El peso político del paro
por César Lévano (*)
Una de las acusaciones que se repiten contra el paro convocado para el miércoles próximo es que se trata de una medida política. Es un hecho reconocido por la práctica y la teoría social que una medida sindical que exige reivindicaciones generales, y no sólo de un sector o sindicato, tiene un alcance político. Esto es así porque los paros se acuerdan, en general, para enfrentar medidas no de un patrono, sino del conjunto de patronos, encarnados en el Estado.Los dos paros más importantes de nuestra historia fueron nítidamente políticos. El de la lucha por la jornada de ocho horas, iniciado el 15 de enero de 1919, fue expresión elocuente de ese carácter. Los textiles de Vitarte o de la fábrica El Inca no adoptaron la medida sólo para un beneficio parcial, sino para que la conquista, propugnada por la dirección sindical anarquista de la época, fuera para todos los trabajadores del país.Igual sentido general tuvo el paro del 19 de julio de 1977. Se dirigió contra el régimen del general Francisco Morales Bermúdez, cuyo carácter reaccionario se precisó cuando decretó el despido de más de cinco mil dirigentes sindicales. Como recuerda una entrevista grabada por el periodista chileno José Rodríguez Elizondo, el general Morales Bermúdez había ejecutado un golpe militar contra el régimen del general Juan Velasco, no sin antes dar cuenta de su intención a los militares chilenos. El paro de 1977 expresó el descontento frente a un régimen que no sólo recortaba las libertades democráticas, sino que imponía también una política económica neoliberal y antisocial.El paro de 1977 fue, en ese sentido, político. Por eso recibió tan amplio y combativo apoyo. También su resultado principal fue político. El gobierno de Morales Bermúdez se vio obligado a convocar a elecciones de una Asamblea Constituyente, en 1978. En cuanto al paro próximo, hemos asistido a episodios jocoserios. Por ejemplo, cuando, en RPP, el premier Jorge del Castillo reprochó a Mario Huamán sus continuos viajes a Bolivia y Venezuela. Resulta que el dirigente sindical sólo ha ido una vez a Venezuela, a un congreso obrero, y no conoce Bolivia. Del Castillo está, pues… en Bolivia. Huamán hubiera debido aprovechar para preguntar a qué se deben los continuos viajes de Del Castillo a Estados Unidos. ¿Va a recibir órdenes contra Bolivia, contra Venezuela y contra el paro? El paro tiene, por lo demás, una plataforma económica justa, que por serlo se abre al horizonte político: aumento de sueldos, salarios y pensiones; atención a las propuestas del sector agrario para enfrentar la crisis alimentaria; no a la privatización de empresas estratégicas, como los puertos, y derogación de las leyes represivas que Alan García ha impuesto.
Una de las acusaciones que se repiten contra el paro convocado para el miércoles próximo es que se trata de una medida política. Es un hecho reconocido por la práctica y la teoría social que una medida sindical que exige reivindicaciones generales, y no sólo de un sector o sindicato, tiene un alcance político. Esto es así porque los paros se acuerdan, en general, para enfrentar medidas no de un patrono, sino del conjunto de patronos, encarnados en el Estado.Los dos paros más importantes de nuestra historia fueron nítidamente políticos. El de la lucha por la jornada de ocho horas, iniciado el 15 de enero de 1919, fue expresión elocuente de ese carácter. Los textiles de Vitarte o de la fábrica El Inca no adoptaron la medida sólo para un beneficio parcial, sino para que la conquista, propugnada por la dirección sindical anarquista de la época, fuera para todos los trabajadores del país.Igual sentido general tuvo el paro del 19 de julio de 1977. Se dirigió contra el régimen del general Francisco Morales Bermúdez, cuyo carácter reaccionario se precisó cuando decretó el despido de más de cinco mil dirigentes sindicales. Como recuerda una entrevista grabada por el periodista chileno José Rodríguez Elizondo, el general Morales Bermúdez había ejecutado un golpe militar contra el régimen del general Juan Velasco, no sin antes dar cuenta de su intención a los militares chilenos. El paro de 1977 expresó el descontento frente a un régimen que no sólo recortaba las libertades democráticas, sino que imponía también una política económica neoliberal y antisocial.El paro de 1977 fue, en ese sentido, político. Por eso recibió tan amplio y combativo apoyo. También su resultado principal fue político. El gobierno de Morales Bermúdez se vio obligado a convocar a elecciones de una Asamblea Constituyente, en 1978. En cuanto al paro próximo, hemos asistido a episodios jocoserios. Por ejemplo, cuando, en RPP, el premier Jorge del Castillo reprochó a Mario Huamán sus continuos viajes a Bolivia y Venezuela. Resulta que el dirigente sindical sólo ha ido una vez a Venezuela, a un congreso obrero, y no conoce Bolivia. Del Castillo está, pues… en Bolivia. Huamán hubiera debido aprovechar para preguntar a qué se deben los continuos viajes de Del Castillo a Estados Unidos. ¿Va a recibir órdenes contra Bolivia, contra Venezuela y contra el paro? El paro tiene, por lo demás, una plataforma económica justa, que por serlo se abre al horizonte político: aumento de sueldos, salarios y pensiones; atención a las propuestas del sector agrario para enfrentar la crisis alimentaria; no a la privatización de empresas estratégicas, como los puertos, y derogación de las leyes represivas que Alan García ha impuesto.
(*) Aparecido en la columna del Director del diario La Primera.
NOTA: Este blog ha decido inhibirse (aunque por lo general se nos acusa de desinhibidos) en lo que respecta al Paro Nacional convocado para el día 9 de julio
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