Sexto aniversario de la cárcel de Guantánamo por Guillermo Giacosa (*)
En las citas que hicimos del último libro de Naomi Klein, La Doctrina del Shock. El auge del capitalismo del desastre, que vuelvo a recomendar, se hablaba de Guantánamo como uno de los sitios donde se practicaron métodos de tortura que la autora detalla luego de una severa investigación.
La cárcel de Guantánamo cumplió, este mes que culmina, su sexto aniversario, fundación que ocurrió al poco tiempo de haberse iniciado la invasión multinacional a Afganistán luego del 11 de setiembre. En enero de 2001, llegó a ese campo de concentración un avión estadounidense que transportaba, según la versión gringa, a sospechosos de terrorismo que representaban lo peor de este fenómeno que ha hecho del mundo, junto con las políticas de quienes solo buscan enriquecerse sin reconocer límites éticos, un lugar poco estimulante para vivir.
Actualmente, quedan alrededor de 275 de los mil que por allí pasaron y de los que solo diez, ¡diez!, recibieron una acusación formal. Unos pocos han recuperado la libertad y lo que alguno de ellos relata roza el más alucinante de los espantos.
Ateniéndonos a la versión de Klein sobre los métodos utilizados, podemos colegir que gran parte de quienes aún están prisioneros en Guantánamo se ha transformado en un grupo de lunáticos incurables cuya reaparición herirá, todavía más, el gastado prestigio de los Estados Unidos en materia de respeto por los derechos humanos.
¿Qué harán con ellos? Imposible saberlo pues, aunque cambie la administración a manos demócratas (me refiero al partido, no a la conducta), hay hechos que en Estados Unidos se sumen en una nebulosa, como el asesinato de Kennedy, que rara vez permite que nos acerquemos a la verdad.
Todo se puede saber en ese país, pues hay una ley de libertad de información que así lo dispone salvo, estoy convencido, cuando se tocan los resortes íntimos y secretos del poder económico. Bush, en su simplismo infantil, dijo que Guantánamo era un sitio para encerrar a la "gente mala". Convengamos que la justificación puede ser digerida por ciudadanos de ese país que ignoran casi todo sobre el resto del mundo, pero cualquiera que esté cuerdo y piense, a menos que esté a sueldo de la superpotencia, sentirá como un insulto a su inteligencia semejante explicación.
Cuando digo 'sueldo' no me refiero a una paga personal, que también existe, sino a las tantas 'ayuda' que los gringos prestan para causas aparentemente nobles, como algunas publicaciones o algunas ONG, que terminan apagando su voz frente a las atrocidades que antes le espantaban.
Lo de Guantánamo es una de las expresiones más groseras de desprecio por el derecho internacional que muchos gobiernos amigos de Estados Unidos han condenado, pero que este, fiel a su terquedad o porque no sabe qué hacer, continúa manteniendo. Estos prisioneros (algunos de 15 años en el momento de su captura o compra, porque algunos eran comprados a los señores de la guerra de Afganistán) constituyen una afrenta a los valores de la civilización occidental.
(*) Aparecido en su columna del diario Perú21
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