miércoles, 9 de abril de 2008

DE NATURALEZA FATAL



El hombre es culpable de la extinción de unas 500 especies
Estudio revela que, en los últimos cuatro siglos, el hombre ha acelerado el proceso de desaparición de animales.
El impacto humano fue, junto al cambio climático, el responsable de la extinción del mamut lanudo, según un estudio dirigido por el español David Nogues, publicado la semana pasada en la revista
Public Library of Science. El trabajo demuestra la responsabilidad del hombre en la extinción de las especies.
"Desde el siglo XVI han desaparecido casi 500 especies de vertebrados. Una quinta parte lo hizo en el siglo XX, lo que demuestra el gran impacto del ser humano en el hábitat de los animales", afirma Nogues.
Existen tres factores que influyen en la extinción de las especies: el cambio climático, el cambio en los usos de los suelos (como la deforestación) y las especies invasivas.
Si bien la extinción de especies es algo normal en la naturaleza, el ser humano no ha hecho más que acelerar el proceso, según información de
20minutos.es.
Según Nogues, "se están haciendo esfuerzos" para proteger la biodiversidad, pero es una tarea difícil que "requiere mucho dinero".


Cuando uno tiene ocasión de concurrir a un terminal pesquero o a un camal lo que más sobrecoge es la sensación de destrucción y depredación que deja el hombre en sus quehaceres comerciales. Ver cerros de conchas de abánico agonizantes o reses sangrientamente aniquiladas, seccionadas y apiladas es algo que siempre nos hará pensar que el hombre -como lo decía Mr Smith in The Matrix- es un virus.
El hombre proyecta, en su inconciencia, la autodestrucción que lleva dentro de si mismo y la canaliza contra seres mucho más debiles como los animales. El hombre pareciera gozar con la cotidiana sentencia de muerte, que aplica para sobrevivir, más alla de lo que el sentido común aconseja. Hemos destruído sin piedad no sólo por alimentación o por necesidad sino también por codicia o vanidad y así -en esta psicótica actividad- nos hemos cargado también al planeta, a la madre tierra.
El tiempo -que es un jugador bastante irónico- nos está alcanzando mientras en la ceguera de la conciencia ha de proseguir la danza macábra que nos ponga frente a nuestro destino final: nuestra siguiente desaparición, posiblemente la última.

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