lunes, 21 de enero de 2008

UN MUNDO MEJOR





Cuidemos el planeta y la vida que alberga* por Guillermo Giacosa (*)
¿Qué habría que cambiar para que nuestra especie sobreviva? Es, por supuesto, como tantas otras, una pregunta que me excede largamente. No obstante, si logra que otros se sumen para reflexionar sobre lo mismo, mi modesto aporte tendrá sentido.
De jóvenes soñábamos crear un mundo mejor. Ahora, y no por los años acumulados sino por la irresponsabilidad humana, nos conformamos con lograr que la vida nos dé otra oportunidad como especie para demostrar que no hemos venido a este hermoso planeta solamente para saquearlo y devastarlo.
Discutíamos antaño si el cambio debía comenzar por el hombre o por la sociedad. Hoy siento que comience por donde comience el cambio, siendo una cuestión de vida o muerte, debe darse en ambos niveles simultáneamente. No queda tiempo que malgastar.
Desafortunadamente, la predisposición a cambiar hábitos no es una fortaleza de nuestra especie. Tendemos no solo a afianzarnos en ellos sino, también, a mirar con desconfianza a quienes poseen hábitos diferentes. La mayoría se alimenta de mitos y de creencias que en poco contribuyen a crear conciencia sobre la gravedad de la situación actual. El peligroso eslogan seudorreligioso "que se haga la voluntad de Dios" o el igualmente irracional "algo se inventará" no facilitan la tarea de lograr un cambio de actitudes que permita preservar el único patrimonio real que posemos: nuestra vida.
El paradigma de hoy en adelante debiera ser: "Cuidemos nuestro planeta y la vida que él alberga como cuidamos nuestro hogar y la vida de nuestra familia". Si no logramos universalizar esta conducta, que implica vencer egoísmos profundamente interiorizados y, como decíamos, cambiar hábitos de vida, lo cual es fácil de decir pero inmensamente difícil materializar, es casi imposible que podamos zafar de esta situación que nos estrangula a un ritmo que no nos permite percibir, con el realismo necesario, el precipicio hacia el que nos dirigimos.
Escuchar a economistas, a políticos y a periodistas hablar de crecimiento económico, mercados, energía, sin, aparentemente, advertir que están construyendo todas sus hipótesis sobre una ciénaga, es alarmante. La desinformación que siembran dichas actitudes es doblemente peligrosa, pues reafirma los hábitos destructivos y crea una ficción de futuro que no se compadece en absoluto de la realidad. Si gobierno, escuela y medios de comunicación no inician una campaña destinada a crear conciencia en este campo, no hay manera de responder al desafío que plantean los tiempos. Economizar agua, ahorrar energía, forestar, no depredar, convertirse, en suma, en guardianes de la no contaminación no es una tarea que nos exceda, pero hace falta voluntad política para emprenderla y nuestros políticos, empezando por el infeliz guerrero que dirige la orquesta desde la Casa Blanca, no están, ni les interesa estar, así al menos parece, a la altura de las circunstancias.
*Desde el desierto de Atacama, Chile.


(*) Aparecido en su columna del diario Perú21

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