El interior de lo exterior por César lévano (*)
La exposición del presidente Alan García en el Congreso ayer reitera la postura de su régimen de bajar el tono respecto de nuestro diferendo central con Chile y seguir confiando en la actitud amistosa de las autoridades de Chile.El Presidente afirmó que “en 1986 se hizo por primera vez una reclamación a Chile para delimitar el sector marino entre ambos países”.Recordamos ayer en esta columna que lo que ocurrió en 1986 fue una referencia, del embajador Juan Miguel Bákula, ante el canciller de Chile, respecto al interés del gobierno peruano de iniciar en lo futuro conversaciones sobre la delimitación marítima.La verdad es que ese interés no fue permanente ni intenso. La prueba es que durante el resto del primer gobierno de García no se dio un solo paso en el camino de una reclamación cuya necesidad y justeza se evidencian ahora. También administraciones anteriores pecaron de negligencia. El régimen de Fujimori tampoco hizo nada en esa dirección, quizás porque desconocía la historia del Perú y le interesaba más la de Japón. Sólo al final del gobierno de Alejandro Toledo, por obra del entonces canciller Manuel Rodríguez, el tema volvió a la actualidad.En el año 2007, ciudadanos de diversas orientaciones políticas, como Luis Jaime Cisneros, Carlos Ferrero Costa, Luis Lumbreras, Nelson Manrique, Ollanta Humala, Javier Diez Canseco, se manifestaron en sendos comunicados a favor de una posición firme en defensa de nuestros derechos marítimos.El doctor García, presidente de la República por segunda vez, declaró el 14 de junio de 2007 que el diferendo marítimo “es un tema de los mil que vinculan al Perú con Chile”. Nunca explicó cuáles eran los otros 999 casos de equivalente importancia.En ese sentido, la exposición del Primer Mandatario ante el Congreso implica una rectificación, aunque sea parcial.Sin embargo, García insiste en afirmar que los gobernantes de Chile son amigos. Serán amigos de él, pero no del Perú.¿No se ha dado cuenta el doctor García de que la actitud de los gobernantes chilenos consiste, desde hace medio siglo, en atentar contra nuestros derechos marítimos? ¿No se ha percatado de que el Perú es, así, un país agredido, y Chile, un país agresor? ¿No percibe la actitud nada amistosa del canciller chileno Alejandro Foxley y de la propia presidenta Michelle Bachelet? Las buenas maneras, la pasividad, la cobardía o el untuoso optimismo han envalentonado a Chile. Nuestros gobernantes tienen en esto una grave responsabilidad. Por eso, sin excesos verbales ni provocaciones, es preciso unir al país, unirlo en torno a la verdad y la justicia. Para esto, ¡cuán oportuna resulta la frase de Manuel González Prada: “Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz”!
(*) Aparecido en la columna del Director del diario La Primera
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