lunes, 28 de enero de 2008

VECINOS INDESEABLES







Ecuador entra a la cancha por Rosa María Palacios (*)
Una de las debilidades de la defensa peruana frente a la Corte de la Haya en la reclamación por la soberanía marítima del Perú está en el tratamiento diferenciado que nuestra Cancillería otorga al texto de los convenios vigentes de 1952 y 1954. El Perú, invocando estos documentos, alega que no existe ningún tratado de límites marítimos con Chile. Sin embargo, con los mismos textos, sostiene que en el caso ecuatoriano no solo existe un límite sino que este se ha fijado en el paralelo correspondiente.
Políticamente es comprensible que el Perú no quiera abrirse dos frentes a la vez para discutir límites marítimos y que tiene mucho más para ganar (en kilómetros cuadrados) en su reclamación frente a Chile que frente al Ecuador. Por ello, una renuncia pública, como la que ha hecho oficialmente el año pasado la Cancillería peruana señalando que no tenemos ningún asunto pendiente con Ecuador, resulta un acto político que puede ser oportuno, pero que, desde el punto de vista jurídico, implica una renuncia a una porción de mar territorial y la posibilidad de que esta incongruencia sea alegada por la defensa chilena.
Los tratados de 1952 y 1954 son tripartitos. En 1952 se reconoció la validez de la tesis de las 200 millas de soberanía marítima. En este documento se hace referencia a la línea del paralelo como el límite marítimo en el caso de existir islas. Como solo existen islas en la frontera entre Perú y Ecuador, la tesis de nuestra Cancillería es que este artículo solo es aplicable a estos países, quedando Chile excluido. El Convenio de 1954 hace referencia a una Zona Marítima Especial de 10 millas de ancho por cada lado del paralelo "que constituye el límite marítimo entre los dos países". El Perú alega, y con razón, que las actas de la discusión de ese articulado hacen referencia a un pedido específico del Ecuador en referencia a la situación insular y que no puede ser inferido de este punto un tratado de límites con Chile. Sin embargo, a diferencia de la declaración de 1952, el tema de las islas no se menciona en el texto de 1954.
Por ello, los mimos chilenos al Ecuador no son gratuitos. Un par de fragatas viejas y baratas y varias visitas recíprocas son solo el comienzo. Los países no tienen amigos; tienen intereses, y Chile buscará ofrecer a Ecuador lo que le interese. No se sorprendan de que, en unos años, los testigos estrellas de la defensa chilena sean diplomáticos ecuatorianos. Porque si algo une a peruanos y ecuatorianos es el común recelo de todo lo que venga del sur. La diferencia es que el recelo ecuatoriano acaba en Tacna.

(*) Aparecido en su columna del diario Perú21

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