con genial lucidez los mecanismos descubiertos por Freud. Lo que esos inolvidables instantes de televisión difunden es la voluntad del Apra de controlar los medios con la misma impunidad salvaje con que lo hacía Vladimiro. Esto incluye subterfugios propios de la ficción, como la suspensión voluntaria de incredulidad por parte de la teleaudiencia. Al margen de que lo afirmado por Montesinos sobre el Sutep no es más que otra de sus rutinarias falsedades, su aporte ha consistido en mostrarnos la fantasía secreta de manipulación corrupta que desvela a ciertos dirigentes del partido en el poder. Esta es una tentación recurrente entre los gobernantes: saltarse la democracia a lo Isinbayeva.
Pero como sucede con las pesadillas, el resultado ha escenificado el deseo transgresor inconsciente disfrazado, cuya salida a la luz aterra y confunde al soñante, que procura taparlo a como dé lugar. No solo no disuadieron a nadie de participar en el paro, ni menos desvirtuaron la protesta con semejante vocero; lo que sí lograron fue alertar a la opinión pública acerca de los designios ocultos de un sector del Apra, que siente al país escapándosele de las manos. Con esa estrategia de comunicación perversa -lo de canal 7 está en la misma frecuencia de uso indebido de recursos públicos-, es precisamente lo que van a conseguir. Lo más irónico y triste es que las condiciones nunca fueron tan propicias: acaso sea tiempo de preguntarnos para qué.
(*) Aparecido en su columna del diario Perú21.
Seguimos sosteniendo que el gobierno (por motivos mas perversos que los que están a simple vista) y bajo riesgo ser incluídos en la lista de orates que viven en la teoría de la conspiración permanente, que no hay error ni tontería en el acto de la producción del mencionado spot y que logró su propósito de sacarnos de los temas principales -que siguen siendo las leyes que han saltado las vallas mas altas hacia las llaves que abrirán las puertas al gran negociado nacional- para ocuparnos de las intenciones escondidas de nuestros gobernantes y/o sus socios, cuando se acercán mas a Cantinflas que a Chespirito, porque sus jugadas ahora son clandestinas pero definitivamente legalitas.
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