El capitalismo del desastre (1) por Guillermo Giacosa
No es un bestseller aún pero está siendo devorado, al menos, aquí en Argentina, donde escribo, por todos aquellos que muestran preocupación social y humana por el rumbo que están adquiriendo los acontecimientos mundiales. El libro pertenece a la periodista e investigadora canadiense Naomi Klein y se llama La Doctrina del Shock y tiene un subtítulo que no sorprende a quienes vemos la realidad de esa manera: 'El auge del capitalismo del desastre'. En él, la autora relata con fluidez y profusa documentación las monstruosidades sobre las que se edifica el sistema donde nos movemos. En su contratapa se puede leer: "Klein demuestra que el capitalismo emplea constantemente la violencia y el terrorismo contra el individuo y la sociedad. Lejos de ser el camino hacia la libertad, se aprovecha de las crisis para introducir impopulares medidas de choque económico, a menudo acompañada de otras formas de shock no tan metafóricas: el golpe de porra de los policías, las torturas con electroshock o la picana en las celdas de las cárceles. De Chile a Rusia, de Canadá a Sudáfrica, de Argentina a China, los ejemplos, y sus escalofriantes consecuencias, abundan".
En su primera parte, obedeciendo al espléndido sentido periodístico y pedagógico de la autora, el libro se ocupa del shock eléctrico que, sin que esto pretenda ser un juego de palabras, sirvió y sirve para apuntalar el shock económico tan alabado por los defensores del orden establecido. Cita el 1984, de George Orwell: "Os exprimiremos hasta la saciedad, y luego os llenaremos con nuestra propia esencia", y luego viene el relato, alucinante y desgarrador, de cómo destacados científicos se han prestado a los más viles experimentos con seres humanos a fin de borrar su conciencia y cómo organismos oficiales, en muchos casos ocultándolo a sus propios gobiernos, los han financiado bajo nombres que jamás permitirían sospechar las monstruosidades que ocultaban.
Uno de los adelantados en la tarea de intentar borrar la conciencia es el psiquiatra canadiense Ewen Cameron (ya fallecido). El libro se inicia con una entrevista a Gail Kastner, una de sus víctimas.
Se trata de una mujer que recibió 63 descargas -de entre 150 y 200 voltios de electricidad en los lóbulos frontales de su cerebro- mientras su cuerpo "convulsionaba violentamente encima de la camilla, causándole diminutas fracturas, roturas de ligamentos, mordeduras en los labios y dientes rotos", que hoy la obligan a pasar la mayor parte del tiempo postrada en una silla ortopédica que le permite cambiar a más de 30 posiciones diferentes.
Gail fue utilizada como cobaya humana para los experimentos del doctor Cameron, quien sostenía que se podía borrar el pasado y a partir de allí construir una nueva personalidad.
Sus experimentos despertaron el interés de los organismos de seguridad y, a partir de allí, el libro nos conduce a Abu Grahib, Guantánamo y a todos los sitios donde los seres humanos han perdido, para sus captores, tal condición.
(*) Aparecido en su columna del diario Perú21
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