El árabe en nuestra vida cotidiana por Guillermo Giacosa (*)
Cuando leí El Código Da Vinci, descubrí la existencia, primero, y el genio matemático, después, del señor Fibonacci y su sistema de sucesión de números que sirve, en la novela, como guía para desentrañar los misterios que esta plantea. Fibonacci se llamaba Leonardo de Pisa y tiene otros méritos que vale la pena conocer. A él le debemos la cifra cero.
La palabra proviene del árabe 'sifr'. Fue latinizada como 'zephirum' y, más tarde, se le encuentra en el italiano para designar la ausencia de una unidad, el vacío, bajo la forma de 'zefiro'; luego deviene en 'zefro' y, finalmente, en 'zero'. Es desde esta forma que pasa al francés y al español, con lo cual se puede decir, sin intentar una paradoja, que cifra es igual a cero.
Además de las matemáticas, el árabe está ligado a la química. De esa lengua vienen alcohol (al-khol), antimonio, elíxir (al-kisir), que era la forma como los árabes denominaban la piedra filosofal que podía transformar los metales en oro. Otras palabras árabes ligadas a la naturaleza son zarâfa (jirafa), a la que los autores latinos llamaban camello-pantera, pues tiene la cabeza de un camello y la piel tachonada de algunas panteras.
El inmenso cuello de la jirafa parece que no contaba para estos observadores y, en el plano de la botánica, albaricoque, que usamos muy poco, se origina en los fonemas 'al-barqûq'.
La palabra almirante también es de origen árabe. En esa lengua se dice 'emir al bahr', que significa 'príncipe del mar'. En francés produjo la voz 'almiral', que se parece mucho más a su original árabe que la versión española.
La prolongada y enriquecedora presencia árabe en España, y el encanto de Las mil y una noches que, como ya dijimos, es literatura oral relatada originalmente en lengua indo-iraní, pero que fue rescatada y enriquecida por los árabes, han hecho que muchas palabras de esa lengua sean casi las mismas en nuestro propio idioma.
No está de más conocerlas y saber su significado: Califa (jalifa) significa sucesor y es el jefe supremo del imperio islámico, reemplazante y sucesor del Profeta (Mahoma); sultán: título dado en su origen a los jefes selyúcidas turcos que, en los siglos XI y XII, gobernaban en nombre del califa de Bagdad. Es casi un rey.
Así, el antiguo sultanato de Marruecos se transformó, en 1955, en el reino de ese mismo país. En la actualidad, el título de sultán lo ostentan los monarcas de Omán y de Brunei, y algunos gobernantes en Indonesia, Malasia y Filipinas.
Sigamos. Emir (wazir) significa príncipe de un país musulmán. Según la Real Academia Española: "En las comunidades árabes, príncipe o caudillo". Es quien gobierna ese país y está al frente de sus fuerzas armadas; visir: ministro de un soberano musulmán. Dicho cargo también existió en el antiguo Egipto. Desde la cuarta dinastía se refería a un alto personaje elegido por el faraón para conferirle parte de su poder.
El árabe no solo ha aportado palabras sino que ha sido una lengua que ha transportado, hacia las lenguas europeas, numerosas voces venidas de Oriente.
(*) Aparecido en su columna del diario Perú21
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