sábado, 12 de enero de 2008

ADIOS AL CAN



La perra vida por Cesar Hildebrandt (*)
Esta semana perdí a Moro, el perro que me acompañó a lo largo de los últimos 15 años.Que un perro se muera de automóvil o disparo, de microbús o pulmonía fulminante, es un solo golpe seco.Pero que tu perro se muera de vejez y se vaya acabando paso a paso, es distinto. La muerte a plazos, la ruina por goteo, la demolición de la muerte pulgada a pulgada, es lo peor que le puede pasar a un amante de los perros.Moro, en todo caso, no merecía morir así, supeditado a las lentitudes celestiales. Así que si Dios no venía en su auxilio para evitarle los dolores de la artrosis y las sombras de esa mirada acuosa y la derrota plena de su pasada alegría de vivir, pues había que acudir al Dios de la compasión. Y eso fue lo que hice, entre dudas y lágrimas. Ahora tengo sus cenizas en una urna de madera que está en mi dormitorio y que me ­acompañará el tiempo que me reste.Moro nació en Andalucía y fue hijo de una gran cazadora. Era un mestizo con linaje de pachón y perdiguero de Burgos y tenía la mirada de un espía de liebres y las patas ágiles de una exhalación, que en eso se convertía cuando yo le gritaba “¡Pajarito!” y él corría a ver de qué se trataba.Pero era un caballero y un día se tropezó con un pájaro aturdido por el golpe contra una mampara y lo dejó ir después de reconvenirlo con sus más pedagógicos ladridos. ­Una mañana, en Madrid, se me escapó y fue a pelear colmillo a colmillo con un individuo inglés que acababa de conocer pero que, en nombre de la Armada Invencible y de Gibraltar, odió a primera vista. El inglés lo doblaba en peso y en tamaño. La pelea fue brevísima, ambos salieron ilesos y Moro tenía la misma cara de Russell Crowe en “Gladiador”. Estaba radiante y esperaba mi aprobación. Se la di, desde luego.Era un ciudadano porque el Ayuntamiento de Madrid le había puesto un chip en la oreja izquierda y tenía deneí canino y documentos en regla. Cruzó el Atlántico tres veces y creo que nunca me perdonó haber viajado en bodega y en una especie de jaula: se vengó una de esas veces orinándose en pleno aeropuerto Jorge Chávez, junto a una columna, a medio metro de una agente de aduanas.Estoy convencido de que hablaba varios idiomas y de que su sabiduría excedía los niveles de un perro superdotado. Estoy convencido, además, de que otros contertulios solicitaban su consejo. De hecho a mí me solía asesorar en materias del corazón.Moro ponía cara de culpa cuando sabía que había hecho algo malo y ponía otra de servicial cuando te notaba triste gracias al radar de ultrasonido con el que había venido ­equipado. Y entonces se acercaba en silencio para que supieras que podías contar con él.No era un perro dulzón sino sobrio y era atento sin ser rastrero. Tenía una intuición de la dignidad que ya quisieran muchos bípedos y un modo de entender las estupideces de los humanos que nunca dejó de sorprenderme. Cuando me divorcié, él quedó un tiempo fuera de mi tutela. Podría haberme recibido con algo de resentimiento después, a la hora de recuperarlo, pero no. Me trató con la benevolencia de siempre. Y puso cara de David Niven en “Buenos días, tristeza” cuando hubo de convivir con Molly, la manipuladora y malgeniada beagle que quiso amargarle la vida y fracasó en el intento.Los perros, como se sabe, son lo mejor de la evolución. Chesterton le hace decir al padre Brown, uno de sus personajes más entrañables, que no se puede vivir sin perros a condición de que no los llamemos al revés (en inglés, la inversión de la palabra “dog” es “god”) y Rudyard Kipling escribió uno de sus mejores cuentos haciendo que Teem, un perro descubridor de trufas, cuente su historia en primera persona, como debe de ser. “De mi padre heredé mi hocico y tal vez un toque de genio. De mi madre, una filosofía práctica sin la cual el genio es como un pájaro con ­una sola ala”, dice Teem al comenzar su relato.Sospecho que Moro hubiese podido escribir algo muy parecido. Adiós, hijo mío.

(*) Aparecido hoy en su columna del diario La Primera.
ESTAMOS FELICES: VOLVIO LA PAGINA DE LA PRIMERA Y PODEMOS POSTEARLE UNA PARTECITA DE ESTE IMPORTANTE Y CORAJUDO DIARIO.

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