Bush despeja un obstáculo para atacar Irán por Guillermo Giacosa (*)
Hace poco, el ex comandante general del Comando Central de Estados Unidos (Centcom), general John Abizaid, admitió, durante una conferencia en la Universidad de Stanford, que la guerra de Irak se llevó adelante para apoderarse del petróleo y dijo que Washington trataba al mundo árabe como si fuese "una colección de grandes estaciones de servicio (grifos) cuya tarea es surtir de combustible barato a Estados Unidos".
El mensaje -dice Abizaid- es: "Muchachos, mantengan abiertos vuestros surtidores y bajos vuestros precios, pórtense bien con Israel y podrán hacer lo que quieran". Estos conceptos son emitidos un mes después de que el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, publicara un libro en el que afirma, contradiciendo al mercenario Carlos Alberto Montaner, que la guerra de Irak se debió, en gran medida, al petróleo.
Cuando se inicio la invasión gringa, en 2003, el barril costaba 35 dólares: hoy cuesta 105 dólares. Y estos precios parecerán una bicoca si, contra la opinión del último jefe del Centcom, almirante William Fallon, Estados Unidos lanza, antes de que George W. Bush finalice su mandato, un ataque contra Irán.
William Fallon acaba de renunciar, y ello deja libre las manos a la dupla disparatada y genocida integrada por Bush y Cheney para lanzar, antes de culminar su mandato a fines de 2008, dicho ataque. Fallon, que era responsable de las operaciones militares en Irak y en Afganistán, dimitió tras la publicación de un artículo que lo trataba como "descaradamente crítico" hacia la política de Bush sobre Irán.
La renuncia de Fallon, y el posterior viaje del vicepresidente Cheney a la región, hace suponer que un ataque a los iraníes es cada vez más probable. O, al menos, es menos improbable que antes. Son demasiados los riesgos como para que la aventura se inicie tan ligera e irresponsablemente como se inició la desastrosa aventura iraquí.Muchos estrategas, Fallon era uno de primer nivel, consideran que un ataque de esta naturaleza, con el que solo está de acuerdo la fuerza aérea de Estados Unidos, mas no la marina ni el ejército -ni tampoco los numerosos servicios secretos de que dispone la superpotencia- podría tener consecuencias tan desastrosas y desmesuradas como la destrucción total del actual ejército estadounidense estacionado en Irak. Lo que no es poco decir.
Hay quienes van más lejos y aseguran que dar este paso podría significar para Estados Unidos el mayor desastre de toda su vida como nación, con la consiguiente aceleración no solo de su pérdida de prestigio internacional (que ya es el más bajo de su historia) sino, también, con una pérdida de poder real, que nunca volverá a recuperar. El mito de invencibilidad es solo eso, un mito. Vietnam lo demostró e Irak lo está corroborando. Irán no sería seguramente el acta de defunción de los gringos, pero sí una prueba irrefutable que pueden destruir mucho, pero que les es imposible construir sobre los desastres que siembran.
(*) Aparecido en su columna del diario Perú21
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