El arte de justificar la mentira
por Guillermo Giacosa (*)
El último regalo que el presidente Uribe y sus aliados gringos deseaban recibir es el que acaba de hacerles Hugo Chávez con su pedido a las FARC para que se desmovilicen.
La liberación de los rehenes, aparte de su inmenso valor humano, sería solo un hecho anecdótico si las FARC comprendiesen que su accionar le hace el juego al enemigo que dicen combatir. Las expresiones del presidente venezolano subrayando que "la guerra de guerrillas pasó a la historia" es compartida, supongo, por la inmensa mayoría de quienes queremos creer que otro mundo es posible. Habrá diferencias en cuanto a estrategias, pero la guerrilla, salvo en el interior de una guerra, como ocurre en Irak o en otro caso de ocupación por un enemigo exterior, ha perdido no solo efectividad sino que también se ha visto despojada de esa aura romántica e idealista que pudieron haberle transmitido, en su momento, un Javier Heraud o un Ernesto Guevara.
Esta sociedad de la codicia terminó por extenderse a quienes pretendían transformarla, y estos, basados en la convicción de que su fin justificaba los medios, terminaron transando con el narcotráfico e iniciaron secuestros de civiles que deslegitimaron su accionar.
Las racionalizaciones, es decir, la suma de los hechos racionales que convienen, dejando de lado los que no convienen, es un proceso en el que suelen embarcarse todos aquellos que tienen necesidad de justificarse ante sí mismos y ante la sociedad. Abundan en todos los gobiernos del orbe, incluida la pacífica y pacifista Noruega, que es la sétima vendedora de armamentos del planeta, y, por supuesto, no faltan en quienes después de treinta años en la selva necesitan sentir que todo eso no ha sido inútil o en los mandatarios que giran, basados en el pragmatismo, según los caprichos de los vientos políticos. Todos racionalizamos y, al hacerlo, dejamos siempre una gran parte de la realidad fuera de nuestro juicio y nos enfrentamos por derecha con quien ayer militamos por izquierda o viceversa, lo mismo da. La que siempre sale perdiendo es la verdad. La prensa ha hecho de la racionalización un arte, y algunos periodistas pasarán a la historia por elevar este arte a un nivel incomparable.
Uribe racionaliza cuando justifica su alianza con EE.UU. o azuza los atropellos, y las FARC racionalizan cuando justifican los secuestros o la muerte de civiles. Ambos, en función de sus intereses, se justifican sumando lo que les conviene y obviando lo que no.
"El futuro se llama incertidumbre" dice Edgard Morin y quien anda ventilando respuestas absolutas es, o bien porque está loco, o bien porque persigue intereses cuya obtención perjudicará a otros.
¿No es irracional que Uribe, que dice buscar la paz, desestime la propuesta de Chávez de contribuir a poner término a una guerrilla de medio siglo? No. No lo es porque el poder de Uribe reside en su lucha contra la guerrilla y porque EE.UU. tiene en ella el pretexto ideal para acosar esta parte del mundo. Ambos, pues, explicarán la realidad a través de sesudas racionalizaciones, y nosotros, mientras nos chupamos el dedo, asentiremos.
El último regalo que el presidente Uribe y sus aliados gringos deseaban recibir es el que acaba de hacerles Hugo Chávez con su pedido a las FARC para que se desmovilicen.
La liberación de los rehenes, aparte de su inmenso valor humano, sería solo un hecho anecdótico si las FARC comprendiesen que su accionar le hace el juego al enemigo que dicen combatir. Las expresiones del presidente venezolano subrayando que "la guerra de guerrillas pasó a la historia" es compartida, supongo, por la inmensa mayoría de quienes queremos creer que otro mundo es posible. Habrá diferencias en cuanto a estrategias, pero la guerrilla, salvo en el interior de una guerra, como ocurre en Irak o en otro caso de ocupación por un enemigo exterior, ha perdido no solo efectividad sino que también se ha visto despojada de esa aura romántica e idealista que pudieron haberle transmitido, en su momento, un Javier Heraud o un Ernesto Guevara.
Esta sociedad de la codicia terminó por extenderse a quienes pretendían transformarla, y estos, basados en la convicción de que su fin justificaba los medios, terminaron transando con el narcotráfico e iniciaron secuestros de civiles que deslegitimaron su accionar.
Las racionalizaciones, es decir, la suma de los hechos racionales que convienen, dejando de lado los que no convienen, es un proceso en el que suelen embarcarse todos aquellos que tienen necesidad de justificarse ante sí mismos y ante la sociedad. Abundan en todos los gobiernos del orbe, incluida la pacífica y pacifista Noruega, que es la sétima vendedora de armamentos del planeta, y, por supuesto, no faltan en quienes después de treinta años en la selva necesitan sentir que todo eso no ha sido inútil o en los mandatarios que giran, basados en el pragmatismo, según los caprichos de los vientos políticos. Todos racionalizamos y, al hacerlo, dejamos siempre una gran parte de la realidad fuera de nuestro juicio y nos enfrentamos por derecha con quien ayer militamos por izquierda o viceversa, lo mismo da. La que siempre sale perdiendo es la verdad. La prensa ha hecho de la racionalización un arte, y algunos periodistas pasarán a la historia por elevar este arte a un nivel incomparable.
Uribe racionaliza cuando justifica su alianza con EE.UU. o azuza los atropellos, y las FARC racionalizan cuando justifican los secuestros o la muerte de civiles. Ambos, en función de sus intereses, se justifican sumando lo que les conviene y obviando lo que no.
"El futuro se llama incertidumbre" dice Edgard Morin y quien anda ventilando respuestas absolutas es, o bien porque está loco, o bien porque persigue intereses cuya obtención perjudicará a otros.
¿No es irracional que Uribe, que dice buscar la paz, desestime la propuesta de Chávez de contribuir a poner término a una guerrilla de medio siglo? No. No lo es porque el poder de Uribe reside en su lucha contra la guerrilla y porque EE.UU. tiene en ella el pretexto ideal para acosar esta parte del mundo. Ambos, pues, explicarán la realidad a través de sesudas racionalizaciones, y nosotros, mientras nos chupamos el dedo, asentiremos.
(*) Aparecido en su columna del diario Perú21.
Hay que apuntar lo bien asesorado que esta Hugo Chavez. Al hacer la propuesta en el tema de las FARC solamente busca desenmascarar a Uribe (títere del gobierno americano) y las escondidas intenciones del colonialismo yanqui. Chavez puede parecer una res pero se las ingenia para hacerlos quedar mal.
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