miércoles, 30 de abril de 2008

CRÍSIS ALIMENTARIA CRECIENTE





Galletas de barro por Guillermo Giacosa (*)
Cuando en 1962 viajé a África, visité sitios donde la mayoría de la población adulta era ciega. Era patético ver a los niños, que adquirirían la ceguera tan pronto avanzaran en la adolescencia, estar a la cabeza de una cola de sus familiares que, tomados de un palo que el niño guiaba, se dirigían a buscar agua o recoger frutos si tenían la suerte de hallarlos.
Esa imagen, dolorosa e inolvidable, fue acompañada siempre en mi memoria por la de los niños 'geófagos'. A ellos no los vi, vi sí sus fotos y, desde entonces, cada vez que hablaba en público sobre la situación del mundo, comenzaba preguntando: ¿Saben ustedes qué es la geofagia? Algunos acertaban, otros descubrían: geofagia es comer tierra. ¿Mala educación, capricho? De ningún modo. HAMBRE, así con mayúsculas. La geofagia era un desesperado esfuerzo por calmar el dolor que esta produce.
Creí, uno no deja nunca de ser tonto y un poco naif, que esto ya no ocurría con la frecuencia de aquellos tiempos. Sabía de hambrunas pasajeras en el Sahel, pero suponía que las misiones de ayuda de la ONU estaban aliviando esos dramas. Quizá hayan hecho algo pero, ahora, la geofagia ha renacido en una de las islas de nuestro continente. Curiosamente, la primera en independizarse de la colonización europea: Haití.
La crisis que está viviendo ese país es tan dramática que la gente ingiere GALLETAS DE BARRO (llamadas 'pica'). Su composición es "barro seco amarillo" que proviene de la meseta central del país para aquellos que pueden permitírselo. No es gratis. En los atestados suburbios de Ciudad del Sol, la gente usa una mezcla de barro, sal y grasa vegetal como comida normal, y eso es todo lo que se pueden permitir. Un periodista de AP, en Puerto Príncipe, lo probó. Dijo que tenía "una consistencia suave, pero la mezcla se deshacía fuera de la boca tan pronto se tocaba con la lengua. Después, y durante horas, persistió un desagradable sabor a tierra". Mucho peor es cómo afecta a la salud humana: "Una dieta de galletas de barro causa desnutrición severa, dolor intestinal y otros efectos dañinos por toxinas potencialmente mortales y parásitos. no es gratis. Los haitianos tienen que comprarla, y los precios de la "arcilla comestible" no paran de subir, casi $1.5 el pasado año. Ahora cuesta alrededor de $5 hacer 100 galletas (unos 5 céntimos cada una), lo que es más barato que la comida, pero muchos haitianos ni siquiera pueden permitirse eso".
Es útil saber que en Haití, por voluntad de EE.UU., se reemplazó a un presidente elegido por el 92% de la población. Hoy, el orden es resguardado por una fuerza militar de las Naciones Unidas cuyo comportamiento es más que reprobable. El 80% de su población es pobre, las dos terceras partes están desocupadas y los que trabajan apenas si ganan dos dólares diarios. Según el FMI, el 55% de los haitianos recibe 44 céntimos de dólar al día. Sus últimas protestas portando platos vacíos fueron respondidas por los Cascos Azules con disparos que mataron, al menos, a cinco personas.
¿Algo que agregar? Sí, pronto la hambruna se extenderá a otro países.

(*) Aparecido en su columna del diario Perú21

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