Más sobre las finanzas celestiales
por Guillermo Giacosa (*)
He recibido no pocos correos electrónicos sobre el tema. Algunos evangelistas se sienten dolidos por lo publicado y es mi obligación decirles que, si bien, como en todas partes, hay gente deshonesta, estoy convencido de que quienes acuden a sus templos y quienes predican creen profundamente en lo que hacen y que proceden correctamente. Debe haber embaucadores que hacen su agosto pero, en su mayoría, se trata de creyentes tan convencidos como auténticos.
Quisiera informarles que el cerebro humano posee cien mil millones de neuronas y que cada neurona puede hacer de una a diez mil conexiones con sus vecinas, lo que proyecta la capacidad de nuestra mente a la fantástica cifra de 10 elevado a la billonésima potencia. Hablando en su lenguaje -no en el mío, ya que soy agnóstico-, les hago una pregunta que me gustaría se respondieran ustedes mismos. ¿Si Dios dotó sus cerebros de tan extraordinaria capacidad, no creen que lo hizo con la intención de que fuera utilizada? ¿Creen realmente que estas ceremonias donde todos repiten, cada uno en su estilo, exactamente lo mismo, contribuyen al crecimiento de esas personas? Ustedes calman, sin duda, la parte emocional de la mente, pero la razón, que es el único ámbito donde superamos realmente a las otras criaturas del reino animal, queda casi tan rezagada como cuando vino al mundo. ¿No es acaso un pecado no ejercitar los dones que Dios nos otorgó? Supongo que allí donde esté el Señor, debe preguntarse ¿tanto esfuerzo para tan poco?
¿Cómo creen que una persona que no pertenece a sus iglesias puede evaluar una ceremonia en la que una persona (pastor, profeta, predicador o como gusten llamarle) afirma a los gritos que dios (perdonen, pero este merece las minúsculas) quiere que den una prueba de su fe y le entreguen al orador una donación de mil dólares? Eso lo he visto yo, creo que en el mismo canal 87, de Cable Mágico, y he quedado tan alelado que mis dedos ni siquiera atinaron a intentar grabar esa ceremonia financiero-religiosa. Esto ocurría en Miami y la cola de donantes que se formó fue asombrosa. Sin ser una persona naturalmente inclinada a pensar mal, no pude evitar imaginar que los primeros en levantarse con su cheque (no sé si aceptan tarjetas) eran parte de un espectáculo previamente ensayado, pues es evidente que nadie se desprende de mil dólares si otros no toman antes la iniciativa. Vino a mi memoria en ese momento la terrible imagen que hace muchos años pasó la televisión gracias a una cámara escondida y que mostraba a los organizadores de estos encuentros "religiosos" (acá me tendrán que disculpar las comillas) ya solos, botando al aire los dólares recaudados como quien se da un baño de bendiciones celestiales con la cara de Washington.
Seguramente, la mayoría de iglesias repudian estas conductas pero comprenderán que, cuando la TV proyecta estos espectáculos religiosos, es imposible que quienes creemos que Dios o la naturaleza nos dotaron de la razón no la usemos para dudar de los métodos que emplean y de los fines que persiguen.
He recibido no pocos correos electrónicos sobre el tema. Algunos evangelistas se sienten dolidos por lo publicado y es mi obligación decirles que, si bien, como en todas partes, hay gente deshonesta, estoy convencido de que quienes acuden a sus templos y quienes predican creen profundamente en lo que hacen y que proceden correctamente. Debe haber embaucadores que hacen su agosto pero, en su mayoría, se trata de creyentes tan convencidos como auténticos.
Quisiera informarles que el cerebro humano posee cien mil millones de neuronas y que cada neurona puede hacer de una a diez mil conexiones con sus vecinas, lo que proyecta la capacidad de nuestra mente a la fantástica cifra de 10 elevado a la billonésima potencia. Hablando en su lenguaje -no en el mío, ya que soy agnóstico-, les hago una pregunta que me gustaría se respondieran ustedes mismos. ¿Si Dios dotó sus cerebros de tan extraordinaria capacidad, no creen que lo hizo con la intención de que fuera utilizada? ¿Creen realmente que estas ceremonias donde todos repiten, cada uno en su estilo, exactamente lo mismo, contribuyen al crecimiento de esas personas? Ustedes calman, sin duda, la parte emocional de la mente, pero la razón, que es el único ámbito donde superamos realmente a las otras criaturas del reino animal, queda casi tan rezagada como cuando vino al mundo. ¿No es acaso un pecado no ejercitar los dones que Dios nos otorgó? Supongo que allí donde esté el Señor, debe preguntarse ¿tanto esfuerzo para tan poco?
¿Cómo creen que una persona que no pertenece a sus iglesias puede evaluar una ceremonia en la que una persona (pastor, profeta, predicador o como gusten llamarle) afirma a los gritos que dios (perdonen, pero este merece las minúsculas) quiere que den una prueba de su fe y le entreguen al orador una donación de mil dólares? Eso lo he visto yo, creo que en el mismo canal 87, de Cable Mágico, y he quedado tan alelado que mis dedos ni siquiera atinaron a intentar grabar esa ceremonia financiero-religiosa. Esto ocurría en Miami y la cola de donantes que se formó fue asombrosa. Sin ser una persona naturalmente inclinada a pensar mal, no pude evitar imaginar que los primeros en levantarse con su cheque (no sé si aceptan tarjetas) eran parte de un espectáculo previamente ensayado, pues es evidente que nadie se desprende de mil dólares si otros no toman antes la iniciativa. Vino a mi memoria en ese momento la terrible imagen que hace muchos años pasó la televisión gracias a una cámara escondida y que mostraba a los organizadores de estos encuentros "religiosos" (acá me tendrán que disculpar las comillas) ya solos, botando al aire los dólares recaudados como quien se da un baño de bendiciones celestiales con la cara de Washington.
Seguramente, la mayoría de iglesias repudian estas conductas pero comprenderán que, cuando la TV proyecta estos espectáculos religiosos, es imposible que quienes creemos que Dios o la naturaleza nos dotaron de la razón no la usemos para dudar de los métodos que emplean y de los fines que persiguen.
(*) Aparecido en su columna del diario Perú21.
Guillermo no sabe que los que no compartimos los métodos e ideas de los que profesan estas extrañas manifestaciones económicas/religiosas somos -para ellos- gentiles servidores del mundano. ¡Retro Vade Guille!. Hablar con esta gente es como decía el zambo Bolivar, arar en el mar.
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