Paga 200,000 dólares por 24 canciones por Guillermo Giacosa (*)
La sola expresión "bajar música" suena rara para un vejete como yo. ¿Qué es eso de andar bajando la música cuando esta suele ser la que nos transporta a las alturas? La primera vez que la escuché no tuve tiempo para preguntar e imaginé cosas extrañísimas sobre su significado. Tan absurdas como cuando me dijeron que se podía enviar fax de los celulares. A partir de ese instante, escruté mi pequeño teléfono portátil para saber por dónde saldría la hoja del fax. Me río mucho de mis propias reacciones cuando trato de galopar al compás de los avances tecnológicos. Mis intentos iniciales de comprensión suelen ser tan absurdos como cuando, de niño, creía que dentro del aparato de radio había hombres pequeñitos que hablaban para nosotros, y me inquietaba al máximo tratar de entender cómo podía caber una orquesta de tangos con sus pianos y bandoneones, por no hablar de la sinfónica que le gustaba escuchar a mi papá. Es cierto que los radios de antes eran enormes pero, vaya, una sinfónica es una sinfónica.
Bueno, pues, ahora sé lo que es "bajar música", lo que no quiere decir que sepa bajarla. Esas ya son palabras mayores para un usuario que disfruta la PC, Internet y el poder enviar sus notas por mail, pero que jamás se arriesga a operaciones más complicadas por temor a que esta indispensable maquinita le falle para lo que realmente la necesita. Y es una suerte porque, si no, po-dría haberme ocurrido lo que a Jammie Thomas. Ella tiene 30 años, es madre de dos niños y deberá pagar 9,250 dólares por cada una de las 24 canciones que descargó de la red P2P Kazaa. "Esta señora violó la ley", declaró el presidente de RIAA (Recording Industry Association of America), Cary Sherman, en la CNN. "Necesitábamos enviar el mensaje de que bajarse música es algo que está haciendo mucho daño a la industria". Sin embargo, dos economistas que no están de acuerdo escribieron en una publicación de la Universidad de Chicago que las ventas de CD de música cayeron un 25% en EE.UU. entre 2000 y 2005, pero que las descargas de Internet no tienen la culpa.
Dicen: "El impacto de las descargas (de las redes P2P) sobre las ventas de música es estadísticamente indistinguible de cero". Para el estudio, capturaron datos sobre más de 1'750,000 descargas de música y los compararon con las ventas de un gran número de álbumes. "Las consecuencias para la industria no alcanzaron a más del 0.7% de las ventas". Según ellos, la caída en las ventas de música grabada es, posiblemente, "efecto de una creciente competencia por parte de otras formas de entretenimiento, como los videojuegos, cuyas ventas aumentaron entre los jóvenes".
Hay economistas que refutan ese punto de vista y se ha armado toda una polémica en torno a este fenómeno de "bajar música" y sobre la legalidad o la ilegalidad de hacerlo. Mientras tanto, la pobre Jammie Thomas, con dos hijos a cuestas y sin marido que la ayude, tiene que juntar más de 200,000 dólares para pagarles a sus abogados, y a la firma que la demandó, si estos pierden el juicio.
(*) Aparecido en su columna del diario Perú21.
Un chivo expiatorio para el deporte mundial de bajar música al cual colaboran LAS COMPAÑIAS QUE FABRICAN CELULARES, MEMORIAS USB, IPOD, MP3, MP4 y que son las que realmente ganan millones con este negocio.
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